Tal
vez han escuchado la historia del niño que vivía en un bosque y un día,
mientras jugaba en el claro, escuchó la voz de otro chico a lo lejos. Gritó: - ¡Hola!
- y la voz le respondió: - ¡Hola! - El niño no sabía que se trataba del eco de
su voz, y entonces comenzó a gritar insultos que eran contestados
inmediatamente. Después de un rato, entró a su casa y le contó a la madre que
había un muchacho muy malo en el bosque. La madre, que entendió perfectamente
la situación, le sugirió que tratara de hablar con amabilidad con el niño para
ver si respondía de la misma manera.
El
chico salió de nuevo, hizo la experiencia, y encontró que sus palabras de
cariño eran contestadas de la misma manera.
Este
cuento nos invita a reflexionar sobre algo muy importante: ¿cómo podemos, como
cristianos, recordar que una respuesta amable puede disipar la ira?
A través de las Escrituras, Dios comparte sabiduría
aplicable a cada aspecto de la vida. A veces, la vida puede ser difícil,
¿verdad? Y la ira no es algo que se hable mucho en nuestra cultura cristiana
moderna. A veces, es difícil imaginar que un Dios lleno de amor también pueda
sentir enojo. Pero la Biblia nos muestra cómo el dolor y la opresión de nuestro
mundo quebrantado pueden enfurecer a un Dios de amor. Si nos ama, se enfrentará
a los elementos que buscan destruirnos. Al mismo tiempo, la Biblia nos advierte
contra ceder a nuestra propia ira.
Así como Dios busca salvarnos de lo que nos destruye,
también debemos buscar salvarnos a nosotros mismos y a los demás de las
divisiones que nos llevan por un camino destructivo. Dios nos da sabiduría y
fuerza para ello, y confía en que podamos utilizar estas herramientas para
construir un mundo mejor. Así que, si ves que hay un conflicto, ¡no te
preocupes! Solo trata de convertirlo en una conversación redentora.
Proverbios 15:1 dice: “La blanda respuesta quita la ira,
pero la palabra áspera hace subir el furor”. Este versículo muestra la
importancia de responder al conflicto o la ira con amabilidad y calma, en lugar
de palabras duras o provocadoras. Fomenta una comunicación pacífica y sabia
para calmar las situaciones tensas y evitar que se conviertan en ira u hostilidad.
Proverbios es conocido por su colección de sabiduría
práctica y perspicaz. Es como un amigo que siempre te dice lo que necesitas
oír, ¿sabes? Te habla de cómo comportarte, de cómo relacionarte con los demás,
de cómo trabajar, de cómo manejar tu dinero y de cómo vivir la vida diaria.
Muchos de sus versículos ofrecen consejos muy valiosos para afrontar las
complejidades de las interacciones humanas y tomar decisiones acertadas.
Amigo mío, déjame compartir contigo un consejo sabio de
los Proverbios 15:1, que dice que las palabras ásperas o provocadoras a veces
pueden aumentar la tensión y provocar la ira, mientras que una respuesta suave
y considerada puede tener un efecto calmante y reconciliador. Este principio
bíblico se alinea con enseñanzas más amplias que se encuentran en toda la
Biblia. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento, en Mateo, Jesús nos enseña el
valor de poner la otra mejilla y hacer un esfuerzo para promover la
reconciliación y la paz.
La frase “La blanda respuesta quita la ira”, puede estar
sujeta a conceptos erróneos.
Algunas personas creen que el versículo fomenta la
sumisión pasiva ante la ira o el conflicto, ¡pero no tiene nada que ver con
eso! Algunas personas pueden entenderlo como una respuesta suave que implica
evitar la confrontación o ser vulnerable. La verdad es que el versículo
promueve una respuesta mesurada y amable, pero no necesariamente sumisa. En
realidad, lo que hace es resaltar el poder de la diplomacia y la inteligencia
emocional para resolver situaciones.
