Los
cristianos aun cuando somos capaces de discernir las intenciones malvadas del
mundo con la prudencia de una serpiente, debemos tratar a los demás con la
pureza y mansedumbre de una paloma. Los cristianos estamos en desventaja al
enfrentar a una sociedad corrupta que se vale de lo bueno y malo para lograr
sus metas. Por eso Jesús dio a sus discípulos una estrategia para lidiar con el
mundo.
No es
cosa fácil llevar la vida de un cristiano. Uno se da cuenta, desde el inicio,
que se encuentra en franca desventaja con el mundo. Mientras que la persona
común puede usar todos los medios a su disposición, sean buenos o malos, para
lograr la meta deseada, el verdadero creyente sin embargo no puede aplicar
cualquier método, ya que muchos de ellos van en contra de los principios
bíblicos. A pesar de todo, Dios espera que el converso sea un vencedor en medio
de una sociedad hostil.
Por
eso, Jesús nos describió como «ovejas en medio de lobos», ya que, al aceptar a
Jesús, se refería claramente a la diferencia de actitudes entre sus discípulos
y las que prevalecen en el mundo. Al seguir el camino de Dios, los conversos
comienzan modificando su conducta y abandonan la actitud egoísta y agresiva del
lobo para adoptar la actitud pacífica y mansa de una oveja.
Este
nuevo modo de vida provoca un conflicto a quienes quieren seguirlo, ya que se
ven obligados a competir en el mundo con un nuevo sistema de valores que no
saben cómo aplicar exactamente. Esta inexperiencia del cristiano contrasta con
la sabiduría mundana que Jesús resumió de esta manera: “. . . porque los hijos
de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de
luz” (Lucas 16:8). Es más fácil ceder a las exigencias del lado de la
naturaleza humana y vivir como un lobo, con una actitud egoísta y agresiva.
¿Cuál
es la manera correcta de lidiar eficazmente con el mundo? ¿Acaso espera Jesús
que sus discípulos se rindan ante la voracidad de los lobos que los acechan?
No es
así. El mismo pasaje bíblico que describe a sus discípulos como “ovejas en
medio de lobos”, también nos entrega una estrategia exitosa para lidiar con el
mundo. Les dijo: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed,
pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Al
aplicar lo que Jesús enseñó, el cristiano puede afrontar sin temores al mundo y
superar las dificultades que se le presentan.
En
primer lugar, veamos lo que podemos aprender de la serpiente. Jesús ciertamente
no se refiere a su hostilidad ni venenosidad, pues entonces estaría proponiendo
una actitud similar a la del lobo. Al contrario, es la prudencia y sagacidad de
la serpiente lo que debemos emular. La serpiente es descrita como una criatura
prudente por su habilidad para no exponerse al peligro. Se esconde en grietas o
debajo de las rocas, donde puede observar lo que sucede sin ser vista, y se
mueve sigilosamente, evitando llamar la atención. Es decir, se desenvuelve
sagazmente dentro de su medio ambiente. Tal como dice Proverbios 22:3, “El
prudente ve el peligro y busca refugio; el inexperto sigue adelante y sufre las
consecuencias” NVI.
Las
palomas, en cambio, son incautas e insensatas. Todos las hemos visto
congregarse en los parques y acercarse descuidadamente a cualquier extraño, sin
tomar en cuenta sus intenciones. Así, a veces terminan siendo fritas en una
sartén. Es por eso que Cristo no dijo ser “prudentes” como palomas. Por el
contrario, no vemos a la serpiente en una situación tan vulnerable o incauta;
por eso los cristianos deben imitar la prudencia y cautela de la serpiente y
así evitar que se aprovechen de ellos.
Jesús
explicó a sus discípulos la manera de evitar esa vulnerabilidad imprudente: “No
juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). Si
el creyente es capaz de discernir el verdadero propósito que se esconde detrás
de la fachada atractiva que presenta el mundo, entonces podrá evitar muchos
riesgos y calamidades al no dejarse engañar fácilmente por los demás.
Dios ha provisto al cristiano de un instrumento valioso para
identificar al lobo cuando se disfraza con piel de oveja. Ese
instrumento es la Palabra de Dios, la Biblia, descrita como una espada de doble
filo que “penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos
4:12). Si nos valemos de las Escrituras para juzgar justamente, entonces
podremos obedecer el aviso de: “Absteneos de toda especie de mal” (1
Tesalonicenses 5:22).
Para
ser prudentes como serpientes es necesario aprender a discernir como cristianos
maduros. Pablo describió esa actitud: “Hermanos, no seáis niños en el modo de
pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1
Corintios 14:20). En otras palabras, Dios desea que el creyente tenga la
actitud de un niño. No, la mentalidad de un niño.
¿Qué
debe hacer el cristiano cuando descubre los propósitos torcidos del mundo?
¿Debe combatirlos sin piedad?
De
ningún modo. Es aquí donde entra en juego la segunda parte de la estrategia de
Jesús. Aunque seamos capaces de discernir las intenciones malvadas del mundo
con la prudencia de una serpiente, debemos tratar a los demás con la pureza y
mansedumbre de una paloma.
Pablo
dice: “No paguéis a nadie mal por mal” (Romanos 12:17). Esto debe ser una de
las características del cristiano. Esa actitud de mansedumbre está explicada en
el llamado “sermón del monte”. Es decir, los seguidores de Jesús no han de usar
los mismos métodos carnales que aplica el mundo, pues entonces tendrían
actitudes como las de los lobos.
En el
sermón del monte, Jesús dice que debemos poner la otra mejilla y no dañar a
quienes nos maltratan (Mateo 5:39). Esto es la que separa a las ovejas de los
lobos. En lugar de devolver mal por mal, debemos meditar y aplicar los frutos
positivos del Espíritu de Dios: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad” (Filipenses 4:8).
Combinando
la prudencia y sabiduría de la serpiente con la pureza y mansedumbre de la
paloma, tenemos una fórmula ganadora para poder lidiar exitosamente contra el
mundo. Pablo explicó esa combinación: “. . . quiero que seáis sabios para el
bien, e ingenuos para el mal” (Romanos 16:19).
Aunque
no es fácil vivir en este mundo y seguir a Cristo, si actuamos con prudencia y
sabiduría como una serpiente y mostramos la pureza y mansedumbre de una paloma,
podremos triunfar sobre el sistema actual, al igual que lo hizo Jesús, sin
ceder ante los falsos valores del mundo. La combinación ganadora está resumida
así: “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien”
(Romanos 12:21).
S.A.G. - 07 – DIC – 2025 (Estudio
No. 865)
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