NO A Una Iglesia Amiga Del Mundo – Por Saúl Guevara

 



Frecuentemente alguien me escribe y comparte su frustración con la predicación y la enseñanza de su iglesia. Las quejas o interrogantes por lo general son sobre la alabanza, la danza, chistes del predicador, restricciones conductuales, etc. Y al final la pregunta: ¿Qué hago?

 Un factor que contribuye a la decadencia de la iglesia contemporánea es la preocupación con la imagen y la influencia. La idea equivocada de ganar las personas para Cristo, pero ganando primero el favor del mundo es la peor filosofía. Sugerir que los cristianos deberían intentar hacer que los pecadores no convertidos se sientan cómodos con el mensaje cristiano es fatal. El punto según es, hacer de la iglesia un lugar que no sea amenazador, donde los incrédulos se sientan que pertenecen naturalmente, no atormentar a los que no son cristianos, en vez de confrontar su incredulidad; hacerse amigos del mundo en vez de mantenerse separados.

 Es triste y lamentable el ver como las iglesias entran en los caminos mundanos, la utilización de la mercadotecnia en una sociedad de consumo, ha invadido las formas tradicionales y por mucho tiempo utilizadas por las iglesias, de ahí que muchas iglesias hoy parecen más discotecas que templos consagrados al Señor.

 Pablo francamente no hubiera tenido paciencia para esas tácticas; él nunca buscó ganar el mundo a través de la aceptación intelectual, popularidad personal, imagen, status social, reputación o cosas por el estilo, él escribió: “hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos” 1 Corintios 4:13.

 Sucede que muchas iglesias han sido infectadas con malas doctrinas, como el llamado evangelio de la prosperidad o un moralismo que distorsiona el mensaje bíblico. En algunos casos, los propulsores de estas enseñanzas son líderes levantados por si solos, no regenerados por el Espíritu Santo y en otros, por no haber tenido un fundamento sólido en el evangelio y en sanas doctrinas, lo que ha ocurrido es lo que Pablo advirtió a los colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” Colosenses 2:8.

 El Internet y otros medios, han propiciado buenas enseñanzas de pastores verdaderamente ungidos. Diversos recursos audiovisuales y el acceso a buenos libros han permitido a muchas personas entender mejor el poder del evangelio. Claro, este “fenómeno” también trae sus riesgos.

 La gente está siendo mal conducida por el ejemplo de algunos de los líderes de la iglesia. Ellos están predicando de que la fidelidad a la Palabra de Dios es opcional. Además, como la predicación bíblica continúa disminuyendo, la ignorancia de la Escritura crece.

 Debemos aprender que no podemos evitar ser una ofensa al mundo y aún permanecer fieles al evangelio. El evangelio es inherentemente ofensivo para el mundo. Cristo mismo es ofensivo a los incrédulos. Él es una ofensa para todo lo que está en error

 Si has sido justificado a través del arrepentimiento de tus pecados y la fe en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo, y si sabes que esa salvación ha sido por gracia, debes de ser un poco más humilde. Hermanos: nunca se nos puede olvidar que Dios nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, en los cuales anduvimos en otro tiempo, “siguiendo la corriente de este mundo… haciendo la voluntad de la carne… y éramos por naturaleza hijos de ira…

 El auténtico cristianismo siempre ha reconocido que la verdad no se puede cambiar. La palabra de Dios está establecida para siempre en los cielos (Salmos 119: 89). Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13: 8). Dios mismo no cambia (Malaquías 3: 6).

Cuando la iglesia pierde su compromiso con la verdad, pierde su voluntad para discernir. Echa a perder la moral precisa y la conducta precisa que nace del cristianismo. El pensamiento correcto y la vida correcta demandan una disciplina cuidadosa y un compromiso inflexible con la verdad.

 Uno de los espíritus malévolo de nuestra generación es un rechazo a la autoridad. Queremos ser llaneros solitarios y vivir bajo el manto del individualismo. No obstante, cuando leemos la Biblia vemos que Dios rechaza este estilo y actitud. La vida cristiana es un llamado al discipulado y a hacer discípulos (Mateo 28:19…20). Y esto no es exclusivo del Nuevo Testamento: en el Antiguo Testamento vemos cómo el Señor le ordenaba a su pueblo que se dicipularan uno a otros, recordándose unos a otros sobre la fidelidad de Dios y sus grandes obras. Cuando alguno se descarriaba le recordaban el Éxodo, la forma en que Dios los había redimido y las promesas del pacto.

 La iglesia tiene tres propósitos...evangelizar el perdido, edificar el santo y glorificar el Salvador.

 Una iglesia debe ser un lugar donde se pueda escuchar el evangelio. Una iglesia que trate de presentar el evangelio en casi cada predicación aun cuando el tema no es el evangelio.

 Pero tristemente hoy en día muchas iglesias no predican claramente el evangelio. Uno puede ir a los cultos por años y nunca ser confrontado con el evangelio.

 Tampoco hay énfasis en compartir nuestra fe con otros. Muchas veces si hablan con otros están predicando a si mismo o a la iglesia y no el mensaje de la salvación.

 Lo que hemos dicho no significa que debemos quedarnos callados cuando se corrompa la Palabra o cuando la predicación no sea sana. Más bien, como le dice Pablo a Timoteo, debemos de corregir con mansedumbre. A la vez es importante decir que la división puede ser pecaminosa. Si bien la división fue algo sano y necesario en la Reforma Protestante, cuidémonos de criticar a nuestros líderes porque ahora solo cantan dos himnos en vez de cinco como antes. Una de las limitaciones a la hora de responder a una pregunta tan específica es que no conocemos todos los detalles del caso en particular.

 El hecho que una iglesia es cristiana no significa que es de sana doctrina.

Debe comparar lo que enseña la iglesia con su escudriñar bíblico personal y con la Palabra de Dios.

 “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” Mateo 24:3…5

S.A.G. – 21 – ABR – 2024