Fin De Año Y Los Propósitos Por Saúl Guevara (Estudio No. 866)

 

 

 

Nota del Autor

Durante los tres próximos domingos, nos ausentaremos de nuestros estudios. Dios ha sido tan amable de concedernos un viaje a Málaga, España, para acompañar a nuestra hija menor, Tiki, quien espera junto a su esposo Esteban, la llegada de su primer hijo, varón que también se llamara Esteban y si bien es cierto que no estaré a la par de mi hija en el nacimiento de este varón, si es cierto que hoy que llego aprovechare para bendecirlo y presentárselo al Señor. Así que mi amigo lector nos veremos hasta el domingo 11 de enero de 2026 y que las bendiciones de Dios para ese año, sean proliferas en todos nosotros, siendo toda la gloria solo para El.

 Ahora a nuestro estudio:

 Al inicio de cada nuevo año, se presta especial atención a los denominados “propósitos” de año nuevo, en los que las personas establecen la determinación de abandonar hábitos nocivos, adoptar nuevas prácticas o reformular su perspectiva de vida. Lamentablemente, estas promesas personales suelen ser de corta duración y el incumplimiento puede conducir a un estado de desmotivación.

 La práctica de hacer resoluciones de Año Nuevo se remonta a más de 3,000 años con los antiguos babilonios. Hay algo en el inicio del nuevo año que nos hace pensar en un nuevo comienzo, una nueva etapa. En realidad, no hay diferencia entre el 31 de diciembre y el 1º de enero. Nada místico ocurre a la media noche del 31 de diciembre. La Biblia no habla en favor ni en contra del concepto de la resolución de Año Nuevo. Sin embargo, si un cristiano desea hacer una resolución de Año Nuevo, ¿qué clase de resolución debería hacer?

 Las resoluciones de Año Nuevo más comunes son la determinación de dejar de fumar, dejar de beber, manejar el dinero más sabiamente y pasar más tiempo con la familia. Para ellas, la resolución más común de Año Nuevo es sin duda el bajar de peso, juntamente con hacer más ejercicio y comer más sanamente. Todos estos son buenos objetivos. Sin embargo, 1 Timoteo 4:8 nos enseña a mantener el ejercicio físico en perspectiva. “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y la venidera.” La gran mayoría de las resoluciones de Año Nuevo, aún entre cristianos, tienen que ver con el aspecto físico. Esto no debería de ser.

 Muchos cristianos determinan orar más, leer la Biblia todos los días e ir a la iglesia más regularmente. Estos son objetivos fantásticos. Sin embargo, estas resoluciones fallan tanto como las no espirituales, porque no hay poder en una resolución de Año Nuevo. Tener determinación para comenzar o terminar cierta actividad no tiene ningún valor, a menos que se tenga verdadera motivación para hacer o dejar de hacer esa actividad.

 Filipenses 4:13 nos dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Juan 15:5 nos enseña: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

 Si Dios es el centro de tus resoluciones de Año Nuevo, hay posibilidad de tener éxito, dependiendo de tu compromiso para hacerlo. Si es la voluntad de Dios que algo se cumpla, Él te ayudará a realizarlo. Si una resolución no es para honrar a Dios o no está de acuerdo con la Palabra de Dios, no recibiremos ayuda de Dios para llevarla a cabo. Salmo 37:5-6 dice: “Encomienda a El Señor tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, tu derecho como el mediodía."

 En Génesis, el Señor se encuentra con Abraham y le dice: "Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene" (Génesis 17:21). Más tarde, Dios pregunta: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo" (Génesis 18:14). La palabra hebrea para “tiempo” en estos versículos, tiene una variedad de significados que incluyen “tiempo establecido”, “temporada” o “fiesta”, y es el mismo término que Génesis usó para describir la designación de Dios del sol y la luna: "Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años" (Génesis 1:14). Las palabras de Dios a Abraham y Sara subrayan que la promesa y la presencia divina son tan confiables como el ciclo de días, meses y años.

Desde un razonamiento judío, la razón para conocer las “estaciones” o “tiempos” que Dios estableció en la creación era seguir el calendario festivo, que marcaba la certeza de la providencia de Dios sobre Israel a lo largo de cada año. Levítico, introduce las “fiestas” con la misma palabra vinculándola a períodos anuales específicos: "Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos" (Levítico 23:4).

 Para los antiguos israelitas como para los cristianos practicantes de hoy, estos recordatorios de calendario de la presencia y las promesas de Dios se renuevan en los mismos tiempos señalados cada año. Las Escrituras de Israel dan fe del restablecimiento continuo de las bendiciones divinas, no solo el “año que viene”, sino el siguiente y el siguiente. Por lo tanto, en lugar de centrarse en los propósitos humanos este nuevo año, los lectores de la Biblia pueden confiar en la promesa segura de Dios sobre su fidelidad continua al pacto este año y en todos los años venideros.

 Y que toda la gloria sea para Dios.

S.A.G. - 14 – DIC – 2025 (Estudio No. 866)

Si deseas escribirnos o pedir que nuestros estudios te sean enviados por email, puedes solicitarlos a: igelrenuevo@gmail.com