Cuando Las Palabras Duras Son Palabras Necesarias. Parte 1 de 2


Existen un numero grande de personas que no les gusta ir al médico por temor a escuchar malas noticias acerca de su salud, tienen miedo porque piensan que probablemente recibirán un diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, no hay otra manera de saber si hay algo malo en nuestro cuerpo, necesitamos saberlo y para eso necesitamos el diagnóstico y las palabras del doctor para poder tratar cualquier enfermedad y curarla.

Necesito esas palabras que pueden resultar duras del médico diciéndonos la clase de enfermedad que tenemos y el tratamiento a seguir. Después de recibimos una receta, con ella, debemos comprar los medicamentos y seguir las instrucciones para poder encontrar la sanidad.

Un buen médico no va a ocultar la realidad de nuestra condición o guardar silencio solo porque no quiera herirnos con esas palabras duras que necesita escuchar.

Un buen doctor no le oculta a su paciente si encontró algún tipo de cáncer en su cuerpo. Se lo dirá y luego le dará las instrucciones del tratamiento a seguir para que pueda ser curado de esa grave enfermedad. Le dirá qué medicamentos se le aplicarán, si será necesario un procedimiento de quimioterapia o una posible operación. Todo eso es doloroso, pero todo es necesario.

Lo anterior es un ejemplo de los muchos existentes en torno de esta realidad que lamentablemente, es un problema generalizado. Le huimos a las palabras que son duras pero que son necesarias. A veces, tenemos miedo de ser confrontados. Cuando escuchamos palabras así, nos ofendemos.

No podemos negar esta gran realidad: La verdad duele y ofende. Ofende porque nuestra naturaleza es la mentira.

El orgullo en una vida poco o nada afectada por el evangelio es la pared contra la verdad que tanto necesitamos. El orgullo no cede ante la verdad porque ceder significa humillación y abandono de la mentira. Es común que nuestra reacción ante la verdad sea de enojo. Es común que cuando alguien nos habla la verdad nuestra primera reacción sea ofendernos.

¿Es esto nuevo? No, la verdad es que es parte de la naturaleza pecaminosa del ser humano. Algo así ocurrió muchas veces en los tiempos de Jesús. 

La Biblia registra un suceso donde Jesús ofendió a muchos de sus propios discípulos. El hombre más amoroso que ha existido sobre la faz de la tierra ofendió a un buen grupo de personas. Y es que el amor no precisamente implica palabras suaves y tiernas.

Veamos lo que Juan nos narra en Juan 6.60–68 RV: ¨Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna¨
Jesús estaba enseñando en la sinagoga de la ciudad de Cafarnaúm. La audiencia de Jesús estaba compuesta por: No creyentes, sus discípulos o seguidores (miles de ellos) y sus apóstoles. Había estado enseñando sobre que Él es El pan de vida. Cuando aquí se les llama discípulos a las personas, no significa que todos son verdaderos seguidores de Jesús. Había muchos seguidores de Cristo que lo seguían por: Sus señales y milagros, por la curación de enfermedades, por la comida que les dio y por la esperanza que tenían de que los liberara de los romanos.

Muchos de ellos aún no habían decidido abandonarlo y lo seguían por todos lados. Pero, eso estaba a punto de cambiar. Jesús les enseñó que seguirlo significa más que solamente beneficiarse de su amor y su poder, que seguirlo significa un compromiso completo con Él: “… muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?” (v. 60)

Dura quiere decir literalmente “áspera”, “marchita” o “fuerte”. Es como describir algo severo, desagradable o difícil de aceptar.

“¿quién puede escucharla?” Esto no significa que la palabra de Jesús no sea clara, sino inaceptable. Ellos rechazaron sus palabras, no porque no las comprendieran, sino porque eran ofensivas.

Hay tres tipos de cristianos con tres tipos de respuestas: A) Los que rechazan abiertamente a Cristo. B) Los que responden con fe pasajera o superficial. C) Los que responden con fe verdadera.

En estos versículos existen seis cosas importantes a considerar: Las palabras, la ofensa, la murmuración, el abandono o deserción, la confrontación y la respuesta esperada.

·         La Ofensa

Si Jesús ofendió a muchas personas con sus palabras, no sé cómo yo puedo evitar no hacerlo, no soy ni seré jamás mejor que Jesús. Hoy seguramente ofenderé a muchos. Hay dos cosas que no puedo evitar: Decir palabras duras y ofender con estas palabras.

Hay dos cosas que deseo que no ocurran después de este mensaje: La murmuración, el abandono o deserción o ambas cosas.

Hay una cosa necesaria para todos nosotros: La confrontación.

Y, hay una cosa esperada: La respuesta de los verdaderos seguidores.

·         Las Palabras Duras

Hay iglesias locales con algunos síntomas de enfermedad. Síntoma significa: medicamente u fenómeno que revela la existencia de una enfermedad o puede significar una señal, indicio de una cosa que está sucediendo o va a suceder.

La enfermedad que existe en la iglesia es a causa del pecado. Una iglesia enferma, no es necesariamente una iglesia con falsa enseñanza. Una iglesia enferma puede tener la enseñanza más bíblica del mundo. Pero, si las personas son indiferentes a la enseñanza y la predicación de la Palabra de Dios y no viven lo que escuchan, la iglesia está enferma.

Hay alteraciones en el Cuerpo y si no veamos:

·         ¿Cómo podemos decir que somos discípulos de Cristo si no amamos todo lo que está relacionado con Él?

·         ¿A caso no se espera que un discípulo ame a su maestro y le siga a donde quiera que va?

·         ¿A caso no se espera que un esclavo por amor obedezca a su amo?

·         ¿A caso no se espera que un hijo honre a quien es su padre?

·         ¿A caso no se espera que un súbdito obedezca en todo a su rey?

·         ¿A caso no se espera que un pecador que no merece salvación, sea salvo por pura gracia y ahora ame y adore a su Salvador?

Jesús es el evangelio. Jesús el todo de la vida cristiana.








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