Época
en que el mundo y muchas iglesias habla de nacimientos, entonces platiquemos de
uno, que poco se predica.
Siempre
pido que hagamos el esfuerzo de imaginar los momentos bíblicos para una mejor
comprensión y logro de transformar el entendimiento; ¿alguna vez se ha
imaginado a Jesús dando instrucciones de última hora y consuelo a sus
discípulos? En Juan capítulos 14 al 16, lo podemos ver, ahí está Jesús, poco
antes de su detención por los judíos, Él ya no iba a estar con ellos. Ellos, ciertamente
le verían otra vez después de su resurrección, pero sólo por unos días, hasta su
ascensión al Padre. Eran los últimos momentos, había que aprovecharlos… ellos
se quedarían solos…
Pero
Jesús había prometido su acompañamiento siempre y entonces al irse ¿Cómo lo
haría? Tenía que poner un reemplazo, otro que lo sustituyera. Él vendría a
ellos en “otra forma”, por decirlo así. Habría otro nacimiento.
Y
como sabemos, esto es lo que pasó. Jesús, ya no esté presente físicamente, está
presente mediante el Consolador, el Espíritu Santo; el consolador sustituye a
Jesús, haciendo lo que Él haría si estuviera físicamente presente. Ninguno de
nosotros ha conocido a Jesús en persona, en carne y hueso, como le conocieron
los discípulos. Sin embargo, gracias al Consolador, el Espíritu Santo, no
estamos sin Él. Juan 14:15…18 nos dice: “Si ustedes me aman, obedecerán mis
mandamientos. Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que
los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar
porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con
ustedes y estará en ustedes. No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes”
NVI
Jesús
está hablando del Espíritu Santo y lo describe como otro consolador. Aunque
Jesús se iba, Él no los dejaba solos. Enviaría a otro consolador, es decir, al que
lo sustituiría, alguien que haría todo lo que Él hacía cuando estaba con ellos.
Aunque
ya no estaría presente físicamente, estaría presente espiritualmente, mediante
el Consolador. Por ello, tener el Espíritu Santo es tener a Jesús. Y el
Espíritu Santo hace para aquellos que siguen a Jesús lo que Jesús hizo para sus
discípulos cuando Él estuvo presente físicamente, los enseña, los guía, los
reprende, los consuela.
Por
eso es llamado el otro consolador. El primer consolador era Jesús en su
presencia física. Sólo unos días después de la ascensión de Jesús, el Espíritu
Santo, el segundo consolador, “el otro consolador”, vino.
Jesús
había sido para ellos un consejero, un guía, un amigo, mientras Él estaba con
ellos. Los había instruido, había cargado con sus prejuicios e ignorancia, y
les había dado consuelo en tiempos de desaliento. Pero Él estaba a punto de
abandonarlos ahora. Debía ser dado el otro Consolador como una compensación por
su ausencia, o para realizar las funciones que Él habría hecho si hubiera
permanecido personalmente con ellos. Y de esto podemos aprender, que la función
del Espíritu, es la de proveer a todos los cristianos la instrucción y consuelo
que daría la presencia personal de Jesús.
Por
lo tanto, en Jesucristo: no estamos abandonados. Él está muy cerca de nosotros.
Jesús, mediante el Consolador, está en nosotros. Como lo dice Colosenses 1:26…27:
“el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora
ha sido manifestado a Sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en
vosotros, esperanza de gloria.”
El
Consolador está en usted… ¿Y por qué está el consolador ahí?... Para hacer todo
lo que Jesús haría si Él estuviera presente físicamente. Aquí está el
ministerio del Espíritu Santo según lo describió Jesús:
Juan
14:26: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he
dicho.”
Juan
15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí.”
Juan
16:7: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me
voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré.”
Tener
el Espíritu Santo es más beneficioso para nosotros que si Jesús se quedara
físicamente en la tierra
Juan
16:8…15
“Y
cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De
pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me
veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya
juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad,
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os
hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de
lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que
tomará de lo mío y os lo hará saber. ”
Este
es el maravilloso ministerio y la maravillosa realidad del Espíritu Santo.
Muchas
personas realmente no creen en un Espíritu Santo que está trabajando en la vida
de los cristianos. Pero tal y como dijo Jesús: ¡no nos quedaremos huérfanos! El
Espíritu Santo lo sustituye, siendo “otro consolador”, o sea, un consolador en
el lugar de Jesús, el primer consolador.
Jesús
al ir a su Padre no nos dejó solos. Él nos envió un reemplazo que hace lo que
Jesús haría si Él físicamente estuviera presente con cada uno de nosotros. Este
sustituto es el Espíritu Santo y su misión es, entre otras, la de enseñar y
recordarnos lo que Él nos ha dicho (Juan 14:26), instruir, guiar (Hechos 16:6…10)
y fortalecer (Hechos 9:31). No es un “espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7). Este es el maravilloso regalo que
el Padre, debido a Su amor, dio como un nuevo nacimiento, a aquellos que
creen en Su Hijo y en la resurrección de los muertos. Por ello “el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado.” Romanos 5:5
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