Sobre El Régimen Disciplinario En La Congregación

En la congregación la disciplina se puede definir como el conjunto de recursos, actitudes y acciones contenidas en la Biblia que han de conjugarse para prevenir, desincentivar y corregir las prácticas pecaminosas de los miembros y líderes.

El pecado es la raíz de las desgracias y el mayor factor de infelicidad y frustración en un creyente. La expresión "caer en pecado", en la Biblia, sugiere referirse a una situación ocasional, inesperada y del todo ajena a la vida normal de un verdadero hijo de Dios. Ante tales circunstancias, Juan nos dice muy afectuosamente "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo." 1 Juan 2:1

Diferente es hacer del pecado una práctica constante, conductual y consiente. A ello, le llamamos "vivir en pecado". Esto seria normal en un inconverso, pero es inadmisible en quien dice ser cristiano o peor aún, de un líder de la iglesia. Pablo les dice a la iglesia de Corintios: "Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” 1 Corintios 5:11

Si el pecado es grave entonces, ¿qué debe hacer la iglesia?: Disciplinar.

Porque la expresión "disciplinar" muchas veces ha sido mal aplicada, es que no goza de popularidad entre las congregaciones. En ciertas iglesias la disciplina es únicamente sinónimo de castigo o coerción. Y en otras no se aplica, por temor a que la hermandad abandone la iglesia. Esto genera un círculo vicioso, en donde la gente no vive en santidad y prefiere andar de templo en templo, buscando un espacio en donde lo acepten con su torcida manera de vivir.

Sin el ánimo de elaborar un estudio profundo, exhaustivo y mucho menos concluyente, como tampoco el de polemizar, a continuación desarrollo dos sencillas consideraciones de la disciplina en la congregación, que a mi juicio podrían dar luz al tema:

1. La Naturaleza De La Disciplina Congregacional
Un pasaje esclarecedor de la naturaleza de la disciplina congregacional, lo hallamos en Mateo 18:15..17: "15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano"

Esta porción bíblica ha sido empleada por comunidades cristianas para desarrollar una forma disciplinaria. Notemos que la finalidad de este proceso de acciones es regular las buenas relaciones humanas entre los creyentes. Y su objetivo es "ganar al que ha pecado". En otras palabras, la disciplina mira al pecador como alguien que debe ser restaurado y devuelto a la común unión de los miembros. Si no logra esta meta, por una actitud deliberada del pecador, la disciplina impone un castigo, terminando en la marginación del pecador no arrepentido de la comunión de la iglesia.
Asimismo se notan las etapas sugeridas para un proceso de restauración y/o marginación disciplinaria:
· Jesús propone una primera conversación personal y en privado con el ofensor, para reconvenirle por su actitud y "ganarlo" (Levíticos 19:17; Lucas 17:3; Gálatas 6:1; Santiago 5:19-20).
· Si esta primera iniciativa fracasa, se instruye al ofendido a que se haga acompañar y respaldar por dos o más testigos, para que se deje constancia del procedimiento seguido (Deuteronomio 19:15; Juan. 8:17; 2 Corintios 13:1 y Hebreos 10:28).
· Si persiste la actitud del pecador de no querer oír la reprensión, Jesús enseña que el caso ha de darse a conocer a la Iglesia. No como castigo, sino como una manera de proteger el testimonio de la Iglesia evitando la mala influencia del pecador.
· Si esta medida extrema no da resultados, entonces no queda otra opción que la marginación del ofensor (1 Corintios 6:1..6; 2 Tesalonicenses 3:6,14).

Si lo anterior no rinde los frutos esperados, la iglesia debe considerar seriamente la posibilidad de apartar al pecador de la comunión de sus miembros. Pero la iglesia siempre debe mantener la posibilidad del perdón, por si obra el arrepentimiento en el pecador (2 Corintios 2:5..8.).

En ocasiones hay personas que se solidarizan con el pecador y añaden un foco de división en la comunidad. En otros casos, la hermandad actúa de manera violenta y poco misericordiosa. Una actitud equilibrada nos la provee Pablo en su segunda carta a los Tesalonicenses 3:14..15 "14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. 15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano."

Por último, es importante también considerar que si una persona persiste en su pecado, las consecuencias serán graves para su permanencia en la iglesia: "Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo" (Tito. 3:10)

2. La Necesidad De La Disciplina
Quizás con lo anterior tengamos suficientes herramientas para aceptar la necesidad de la disciplina congregacional. Pero para alcanzar mayor precisión, veamos cuatro razones que creo, justifican la implementación de medidas disciplinarias permanentes. La disciplina congregacional es necesaria por:

a) Porque la iglesia debe elevar el nivel moral de la sociedad.
Pablo escribe a Timoteo para instruirle de como debe ser su conducta. Aunque tiene la esperanza de ir a verlo personalmente, le señala que ante un eventual retraso en su viaje, le envía esa carta para que "...sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad." (1 Timoteo. 3:14..15)

Al compartir con Pablo esta imagen de la iglesia (columna y baluarte de la verdad), resulta sencillo entender las instrucciones bíblicas que nos imponen a los creyentes la responsabilidad personal y congregacional de vivir en santidad.

El Señor recalca a sus seguidores que son la luz del mundo y la sal de la tierra. Por lo tanto, el testimonio de pureza y lucha contra el pecado, ha de ser el principal patrimonio de los seguidores del Señor. Por ello, escribe en Levítico 20:26 "Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos"

Nuestro mensaje de santidad deja de ser creíble y válido, si la iglesia no vive la santidad. Por eso, la disciplina.

b) Porque el testimonio de la iglesia fortalece la evangelización.
De nada sirve que Dios nos dé recursos de diversa índole para alcanzar a las naciones mediante las misiones o el evangelismo, si nuestra vida cotidiana no está sustentada en un ejemplo de pureza moral, derivada de la santificación que el Espíritu Santo produce en la vida de los creyentes que obedecen a la Palabra de Dios. Evangelismo sin santidad, es publicidad engañosa.

c) Porque la disciplina congregacional produce frutos deseables.
La Epístola de Hebreos habla de la disciplina de una manera práctica: "...Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados." (He. 12:11)

Que gran verdad... este tema no es popular. Probablemente habrá personas que nos van a escribir manifestándose en contra de la disciplina congregacional, basadas en malas experiencias. Pero si dejamos que el sano consejo de la Palabra de Dios se atesore en nuestro corazón, poco apoco veremos un bello "fruto apacible de justicia". El mismo autor aludido nos dice una paradoja "Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6) Usted amado(a) lector(a) saque sus propias conclusiones.

d) Porque todos los miembros y líderes de la iglesia estamos expuestos al pecado.
Para finalizar, debemos aceptar que así como todos estamos expuestos al pecado, todos debemos estar sujetos a la disciplina.

No es correcto buscar justificaciones que pongan a hermanos o a líderes por encima de las normas divinas. Una actitud complaciente con el pecado no es compatible con las enseñanzas bíblicas, ni con el ejemplo que nos ha dado el Señor (Juan 8:46); ni siquiera el Rey David, hombre que según Pablo era un varón conforme al corazón de Dios, se escapó de la disciplina como consecuencia de su pecado. Esto nos enseña que todos podríamos deslizarnos y caer. Entonces, ¿por qué no abrazar con humildad la reprensión del Señor y dejarnos moldear por el divino alfarero?

No tengamos reparos para promover e institucionalizar la disciplina congregacional. Al momento de su aplicación no es motivo de gozo, pero a la larga, acercará a la Iglesia al ideal de comunidad o congregación que el Señor espera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario