El pago de impuestos nunca ha sido
popular. No son una donación o una contribución voluntaria. Pero no pagar o
pagar menos de lo que se supone es una manera segura de conseguir la atención
del gobierno, aparte de que usted mismo se da el titulo de ladrón.
El diálogo en Lucas 20 acerca de los
impuestos es tan importante que se registró en los evangelios de Mateo, Marcos
y Lucas. Es interesante también que esta era la pregunta del hombre a Jesús.
Los creyentes de todas las épocas han
luchado con este problema. Los Judíos de la época de Jesús se preguntó si
tenían que pagar impuestos a un gobierno romano pagano. Algunos hasta alegan
que no pagan porque no son ciudadanos terrenales, ya que la Biblia les confiere
que su ciudadanía esta en los cielos. Celestiales o no los ciudadanos tienen
que pagar los impuestos terrestres.
Los ciudadanos celestiales tienen
responsabilidades terrenales, vers. 21..22 "...Maestro, sabemos que dices
y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el
camino de Dios con verdad.¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?
Los Judíos tenían más de irritación con el
gobierno romano para estimular el pensamiento de independencia. Muchos pensaron
que Jesús había venido a establecer el Reino prometido y echar fuera todo
dominio extranjero. Que estaban esperando una especie de "declaración de
independencia" de Roma. No es sorprendente, pues, que a Jesús le pidan su
opinión de los impuestos.
El pago de impuestos es un reconocimiento
práctico del derecho del gobierno para gobernar sobre nosotros y de nuestra
sumisión a su autoridad.
En concreto, se le preguntó a Jesús si o
no, el judío debe pagar impuestos al César.
Como Pablo nos recuerda que a pesar de que
no somos de este mundo, debido a que estamos en el mundo, tenemos ciertas
responsabilidades, funciones y obligaciones que necesitamos obligados a
cumplir. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de la autoridad ordenada
por Dios.
Jesús les dijo:"Muéstrame un
denario." La imagen en esta moneda habría sido de Tiberio, el emperador
reinante, aunque todos los emperadores fueron llamados César. A un lado de la
moneda sería la inscripción,"Tiberio César, hijo del divino Augusto,
Augusto." En el reverso sería la inscripción "el sumo sacerdote de la
nación romana." La acuñación de monedas es un signo de poder. Cada vez que
alguien conquistó una nación, la primera cosa que hizo fue emitir una nueva
moneda. Era una garantía de la autoridad gubernamental. Dondequiera que se utilizó
la moneda, el poder del gobierno tenía dominio. Debido a que una moneda tenía
la cabeza del rey en él, se celebró, en cierto sentido, a ser propiedad del rey
y para ser su propiedad personal. Al utilizar el dinero de César, estos judíos
estaban reconociendo su poder político en Palestina. Incluso tenía el nombre de
César en él.
Jesús podría haber callado allí mismo,
pero no lo hizo. Luego pasó a preguntar que imagen estaba en la moneda. Ellos
respondieron: "Del César." Entonces Jesús respondió dando un dicho
proverbial que se ha convertido famoso en el mundo: "Dad al César lo que
es del César, ya Dios lo que es de Dios." Con su sabiduría única Jesús no
establece normas en blanco y negro. Es por eso que su enseñanza es atemporal y
nunca pasa de moda.
Es deshonesto aceptar los beneficios del
Estado y luego optar por no pagar los impuestos correctamente. Los creyentes
han de ser sumisos a la autoridad gubernamental y obedecerla. Debemos ser
significativamente respetuosos de la ley, no engañar en nuestros impuestos,
mostrar respeto a los funcionarios públicos, participar en las elecciones y
orar por los que nos gobiernan. Hemos de dar al César lo que es del César.
Dios nos ha mandado pagar impuestos.
Romanos 13:5..7, " Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente
por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto
pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden
continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo,
tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra,
honra"
A nadie le gusta los impuestos. A los pobres no les gusta
pagar impuestos e igualmente los ricos. A los ricos no les gusta pagar
impuestos, porque cuanto más tienen más impuestos que tienen que pagar. Todo el
mundo es negativo a los impuestos.
Debido a que nos molesta pagar impuestos,
estamos tentados a pecar para evitar el pago de ellos. Hay un montón de maneras
ilegales para evitar el pago de impuestos. He conocido personas que se han metido
en serios problemas por evadir impuestos. Vivimos en una sociedad que no le
gusta pagar impuestos y hace todo lo posible para evitarlos, tanto legal como
ilegalmente. Un cristiano no tiene esa opción. Estamos ordenados a pagar
nuestros impuestos. La Palabra de Dios es explícita. Se nos manda a pagar
nuestros impuestos.
Cuando el gobierno ofrece deducciones, es
un medio por el cual podemos evitar el pago de ciertos impuestos, debemos ser
buenos administradores de todo lo que tenemos y tomar ventaja de eso.
Mucho daño ha sido hecho por las personas
que han tratado de dividir la vida en dos partes: la parte sagrada espiritual
en la que Dios realmente se preocupa y la parte secular mundanas sobre el que
Dios no le importa tanto. Por ejemplo, que respondería como creyente si le dan
a elegir una carrera ya sea como político o pastor. La mayoría sin ninguna duda
diría, "ser un pastor." Pero, ¿por qué dicen eso? Porque piensan que
ser un pastor es un llamado santo mas que ser político. Están equivocados.
Martin Luther enseñó con razón que cada
vocación en la vida puede prestar servicio a Dios. Dijo que no hay mayor o
menor que llama, pero todos los llamados son iguales a los ojos de Dios.
Como creyentes, debemos pagar nuestros
impuestos de buen grado, pues sabemos que no es la naturaleza del gobierno que
estamos respaldando, sino la voluntad de Dios. Dado que la voluntad de Dios es
que le damos al César, entonces la actividad se convierte en algo más que un
deber obligatorio, es un acto de obediencia, adoración y alabanza a Dios. Los
impuestos son también una bendición, ya que son recordatorio de la bondad de
Dios.
Es triste ver al miserable humano,
compinche de Satanás, haciendo triquiñuelas para pagar no correctamente los
impuestos, se vuelve mentiroso, embustero, tramposo, falaz, defraudador,
ladrón, timador y a saber cuentos títulos mas.
Pero más triste es verlos orar cínicamente.
Estamos a pagar impuestos porque Dios nos
manda. Y los impuestos son una bendición que nos recuerdan que tenemos algo para
ser empadronados. Nos recuerdan que Dios no sólo ha suministrado nuestras
necesidades.
Así que cuando le toque pagar los impuestos, hágalo como Hijo De Dios,
tome un momento y de gracias a Dios porque tiene algo que Él, le ha dado para
que pueda ser gravado impositivamente.
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