Entre todos los
seres que componen el universo, el animal es el que más se acerca al hombre.
Siempre el hombre ha tenido que compartir con los animales o disputarles a
ellos su espacio vital. Por tanto, es natural que el animal haya asumido una
relación con el hombre, de aquí se deriva el significado simbólico que se
atribuye a ciertos animales debido a su forma y al papel que juegan en relación
con los hombres. En la Edad Media existían incluso libros llamados
"bestiarios", donde se señalaban las propiedades reales o simbólicas
de los diversos tipos de animales.
Actualmente la
progresiva extinción de los animales feroces, da origen a una nueva
sensibilidad respecto a los animales, a los que se ve sobre todo como amigos
con los que hay que vivir y que hay que defender contra los abusos y
vejaciones. Los estudios ecológicos demuestran la importancia de las especies
animales para la conservación del ambiente y de su equilibrio.
En esta nueva
concepción es normal que surja la pregunta de si Dios reconoce en los animales
cierta dignidad y cierto papel en su plan salvífico y si hay algunos principios
que exijan su defensa respecto al hombre.
La Biblia no
ofrece ninguna reflexión explícita sobre los animales. Pero en ella se
encuentran numerosas referencias al mundo animal: a veces se considera al
animal en sí mismo; otras veces, por el contrario, se habla del animal como de
un instrumento de Dios y del hombre en sus relaciones mutuas; no faltan,
finalmente, casos en que los animales se convierten en símbolos de realidades
naturales o sobrenaturales. De la síntesis de todas estas indicaciones
dispersas por la Biblia se pueden deducir principios perfectamente válidos para
una correcta relación del hombre con el animal.
Dentro del poder
que tiene el hombre sobre los animales no incluye, ni el maltrato ni la
facultad de matarlos por diversión. “Infundiréis temor y miedo a todos los
animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta por
el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición”. Génesis 9:3.
En el inicio la
relación del hombre con los animales fue de armonía, pero al ser el hombre
expulsado del Paraíso, esta relación cambió, Por lo que la facultad de matar a
los animales y de comer su carne Dios se la dio al hombre después del diluvio (Génesis
9:2…3), como consecuencia de la violencia que había causado la aparición de
aquel terrible castigo (Génesis 6:13). Pero a los animales se le niega un poder
similar con respecto al hombre (Génesis 9:5). No obstante, también para el
hombre hay una restricción: Dios le prohíbe que coma la carne que conserva su
sangre (Génesis 9:4), ya que ésta, por ser sede de la vida, sólo puede ser
usada con fines cultuales (Levíticos 17:11 Deuteronomio 12:16 y 23…25).
Finalmente, en el
pacto establecido por Dios a través de Noé no sólo incluye a la humanidad, sino
también a los animales (Génesis 9:9…11).
Los dos relatos de
la creación manifiestan, aunque de diversas maneras, una verdad importante: los
animales son inferiores al hombre y están sometidos a él; sin embargo, proceden
de Dios y por el hecho de poseer la vida, mantienen con Él una relación
especial que el hombre tiene que reconocer y respetar.
Por otra parte, el
animal, no solo es una ayuda en sus tareas, también es compañero de viaje del
hombre. En la Biblia las vicisitudes de la historia humana se entrecruzan a
menudo con la vida de los animales con los que conviven.
Es claro que el
animal pertenece al hombre, que puede servirse de él como alimento o como
instrumento de trabajo. Pero, además, se reconoce como lícita la muerte del
animal, no sólo por fines defensivos, sino por cualquier otro fin de utilidad
para el hombre. Al mismo tiempo queda claro que las Escrituras, nos sugieren el
respeto al animal en cuanto criatura de Dios. Por tanto, la explotación abusiva,
la tortura, la eliminación sistemática de animales no están ciertamente
legitimadas por las Escrituras.
Lo que es
característico del pensamiento bíblico es la tensión hacia una armonía total
entre el hombre, los animales y el ambiente. Esta armonía, realizada ya en el
momento de los orígenes y destruida luego por el abandono del hombre a una vida
mundana.
En esta
perspectiva surge para el hombre el deber de eliminar toda instrumentalización
de los animales por fines egoístas y de darles la posibilidad de desarrollar su
propia función en un ambiente sano, para esto es necesario que adoptemos nuevas
actitudes hacia ellos, para lo cual, creo sugerir las siguientes:
·
Educar a nuestros
niños, y desde temprana edad, en el respeto y la protección de la vida animal.
·
No nos es lícito
dañar innecesariamente ninguna forma de vida, y por respeto al creador,
cualquiera forma de vida, sin importar el tamaño, tiene derecho a la vida pues
es obra de Él, y este también es su mundo.
·
No nos es legítimo
suponer que los animales pueden ser utilizados exclusivamente como objeto de
diversión o entretenimiento, a modo de ejemplo, los espectáculos circenses, ya
que en muchos casos no encuentran en buenas condiciones, y son sometidos a
severos castigos cuando no cumplen las expectativas de los adiestradores.
·
No es de buen
corazón, aplaudir y apoyar actividades y fiestas donde el propósito es dañar o
maltratar a los animales, actividades como las peleas de gallos, ya que el
sufrimiento y la muerte que se provoca a estos animales no puede justificarse
ni por tradición ni por cultura, aparte de que por lo general, obedecen a
intereses económicos o apuestas. No obstante, podemos aplaudir y participar en
fiestas donde de ninguna forma la vida de los animales les provoque daño.
·
No debiéramos participar
en aquellas cazas deportivas donde esta actividad pasa a convertirse en un
disfrute por quitar la vida a otros seres que no le hacen daño a nadie.
¿Porque no mejor
disfrutar dejando vivir y gozar de la variedad de especies que comparten su vida
con la nuestra?, ¿Porque no mejor ayudar a la vida en libertad de los animales
en su medio y disfrutar contemplándolos sin arrebatarle la vida o enjaulándolos
como trofeos?
En fin, por
respeto a los animales, son muchas las actividades que no debieran considerar
nuestra aprobación, tales como la matanza para elaborar abrigos de pieles u
otras prendas de vestir o aquellas para obtener partes para elaborar adornos o
cosméticos.
Finalmente,
respecto a los animales de granja, evitar autorizar el confinamiento pensando
solo en el objetivo de producir y los animales de compañía, gatos o perros,
deben criarse en forma responsable. También me parece oportuno, mencionar y
razonar que no todo tipo de animalito puede ser considerados como válidos para
mascotas.
Salmo 36:6...7 "...Tú, Señor, cuidas de
hombres y animales; ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!..." NVI
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