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Crónicas 16:15 "Acordaos de su pacto para siempre, de la palabra que
ordenó a mil generaciones"
Un
Supervisor visitó una escuela primaria. En su recorrida observó algo que le
llamó la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los
alumnos hacían un gran desorden; el cuadro era caótico.
Decidió
presentarse: "Permiso, soy el Supervisor... ¿Algún problema?"
-"Estoy abrumada, no sé qué
hacer con estos chicos... No tengo láminas, no tengo libros, el ministerio no
me manda material didáctico, no tengo recursos electrónicos, no tengo nada
nuevo que mostrarles ni qué decirles..."
El
inspector, que era un "Docente de Alma", vio un corcho en el
desordenado escritorio, lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
- ¿Qué es esto? “Un corcho señor “…gritaron
los alumnos sorprendidos.
- "Bien, ¿De dónde sale
el corcho?". "De la botella señor. Lo coloca una máquina...",
"del alcornoque... de un árbol"... "de la madera...",
respondían animosos los niños.
-"¿Y qué se puede hacer
con madera?" continuaba entusiasta el docente. "Sillas...”, “una
mesa...”, ¡” un barco! ".
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién
lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano
para nuestro barquito?
- Escriban a que región
pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué
poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región?
¿Alguien recuerda una canción
de este lugar? Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música,
economía, literatura, religión, etc.
La
maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
-"Señor, nunca olvidaré
lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias."
Pasó
el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba
acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden.
-"Señorita... ¿Qué pasó?
¿No se acuerda de mí? Sí señor ¡Cómo olvidarme! Que suerte que regresó. No
encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?".
Cuando
el maestro no tiene vocación o alma de maestro, ¡¡¡nunca encuentra el corcho!!!
¿Tiene
idea de cuántos cristianos de éstos encontramos en la iglesia?, no se alarme,
pero es una gran mayoría.
Las Escrituras
dejan claro que los cristianos deben ser la sal y la luz del mundo. Pero ¿cómo
lo hacemos exactamente?
Uno de
los mensajes más comunes de Dios a las personas a lo largo de las Escrituras es
"Recuerden". Una y otra vez, Dios les dice: "Recuérdenme.
Recuérdenme. No olviden lo que he hecho por ustedes. No olviden lo que les he
enseñado. No olviden quién soy para ustedes. No me olviden. No olviden quién
soy yo ni quiénes son ustedes. Recuerden". "Recuerden". "Recuerden".
Y una
y otra vez la gente olvida. Tú olvidas. Yo olvido. Parece ser nuestra
inclinación natural olvidar a Dios y todo lo que Él ha hecho por nosotros. Para
resistir esta inclinación, el pueblo de Dios llena sus vidas con cosas que nos
ayudan a recordar: rituales, hábitos, festivales, días festivos, la lectura de
las Escrituras, el canto de canciones… y en un tiempo fue, el amontonamiento de
piedras… si, el amontonamiento de piedras; aquí en mi país (El Salvador), hay
un pueblo (San Antonio del Monte), donde a su entrada aun hoy existen personas
llevan piedras y las apilan en una especie de gruta en busca de perdón de sus
pecados.
Apilar
piedras para recordar a Dios es una práctica frecuente en el Antiguo
Testamento. A veces se le llama elevación de tu Ebenezer, porque así llamó el
profeta Samuel a una piedra que erigió después de que Dios liberó a los
israelitas de sus enemigos filisteos (1 Samuel 7:13…14). Ebenezer significa “piedra
de ayuda” y, al igual que otras piedras de recuerdo, Samuel quería que esta
piedra fuera un recordatorio tangible para los israelitas del amor y la
fidelidad de Dios hacia ellos.
En
cierto sentido, el hábito de apilar piedras o de levantar un Ebenezer, consiste
literalmente en hacer una pila visible de piedras o en levantar una roca enorme
de tal manera que la gente se dé cuenta y pregunte: "¿De qué se
trata?". Esto da pie a una historia sobre Dios y su fidelidad. En un
sentido más general, se trata de llenar tu vida de recordatorios tangibles de
quién es Dios, de lo que ha hecho por ti y de quién eres tú a la luz de esa
relación. Apilar piedras es algo que sigue llamando a nuestros corazones
olvidadizos a volver a Dios.
Hay
muchísimas maneras geniales de llenar tu vida con estas piedras apiladas. Para
algunos, es la Biblia junto a la cama o en la mesa de centro. Para otros, son
las pequeñas notas de las Escrituras por toda la casa, el tablero del coche o
el escritorio del trabajo. Para algunos, es esa lista de reproducción especial
de música de alabanza que ponen mientras preparan la cena. También puede ser un
collar o una pulsera especial, o una obra de arte en la pared. Muchos
cristianos consideran la mesa como un Ebenezer: un recordatorio de la bondad de
Dios y un momento especial para hacer una pausa y agradecerle por todas
nuestras bendiciones. Para muchos cristianos, su calendario anual está lleno de
momentos especiales para apilar piedras con su familia y la iglesia, ya sea el
ritmo habitual del domingo o los ritmos especiales de Adviento, Navidad,
Cuaresma, Semana Santa, Pascua, etc. Estos también son Ebenezers.
Lo
importante aquí es aceptar lo olvidadizo que eres, lo olvidadizos que somos
todos, y cuánto necesitamos recordatorios en nuestras vidas. Recordar fomenta
nuestra fidelidad, nos recuerda quiénes somos, nos recuerda lo importante y
alimenta la esperanza en el futuro.
Hay
una razón por la que Dios nos dice constantemente que tengamos cuidado de
recordar. Las personas olvidadizas necesitan estar constantemente apilando
piedras.
1
Samuel 7:12 "Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y
le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová"
Ahora
bien, Eben-ezer... Hasta aquí nos ayudó Jehová… Y ahora, ¿Qué harás tu?
NOTA: La
anécdota inicial me la encontré en internet sin autor, no se quien sea, pero lo
importante es esto que escribió y bendiciones a su autor.
S.A.G. -
06 –ABR – 2025
(Estudio
No. 831)
Si
deseas escribirnos, puedes hacerlo a:
igelrenuevo@gmail.com