En
una sociedad del siglo XXI, ante los cambios ante los cambios vertiginosos del
modernismo y la constante renovación de los temas psicológicos, sociológicos,
tecnológicos y culturales que se ocasionan en nuestra época, no es raro que cualquier
pastor con su preparación bíblica y su experiencia espiritual, se sienta tan
anacrónico como una carreta halada por bueyes entre los modernos carros de una
calle actual.
Vemos
a ese Pastor que camina plácidamente, reflexionando y pensando en sus
limitaciones personales, arrastrando esa carreta llamada iglesia, llena de objetos
viejos, muebles usados, aparatos de sonido remendados, ovejas con mañas… y todo
eso, en medio de la velocidad y el barullo de motocicletas, automóviles, buses
y camiones que van por su calle.
Con
esfuerzo, puntualidad, fidelidad y exactitud, repite las actividades de las actividades
cotidianas de todo tiempo. Lo que lleva en la carreta le interesa a muy poca
gente, pero su anuncio fuera del contexto de la modernidad en que esta inmerso
es triunfalista.
Su
visión de la ciudad y del siglo es limitada y sin embargo sabe, ve, conoce y
mantiene el recuerdo de la avenida, esos carros, esas luces y le vienen algunas
preguntas:
·
¿Qué hacer con la avenida?
·
¿Debe detenerse por el tránsito?
·
¿Hay que transformar el siglo XXI en una Edad
Media, donde pueda sentirse confortable?
o…
·
¿Será necesario motorizar la carreta?
·
¿Habrá que transformarse en un bólido tipo fórmula
uno para impresionar en la avenida?
Las
respuestas no son tan obvias y nos convidan a todos los pastores que vamos por
nuestros caminos y avenidas a realizar una humilde reflexión.
En
esta ocasión, este artículo pretende ser una pequeña contribución a ese
esfuerzo de repensar y rehacer la iglesia en la ciudad de nuestro siglo XXI.
Lo anterior nos lleva a pensar que el mundo
cambia todos los días, que la Iglesia y su liderazgo en general deben experimentar
cambios de mentalidad, cambios de actitud y cambios estructurales a fin de
responder a los desafíos presentes que el tiempo actual le señala.
El
principal propósito de este estudio es llevarle a usted, amigo lector, a
reflexionar, ya sea Pastor, Oveja, Maestro, Evangelista, etc., en relación a su
ministerio, su liderazgo y el contexto en el que hoy nos corresponde servir. Se
que son desafíos para el Ministerio en un mundo complejo y complicado, pero
también se y pretendo que este estudio sea como la chispa que inicia el fuego
en la mecha que llevara el fuego hasta el explosivo que al inflamarse explora y
derribara muros. Se que Dios y su Espíritu nos ayudaran a comprender mejor el mundo
al que predicamos y servimos a fin de ser efectivos en la labor que Él nos ha
encomendado en esta tierra.
Oseas
4:6 RV "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento..."
Aun
cuando no todos los teólogos sean pastores, todos los pastores deberían ser
teólogos; de hecho, todos los cristianos deberían ser teólogos.
La
aseveración anterior, puede serte sorprendente, quizá hasta chocante, probablemente
sea porque tienes un concepto de la teología demasiado intelectual, académico y
negativo. La teología, en su sentido más básico, es el estudio de Dios. Y… ¿Qué
puede ser más importante que eso?
Existen
diferentes tipos de teología, entre ellos la teología bíblica, la teología
sistemática, la teología histórica, la teología filosófica, la teología
pastoral y la teología práctica. Y eso que esta lista no es completa, pero,
sería bueno que todos los pastores estuvieran familiarizados con ellos. Para el
estudio de hoy, voy a enfocarme en la teología sistemática. Pero aclaremos
esto: en los estudios teológicos se hace una diferencia entre la teología
sistemática y la teología bíblica.
La
teología bíblica se centra en:
a. El
desarrollo progresivo de la revelación; o sea, la forma en que Dios fue dando
cada vez más revelación a lo largo de los siglos;
b. El
orden cronológico de los libros bíblicos; y
c. El
hilo conductor de toda la Biblia: Cristo y el evangelio.
La
teología sistemática, en cambio, recoge y resume lo que enseña toda la Biblia
sobre cualquier tema, independientemente de la línea de tiempo. Sencillamente,
es la sistematización de la enseñanza de la Biblia por temas.
La
teología sistemática se puede dividir en una serie de apartados. Una
clasificación sencilla y popular la divide en seis grandes áreas:
1. Bibliología
(la doctrina de la Biblia misma)
2. Teología
propiamente dicha (la doctrina de Dios)
3. Antropología
(la doctrina del ser humano, incluyendo la doctrina del pecado)
4. Soteriología
(la doctrina de la salvación)
5. Eclesiología
(la doctrina de la iglesia)
6. Escatología
(la doctrina de las últimas cosas)
Cabe
aclarar que esta división no es perfecta, pero es lógica como sencilla y cubre
la mayor parte de la enseñanza de la Biblia. Y teniendo en cuenta esta
división, me gustaría sugerir algunos aspectos de la teología sistemática que
me parece todo los Pastor debe tener claro.
1.
Bibliología (la doctrina de la Biblia misma)
Es
indudable que lo que el pastor crea sobre la Biblia va a determinar lo que crea
sobre todas las demás áreas de la teología. Por lo que es fundamental que crea
en la inspiración divina de la Biblia, en su infalibilidad, en su autoridad, su
suficiencia y que entienda estos conceptos. Debemos de considerar que si el
ministerio pastoral consiste, básicamente, en la aplicación de toda la Palabra
de Dios a todo tipo de personas en toda forma de situación, entonces, la
bibliología del pastor marcará la diferencia entre un ministerio edificado
sobre la Escritura y uno edificado sobre las doctrinas de hombres o la moda.
La
bibliología del pastor marca la diferencia entre un ministerio soportado por la
roca de las Escrituras y uno edificado concepciones personales o equivocadas
tomadas fuera de sus contextos.
CONTINUA LA SIGUIENTE SEMANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario