Génesis
32:24..32 NVI: “quedándose
solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer. Cuando
ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en
la coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban.
Entonces el hombre le dijo:
—¡Suéltame,
que ya está por amanecer!
—¡No
te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.
—¿Cómo
te llamas? —le preguntó el hombre.
—Me
llamo Jacob —respondió.
Entonces
el hombre le dijo:
—Ya
no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con
los hombres, y has vencido.
—Y
tú, ¿cómo te llamas? —le preguntó Jacob.
—¿Por
qué preguntas cómo me llamo? —le respondió el hombre.
Y
en ese mismo lugar lo bendijo. Jacob
llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a
cara, y todavía sigo con vida.»
Cruzaba
Jacob por el lugar llamado Penuel, cuando salió el sol. A causa de
su cadera dislocada iba rengueando. Por
esta razón los israelitas no comen el tendón que está en la
coyuntura de la cadera, porque a Jacob se le tocó en dicho tendón”
Hace
poco leí acerca de un hombre que había fallecido en los Estados
Unidos y era fanático del fútbol, murió en pleno campeonato
mundial efectuado en Brasil. Lo curioso de esta noticia, estriba en
que sus familiares, querían que en las pompas fúnebres se viera de
cuerpo entero. Este hombre era un gran fan del Brasil y así es como
la familia quería que lo recordaran. Así que le dijeron al director
de la funeraria que en lugar de colocar su cuerpo en un ataúd, que
querían que el hombre se pusiera en un sillón reclinable, con una
televisión pasando un CD de su equipo favorito. Junto a él iba a
haber una mesa con una lata abierta de cerveza y un paquete de
cigarrillos. Esta es la forma en que su familia le recordaba y así
es como la familia quería que el resto de sus amigos y seres
queridos lo recordaran. Querían una impresión duradera que se
imprima en las mentes de las personas que lo conocieron.
La
pregunta que tengo para ustedes hoy es muy simple: ¿Cómo quieres
que la gente te recuerde? Un día, todos nosotros vamos a morir, y
¿cómo quieres que la gente te recuerde? Algunos de nosotros podrían
morir pronto y algunos de nosotros pueden morir a mas tiempo y todo
lo que quedará será solo el recuerdo sobre impresiones duraderas.
Usted
no tiene que estar muerto para que la gente tenga una impresión
duradera impresa en sus mentes acerca de usted. En nuestro texto, que
se refiere a Jacob y como lo recordamos... Habían pasado 20 años
desde la última vez que vio a su hermano, y las últimas cosas que
su hermano recordaba de él, era que Jacob tomó su primogenitura y
su bendición, cosas que no son tan fácilmente de olvidar, ¿verdad?
Hemos
escuchado la frase: "El tiempo cura todas las heridas",
pero en el caso de Jacob no estaba tan seguro. Él sabía lo que le
había hecho a su hermano; él sabía lo que era ser engañado porque
él pasó 20 años trabajando para un hombre que era tan engañoso
como Jacob había sido, tal vez incluso peor. Vamos a dar a Jacob el
beneficio de la duda: él no era el culpable, porque las
circunstancias jugaron su camino en esta historia. Tal vez usted
puede recordar algunos de los momentos que han desencadenado este
momento de la vida de Jacob.
Puede
que recuerde la vida no comenzó en la mejor de las conveniencias
para Jacob. Primero fue el tiempo que pasó con su hermano en el
vientre de su madre. No sé si muchas madres que han tenido gemelos
han tenido la misma experiencia que Rebeca tuvo con Jacob y Esaú,
porque cuando estaban en su vientre se empujaban alrededor uno al
otro. Tal vez es una mejor manera de decir que se disputaban entre
sí, es decir que estaban tratando de aplastarse uno al otro. Así
que desde el primer momento, la vida era una lucha entre Jacob y
Esaú.
Para
empeorar las cosas, cuando nacieron, por su orden de nacimiento, a
Isaac se le ocurrió esta maravillosa idea de cómo mantener la
rivalidad entre hermanos al mínimo escogiendo Esaú como su hijo
favorito y así se va desarrollando la forma en como hemos de
recordar a Jacob.
En
la actualidad, en la recta
final de la vida, las luchas pueden ser muy diferentes de las
anteriores. Normalmente gastamos la primera mitad de nuestras vidas
luchando con la sensualidad, la avaricia y la sexualidad y pasamos la
otra media parte de nuestras vidas lidiando con los recuerdos y
el perdón... con frecuencia la lucha la centramos, aunque de modo
inconsciente en Dios y al
final, con quien realmente luchamos es con Dios.
Pero lidiar con Dios tiene otro aspecto diferente. Nos invita a una manera específica de
Solo los peces muertos siguen la corriente del río. |
Comprobamos esto en la oración de las grandes figuras en la Escritura: Abrahán, Moisés, Jesús, los Apóstoles… Abrahán discute con Dios e inicialmente quiere disuadirle de destruir a Sodoma. Moisés al comienzo rehúsa la llamada de Dios, alegando que su hermano es mucho más idóneo que él para la misión; los apóstoles se excusan por mucho tiempo antes de arriesgar y encaminar finalmente sus vidas; y Jesús se entrega a sí mismo en el Huerto de Getsemaní sólo después de suplicar primero a su Padre un aplazamiento. Desde Abrahán hasta Jesús vemos cómo las grandes figuras de nuestra fe no suelen decir fácilmente: “Hágase tu voluntad”, sino que, con frecuencia, al menos por un tiempo, replican a la invitación de Dios con un “Cámbiese tu voluntad”.
Ofrecemos resistencia a aquello para lo que Él nos convoca, puede ser algo incorrecto, pero puede ser también una forma madura de oración. El libro del Génesis describe un incidente en el que Jacob forcejea con un espíritu durante toda una noche y a la mañana siguiente, el espíritu contrincante resultó ser el mismo Dios. ¡Qué icono tan atinado para la oración! ¡Un ser humano y Dios, lidiando en el polvo de esta tierra! ¿Acaso no describe eso acertadamente la lucha humana?
Haríamos bien en integrar esto (el concepto de forcejear con Dios) en nuestra comprensión de la fe y de la oración. Cuando simplificamos demasiado las cosas, no honramos ni a las Escrituras ni a nosotros mismos. La voluntad humana no se doblega fácilmente (ni tiene por qué hacerlo) y el corazón tiene complejidades que hay que respetar, aun cuando tratemos de refrenar sus nostalgias y anhelos más posesivos. El Dios que nos creó comprende esto y está preparado para la tarea de lidiar con nosotros y con nuestra resistencia.
Será
la lucha que presentes en tu vida, la que determinara la forma en que
te recuerden, lastimosamente a unos... por su desidia... quizás ni
los recuerden.
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