Sueña, Planifica Y Cree

Sueña, planifica y cree en el Señor para cumplir tus metas y lograr tus objetivos, aunque parezcan imposibles. Cuando revisamos nuestra vida, encontramos muchos logros y también fracasos. Por ambas cosas, debes dar gracias a Dios que te dio la oportunidad de vivirlos y aprender de ellos. José, llamado "El soñador", es uno de los grandes hombres de fe que la Biblia nos presenta. Él nunca dejó de creer en la Palabra y nos enseña que peder en algo, no significa ser derrotados. 

Los momentos difíciles también son pasos hacia nuestros sueños. Así lo vivió José a quien Dios le había otorgado dos sueños desde su infancia. En el primero, veía unos manojos de trigo inclinándose ante él y en el segundo, veía al sol, la luna y once estrellas, honrándole. Cuando le contó los sueños a su familia, se ganó la envidia de los hermanos.

Génesis 37:19-24 relata: “Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador.  Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.  Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.  Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí;  y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.”

Rubén, el hermano mayor, salvó a José de la muerte y se fue a pastorear, pero al volver, no lo encontró porque los hermanos lo habían vendido como esclavo. La Palabra cuenta que lo tiraron en una cisterna, es decir, un pozo vacío. José estaba allí dentro, en lo más profundo y su impulso no era continuar excavando sino ver hacia arriba. Intentaba encontrar una salida, elevando sus ojos al cielo, buscando ayuda. Al final, su sueño se hizo realidad y llegó a ser un hombre poderoso que salvó del hambre a su pueblo y al imperio más grande sobre la tierra.

Muchas veces nos encontramos en una situación similar. Necesitamos nos metan dentro de un pozo para que meditemos y reactivemos nuestros sueños. A veces, hay que tocar fondo para comprender que la única solución es levantar los ojos al cielo y pedirle ayuda al Señor. Aunque nos parezca increíble, allí, en el fondo, es el mejor lugar para iniciar porque ya no se puede bajar más y lo que queda es subir.

Para iniciar una obra, debemos considerar tres aspectos importantes.

Lo primero es soñar. Dios no puede obrar en una persona que no tiene sueños porque Dios habla el lenguaje de la fe. Dios necesita hombres que crean y tengan sueños que parezcan locura realizarlos.

Los sueños son la chispa para el inicio de la creatividad que nos impulsa a la acción. Quien no sueña en grande, no puede ser hombre de fe porque no le brinda a Dios la oportunidad de creerle y que intervenga con Su poder. Si sus sueños son pequeños no hay necesidad que el Señor se manifieste. Para realizarlos, debes trabajar para que se logren.

Cuando salí del bachillerato, me hicieron pruebas de aptitud para ayudarme a descubrir qué carrera seguir en la universidad. Cuando tuve la cita para conocer mis resultados, el psicólogo me dijo: "Tienes una característica que puede ser considerada como ventaja y defecto, dependiendo de cómo la utilices. Eres un soñador, haces castillos en el aire y tienes una gran imaginación. Eso es bueno, pero debes aprender a aterrizarlos, de lo contrario, tus sueños no realizados, se convertirán en frustración". Y es cierto, los sueños sin alcanzar se mueren y son como pesados ataúdes que debes cargar por el resto de tu vida.

Estar en el fondo de un pozo es la oportunidad para que tu sueño se haga realidad porque es el inicio de un proceso de fe. Un día soñé con servir a Dios y fui específico al pedírselo porque le dije: "Quiero organizar eventos y llevar Tu Palabra por el mundo". En ese momento, no estaba tiempo completo en la Iglesia, pero invité a mi pastor a tomar un café y le presenté mi sueño en dos hojas que me recibió y guardó. Pasaron los días y semanas y parecía que el sueño no era importante. Un día, el Pastor me llamó y dijo, sacando las hojas: Recuerdo tu sueño, ¿quieres organizar San Marcos?... Le respondí que sí de inmediato, aunque después reaccioné al pensar que nunca había organizado algo así. Pero era mi sueño y no daría un paso atrás. Ahora puedo testificar sobre los milagros que he visto, no sólo en las sanidades sino en la organización de los eventos. El Señor es fiel y lo demuestra día a día.

El segundo consejo es aterrizar tus sueños, ponerles pies para lograr que avancen.

Planifica alcanzarlos a través de pequeñas metas. Conviértelos en una visión que se concrete en un proceso cuantificable y medible. Escríbelos para comprenderlos mejor y visualizar la forma de hacerlos realidad. Por ejemplo, si sueñas con triunfar en E.U., empieza por aprender inglés.

La visión de Dios es grande, no se queda en sueños, no tiene límites, así como la fe que puede hacer maravillas. Cuando tenemos una visión, es tiempo de orar y entregársela al Señor quien ha plantado los sueños en nuestro corazón. Tener visión es ver lo que Él ve, planificar y transformarlo en realidad.

El tercer elemento es tener fe. Sólo quienes creen la Palabra y la ponen en práctica pueden transformar lo imposible en posible.

Si quieres prosperar, empieza por leer las promesas que Dios tiene para tu vida. Refresca tu sueño y comienza a verlo como si fuera realidad.

Josué 1:8..9 aconseja: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas. Mantén este versículo donde lo veas siempre para que recuerdes que la Palabra es tu fundamento de fe para que tus sueños se cumplan. 

La Biblia es como tu motor y debes conocerla para saber qué desea el Señor para tu vida. Si manejas un carro que no conoces, no sabes cómo te responderá el motor, no sabrás si puede rebasar o frenar a tiempo. Pero si el carro es tuyo y lo conoces, sabes cuál será su desempeño. Así es la Palabra del Señor, hay que conocerla para ponerla en práctica y avanzar. De nada sirve andarla bajo el brazo si no la lees y echas mano de su potencial.

q       Si quieres salud, lee 3 Juan 2 que dice: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma".
q       Si deseas casarte, busca Proverbios 18:22 que explica: "El que halla esposa halla el bien, ? Y alcanza la benevolencia de Jehová".
q       Y si ya estás casado y deseas lo mejor para tu hogar, guíate por Proverbios 5:18: "Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre".
q       Y en todo momento recuerda lo que dice Romanos 8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".

Dios tiene una promesa y palabra para que creas en cada cosa que sueñas. Solo quienes sueñan, planifican la visión y creen en Su Palabra, logran cumplir sus sueños. Cada uno tiene sus sueños personales y para lograrlos debemos poner en practica los consejos anteriores, Tienes Su Palabra que desea hacerte libre para que sueñes y creas.  Tan solo debemos sembrar y cosechar, pero creyendo en una buena cosecha. 

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