En el
vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés y uno pregunta al otro: - ¿Tú
crees en la vida después del parto?
- Claro
que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque
necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
-
¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No
lo sé, pero seguramente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros
propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso
es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El
cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida
después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues
yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que
estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero
nadie ha vuelto nunca del más allá después del parto. El parto es el final de
la vida. Y, a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia
en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno,
yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a
mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá?
¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde?
¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin
ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues
yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno,
pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir
cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes? …yo pienso que hay una vida real que nos
espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella…
¿Encuentras
algo similar a nuestra vida aquí?
¿Qué
pasa cuando morimos? Esta es una de las preguntas que más nos inquieta porque
todos sabemos que algún día vamos a morir. Es difícil aceptar y asimilar la
muerte y sus implicaciones porque es algo que todavía no hemos experimentado.
Los
cristianos creemos y entendemos que la Biblia habla de una vida más allá de
esta. El debate suele girar en torno a cómo percibiremos la realidad después de
morir o qué tan conscientes estaremos al cruzar el umbral de la muerte.
¿Dormiremos mientras esperamos la resurrección y el juicio final o empezaremos
a disfrutar de las realidades que vendrán después de tales eventos?
La
Biblia nos ofrece muchas pistas sobre una realidad cercana a la muerte, que
teológicamente llamamos estado intermedio, es decir, el estado en el que se
encuentran las personas tras fallecer y mientras aguardan la resurrección y el
juicio final. Este estado constituye una esperanza real para todos los
cristianos que hemos experimentado la pérdida de un ser querido que vivió
confiando en las promesas de Dios. Pablo expresó esa esperanza.: “Por tanto,
animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos
ausentes del Señor. (Porque por fe andamos, no por vista). Pero cobramos ánimo
y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor” 2 Corintios
5:6…10
Mientras
anhelamos estar con Cristo, debemos considerar la muerte como el paso siguiente
hacia la esperanza de la vida eterna. El estado intermedio no es el último paso
de la transformación que se llevará a cabo con la resurrección, pero es mejor
que la existencia marcada por el pecado de esta vida (Filipenses 1:23; Romanos
8:22…23). La esperanza del estado intermedio se fundamenta en la obra que
Cristo ya realizó en su resurrección, cuando derrotó a la muerte (Apocalipsis
1:17…18).
Jesús
garantizó con su muerte y resurrección un destino seguro y eterno a quienes
creemos en el evangelio (Romanos 8:29). Por eso era el único que podía prometer
al ladrón crucificado a su lado que ese mismo día estarían juntos en el paraíso
(Lucas 23:42…43). Mientras anhelamos estar con Cristo, debemos ver la muerte
como el siguiente paso hacia la esperanza de la vida eterna.
A
Pablo no se le permitió expresar las gloriosas realidades que contempló en “el
tercer cielo” (2 Corintios 12:2…4). En las visiones de Juan en Apocalipsis, la
cortina es abierta para darnos una descripción que, aunque detallada, solo
describe una parte de lo que ahora disfrutan los santos que están en la
presencia de Dios. La conciencia de aquellos que han muerto en Cristo es
evidenciada claramente porque tienen un diálogo con Dios sobre lo que está
sucediendo en la tierra. Ellos anhelan la justicia perfecta del juicio final
sobre las naciones, y se les dice que esperen un poco más de tiempo mientras se
completa el número de aquellos que forman parte de la iglesia (Apocalipsis 6:9…11).
¿Qué
tan detallado es lo que los fallecidos saben sobre lo que sucede en la Tierra?
La Biblia no nos lo dice, pero parece que saben, en términos generales, en qué
etapa de la historia de la redención nos encontramos.
Jesús
garantizó un destino seguro y eterno a quienes creemos en el Evangelio. En este
punto, vale la pena preguntarnos: ¿hay algún tipo de tristeza para los que
están en la presencia de Cristo en un mundo caído, lleno de injusticias y de
incredulidad? La respuesta es no. En un estado sin naturaleza pecaminosa,
podremos gozarnos perfectamente en el plan soberano de Dios. La gloria de Dios
manifestada a través de su juicio sobre un mundo rebelde traerá gozo y
adoración a los redimidos. (Apocalipsis 19:1…7).
La
pregunta más importante que podemos hacernos es: ¿cómo sé que yo estaré en el
cielo cuando muera? La Biblia establece claramente que lo que nos da derecho a
estar en la presencia de Dios es apropiarnos por medio de la fe de la obra
sustitutoria de Cristo en nuestro lugar (Tito 3:5…7). El perdón de nuestros
pecados nos llevará a un gozo perfecto donde nunca más experimentaremos los
efectos del pecado. Juan afirma: “Uno de los ancianos habló diciéndome: Estos
que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?
Y le respondí: Señor mío, usted lo sabe. Y él me dijo: Estos son los que vienen
de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en
la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día
y noche en Su templo; y Aquel que está sentado en el trono extenderá Su
tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol les hará daño,
ni ningún calor abrasador, pues el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda
lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 7:13…17).
Este y
otros pasajes muestran una consciencia real de los cristianos que ya no están
en la tierra (Apocalipsis 4:8…11; 5:8…14; 12:10…11; 14:1…5; 20:4…6).
En
conclusión, la Biblia presenta una esperanza real sobre lo que ahora disfrutan
los que han muerto en Cristo y lo que nos espera a los que todavía vivimos las
frustraciones de vivir en un mundo caído, pero que ya hemos sido redimidos por
la sangre de Cristo.
NOTA: La
anécdota inicial me encontré en internet sin autor, no se quien sea, pero lo
importante es esto que escribió y bendiciones a su autor.
S.A.G. -
13 –ABR – 2025
(Estudio
No. 832)
Si deseas
escribirnos, puedes hacerlo a:
igelrenuevo@gmail.com
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