¿Y Por Qué No? - Por Saúl Guevara (Estudio No. 832)

 


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés y uno pregunta al otro:       - ¿Tú crees en la vida después del parto?

- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?

- No lo sé, pero seguramente habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.

- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.

- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.

- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá después del parto. El parto es el final de la vida. Y, a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.

- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.

- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?

- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.

- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.

- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes? …yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella…

 ¿Encuentras algo similar a nuestra vida aquí?

 ¿Qué pasa cuando morimos? Esta es una de las preguntas que más nos inquieta porque todos sabemos que algún día vamos a morir. Es difícil aceptar y asimilar la muerte y sus implicaciones porque es algo que todavía no hemos experimentado.

 Los cristianos creemos y entendemos que la Biblia habla de una vida más allá de esta. El debate suele girar en torno a cómo percibiremos la realidad después de morir o qué tan conscientes estaremos al cruzar el umbral de la muerte. ¿Dormiremos mientras esperamos la resurrección y el juicio final o empezaremos a disfrutar de las realidades que vendrán después de tales eventos?

 La Biblia nos ofrece muchas pistas sobre una realidad cercana a la muerte, que teológicamente llamamos estado intermedio, es decir, el estado en el que se encuentran las personas tras fallecer y mientras aguardan la resurrección y el juicio final. Este estado constituye una esperanza real para todos los cristianos que hemos experimentado la pérdida de un ser querido que vivió confiando en las promesas de Dios. Pablo expresó esa esperanza.: “Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. (Porque por fe andamos, no por vista). Pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor” 2 Corintios 5:6…10

 Mientras anhelamos estar con Cristo, debemos considerar la muerte como el paso siguiente hacia la esperanza de la vida eterna. El estado intermedio no es el último paso de la transformación que se llevará a cabo con la resurrección, pero es mejor que la existencia marcada por el pecado de esta vida (Filipenses 1:23; Romanos 8:22…23). La esperanza del estado intermedio se fundamenta en la obra que Cristo ya realizó en su resurrección, cuando derrotó a la muerte (Apocalipsis 1:17…18).

Jesús garantizó con su muerte y resurrección un destino seguro y eterno a quienes creemos en el evangelio (Romanos 8:29). Por eso era el único que podía prometer al ladrón crucificado a su lado que ese mismo día estarían juntos en el paraíso (Lucas 23:42…43). Mientras anhelamos estar con Cristo, debemos ver la muerte como el siguiente paso hacia la esperanza de la vida eterna.

 A Pablo no se le permitió expresar las gloriosas realidades que contempló en “el tercer cielo” (2 Corintios 12:2…4). En las visiones de Juan en Apocalipsis, la cortina es abierta para darnos una descripción que, aunque detallada, solo describe una parte de lo que ahora disfrutan los santos que están en la presencia de Dios. La conciencia de aquellos que han muerto en Cristo es evidenciada claramente porque tienen un diálogo con Dios sobre lo que está sucediendo en la tierra. Ellos anhelan la justicia perfecta del juicio final sobre las naciones, y se les dice que esperen un poco más de tiempo mientras se completa el número de aquellos que forman parte de la iglesia (Apocalipsis 6:9…11).

 ¿Qué tan detallado es lo que los fallecidos saben sobre lo que sucede en la Tierra? La Biblia no nos lo dice, pero parece que saben, en términos generales, en qué etapa de la historia de la redención nos encontramos.

 Jesús garantizó un destino seguro y eterno a quienes creemos en el Evangelio. En este punto, vale la pena preguntarnos: ¿hay algún tipo de tristeza para los que están en la presencia de Cristo en un mundo caído, lleno de injusticias y de incredulidad? La respuesta es no. En un estado sin naturaleza pecaminosa, podremos gozarnos perfectamente en el plan soberano de Dios. La gloria de Dios manifestada a través de su juicio sobre un mundo rebelde traerá gozo y adoración a los redimidos. (Apocalipsis 19:1…7).

 La pregunta más importante que podemos hacernos es: ¿cómo sé que yo estaré en el cielo cuando muera? La Biblia establece claramente que lo que nos da derecho a estar en la presencia de Dios es apropiarnos por medio de la fe de la obra sustitutoria de Cristo en nuestro lugar (Tito 3:5…7). El perdón de nuestros pecados nos llevará a un gozo perfecto donde nunca más experimentaremos los efectos del pecado. Juan afirma: “Uno de los ancianos habló diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y le respondí: Señor mío, usted lo sabe. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo; y Aquel que está sentado en el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol les hará daño, ni ningún calor abrasador, pues el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 7:13…17).

 Este y otros pasajes muestran una consciencia real de los cristianos que ya no están en la tierra (Apocalipsis 4:8…11; 5:8…14; 12:10…11; 14:1…5; 20:4…6).

 En conclusión, la Biblia presenta una esperanza real sobre lo que ahora disfrutan los que han muerto en Cristo y lo que nos espera a los que todavía vivimos las frustraciones de vivir en un mundo caído, pero que ya hemos sido redimidos por la sangre de Cristo.

NOTA: La anécdota inicial me encontré en internet sin autor, no se quien sea, pero lo importante es esto que escribió y bendiciones a su autor.

S.A.G. - 13 –ABR – 2025

(Estudio No. 832)

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