Las personas que pasan a su lado en silla de ruedas o que van con un bastón atravesando la calle; aquellos que conversan por medio de señas y emiten algunos sonidos guturales o esos de mirada extraviada y que parecen ser de una inteligencia inferior, son seres humanos, hasta pueden ser hermanos en Cristo y tienen algo que enseñarnos, quizás más de lo que usted piensa.
En muchas culturas de la Antigüedad se les eliminaba al nacer imperfectos. Aquellas sociedades, como esta sucediendo hoy en día, valoraban el cuerpo más que el alma y preferían destruir al bebé o al niño que era ciego, sordo o con alguna tara. Actualmente el rechazo actúa solapadamente; no se elimina al discapacitado pero sí se le segrega, se le aparta del grupo como algo raro. A lo más despierta nuestra conmiseración, que nada tiene que ver con el amor misericordioso de Dios, que es un amor nacido del Espíritu Santo y que implica empatía con el que sufre. Empatía (del griego empatheia, afecto, conmoción) es la penetración en los sentimientos de otra persona; la acción y capacidad de imaginar la emoción sentida por otro.
La humanidad ha vivido etapas en la manera de afrontar la discapacidad. Una sería aquella que rechaza al sujeto, determina su eliminación o la segregación de la sociedad. Otra etapa es cuando al considerarle como algo muy especial y ubicarlo en un lugar de privilegio; Ej. algunos pueblos primitivos catalogaron los ataques de epilepsia, como signo de la presencia de poderes sobrenaturales y elección de esa persona por los dioses para ejercer como brujo de la tribu.
Con la predicación del Evangelio surgió una nueva forma de enfrentar la discapacidad. La sociedad y la Iglesia asumieron la protección de estas.
Las primeras tentativas de una educación y rehabilitación a los ciegos y los sordos, se realizaron entre los religiosos de la Edad Media. Lentamente, al ser educados y aprender ciertos oficios, los propios discapacitados reclamaron su justa aceptación e integración en la sociedad.
En la actualidad comprendemos que las personas con algún impedimento tienen todo el derecho a vivir en sociedad y es nuestro deber aceptarles, integrarles y crear formas que permitan su incorporación plena a la vida familiar, social y laboral. No sólo están los argumentos sociológicos, psicológicos y pedagógicos, sino también que fuertes verdades bíblicas apoyan esta tesis.
Pero aún muchos no se dan cuenta que lo justo es la aceptación e integración de ellos como personas normales, con los mismos deberes y derechos que el resto de los individuos de la sociedad. Dios creó un solo mundo para ser disfrutado por el hombre, este mundo es uno y para todos. En la Biblia, Job 13:10 asegura acerca de la discriminación que: “El (Dios) os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas.”.
Dios ha permitido esta transformación en el entendimiento para que entendamos que todo ser humano es creado por Él y merece la vida y el respeto de todos. Aún más, que la discapacidad no es una maldición sino una bendición de Dios.
Pudiera ser que nuestra sociedad humanista no vislumbre estas verdades espirituales y sólo vea en esto un asunto de igualdad, de justicia y de derechos humanos, pero la Iglesia, poseedora de la fe, valora esta enseñanza a la luz de las Escrituras, sabe que el dolor tiene un sentido didáctico y generador de vida espiritual. "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24).
Leía la reflexión de un ciego que decía: "Parece una mentira, pero todo lo que he aprendido lo he aprendido de la ceguera". No sólo los discapacitados aprenden de su impedimento, sino que los que les rodeamos tenemos mucho que aprender de ellos. Así es como la discapacidad se convierte en una herramienta de Dios para nuestro perfeccionamiento espiritual.
Quizás la sociedad siga otras ideas no acordes con la ética cristiana en el tratamiento de la vida. Podría optar por la eliminación de embriones humanos imperfectos o por la intervención genética previa al nacimiento y la clonación de hombres y mujeres sin defecto físico. El ser humano siempre se ha empecinado por hacer un paraíso en la tierra, a su modo, despreciando las verdades del Reino de Dios. Pero los cristianos valoramos lo que el Señor de la Vida quiere mostrarnos en el dolor. El cristianismo lo mitiga, restaña las heridas, pero no pretende negarlo ni eliminarlo de la tierra; como Jesús dijo "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros..." (Juan 12:8).
Una Invitación Muy Especial
Jesús en la parábola De La Gran Cena, nos habla de salir a los caminos y traer a los pobres y discapacitados, a los que son carentes de una posición privilegiada, carentes de ojos, oídos, piernas o salud e invitarles al gran banquete del Evangelio.
Cuenta la parábola resumiéndola, que un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces el señor enojado, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena." (Leer Lucas 14:16..24)
Los Mancos, Los Cojos, Los Ciegos...
Es muy interesante el giro que da esta historia al regreso del siervo. Enojado el padre de familia le ordena que vaya por toda la ciudad y traiga a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Es indudable que tales personas son lo contrario de los primeros llamados. Aquellos se consideraban satisfechos y no requerían de una cena para saciarse, no tenían nada que celebrar y más importante para ellos eran sus propios negocios e intereses. Si bien es cierto respondieron con mucha caballerosidad y gentileza, no tenían el menor interés en lo que Dios les ofrecía. Ellos no estaban cojos, ni mancos, ni ciegos, ni sordos y tampoco eran pobres.
¿Está el Evangelio hablando de discapacitados físicos o espirituales? En el bien entendido que es un relato alegórico, Jesús está representando al alma humana y su miseria. Y no hay mayor miseria que la vanidad y el orgullo que nos hace pensar que somos autosuficientes. Por eso es que en Apocalipsis dice "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apocalipsis 3:17).
Creemos que somos sanos y normales, pero en realidad a veces somos más ciegos a las verdades espirituales y nuestra condición y más sordos a su Palabra que un discapacitado. Repito: ¿Está el Evangelio hablando de discapacitados físicos o espirituales? Creo que de ambos. Finalmente los que gustarán su cena serán aquellos que reconocen su necesidad espiritual y no los orgullosos.
No pensemos que nada más está hablando en sentido figurado de quienes carecen de oídos y ojos espirituales, o los que están en una situación de miseria espiritual o religiosa. También está hablando de los verdaderos ciegos, sordos y cojos que a diario vemos circular por las calles de nuestra ciudad o aquellos que están relegados en las casas o que viven su discapacidad en una institución.
Un Enfrentamiento
Por la bendición de Dios, este me ha permitido por medio de mi esposa (la Pastora Silvia), el poder desde muchos años atrás, relacionarme con estos hermanos y créalo o no, de ellos hemos aprendido muchas cosas, ellos han sido usados por Dios, para que presenciemos ya bastantes milagros. Como pastor, he oído a muchos orar a Dios dándoles gracias por no ser sordos, ciegos, etc.; eso esta bueno hay que ser agradecidos, pero debemos de ir mas haya, alguna vez se ha preguntado ¿por qué Dios lo ha hecho tan completo? Permítame responderle que lo ha hecho así, para que en el amor a Jesús le sirva a los incompletos y de esa manera llegar a ser todos iguales. Muchos de los que nos decimos “completos” aun estamos paralíticos, pero ahora Jesús a igual que aquel paralítico de Marcos 2:1..12 te dice: “Levántate, toma tu cama y vete a tu casa” y yo le agregaría: a prepararla para invitar a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos... a todo discapacitado. Amen.
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