También es importante entender que una respuesta suave no
significa evitar la comunicación directa y honesta. Pero no, no es así. Una
respuesta amable y discreta no sugiere ocultar información importante ni
abordar los problemas con honestidad. Recuerda que la comunicación es la base
para resolver cualquier conflicto.
El versículo es muy sabio, pero no siempre funciona en la
vida real. A veces, es mejor ser un poco más firme para abordar una falta o
defender tus derechos. La importancia de una respuesta suave depende del
contexto y de la naturaleza del conflicto. Es normal que la gente piense que
ser suave significa no responsabilizar a los demás por sus acciones, pero esto
no siempre es así.
¿Sabías que la blanda respuesta calma la ira? Es un
enfoque práctico y valioso para las relaciones interpersonales de los
cristianos de hoy. Aquí te comparto algunas ideas para ponerlo en práctica en
tu día a día:
1.
Practica
la escucha activa. Escuchar
activamente implica prestar plena atención al interlocutor, empatizar con su
perspectiva y tratar de comprender sus sentimientos y necesidades. Cuando
alguien está molesto o enojado, escuchar activamente puede ser el primer paso
para ofrecer una respuesta amable.
2.
Cultiva
la empatía. La empatía es la
capacidad de comprender y compartir los sentimientos del otro. Podemos
cultivarla poniéndonos en el lugar de la persona con la que nos comunicamos.
Reconocer las emociones de la otra persona y validar sus sentimientos puede
calmar la ira.
3.
Elije tus
palabras con cuidado. Debemos
ser cuidadosos con nuestras palabras al responder. Elegir palabras respetuosas,
amables y no confrontativas contribuye a una respuesta suave. Evite el lenguaje
áspero o las acusaciones.
4.
Procura
comprender. En lugar de defender
nuestra postura, puede ser útil comprender mejor el punto de vista y las
preocupaciones de la otra persona. Fomentamos un diálogo constructivo mostrando
un interés genuino.
5.
Mantén el
autocontrol. Responder con
suavidad requiere autocontrol y paciencia. Ante la ira o la provocación podemos
practicar el autocontrol frenando las emociones, resistiendo el impulso de
reaccionar impulsivamente y optando por una respuesta tranquila.
6.
Oración y
Reflexión. La oración y la
reflexión puede ayudarnos a obtener perspectiva y buscar guía para responder a
situaciones difíciles. En la oración, pedimos a Dios sabiduría y fuerza para
responder con amabilidad y gracia.
7.
Prioriza
las relaciones. Reconocer el valor
de las relaciones y el deseo de reconciliación nos motiva a responder con
amabilidad.
8.
Otorga el
perdón. El perdón es un principio
fundamental. Cuando alguien nos ha hecho daño o nos ha hecho enojar, elegimos
perdonar, no necesariamente olvidando la ofensa, sino dejando atrás el
resentimiento y eligiendo un camino de reconciliación.
9.
Modela el
comportamiento cristiano. Nos
esforzamos por modelar nuestro comportamiento según las enseñanzas y el ejemplo
de Jesucristo. Su énfasis en el amor, el perdón y la humildad pueden servir de
guía para responder con amabilidad.
10.
Se humilde. Reconocer nuestras limitaciones y la posibilidad de
malentendidos o errores en la comunicación puede fomentar la humildad. Una
actitud humilde puede llevar a una respuesta más suave. Dios nos ha perdonado y
nos ha dado la oportunidad de alcanzar la paz eterna. Podemos ofrecer lo mismo
a los demás.
Vivir según el principio de que la blanda respuesta calma
la ira, no implica evitar conversaciones difíciles ni descuidar la justicia. Se
trata, más bien, de adoptar un enfoque amable y sabio para resolver conflictos
y promover la comprensión. Usted puede adoptar este principio como parte de su
compromiso con el amor, el perdón y la búsqueda de la paz en sus relaciones,
comunidades y el mundo.
S.A.G. -
20 –ABR – 2025
(Estudio
No. 833)
Si
deseas escribirnos, puedes hacerlo a:
igelrenuevo@gmail.com
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