Es
sabido que los hombres y mujeres pecan por omisión (dejar de hacer alguna cosa)
o por comisión (acción de cometer), o sea, por lo que no hacen cuando lo deben
hacer o por lo que hacen, y no deberían hacer. En ambos casos están obligados
ante Dios y el Cesar a asumir su responsabilidad. Bueno es tener en cuenta que,
en el momento de afrontar la responsabilidad, podrán terrenalmente eludirla,
para lo cual utilizan varias formas, pero, la responsabilidad celestial, esa no
la eludirás.
Nadie,
absolutamente nadie, puede contradecir que todo el sufrimiento que se genera en
el mundo, se genera por la maldad que en él existe, pero también se produce por
la apatía o la omisión de las personas de buena fe.
La
omisión también está en la falta de formación, cuando siendo conscientes de que
se debe ser intachable, permitimos que se sea parcial y generamos personas
incompetentes, mediocres.
Es
necesario entender que el mal actúa mientras el bien lo permite.
Aun
cuando parecería redundante, es bueno recalar que la gente a veces habla de
pecados de comisión y pecados de omisión. Los pecados de comisión son aquellas
acciones pecaminosas que se realizan de manera proactiva. Mentir o robar son
ejemplos de pecados de comisión. Un pecado de omisión es un pecado que ocurre
por no hacer algo que es correcto. Los ejemplos podrían incluir no orar, no
defender lo que es correcto o no compartir a Cristo con los demás. Santiago
4:17 se usa a menudo como un versículo clave sobre los pecados de omisión: "Así
que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace" NVI. Este versículo
proporciona la base para el concepto de un pecado de omisión.
Entre
otros ejemplos encontraremos:
Lucas
10:30…37, Ahí, Jesús da un buen ejemplo de un pecado de omisión, se trata de la
historia del buen samaritano. Dos hombres diferentes se toparon con un hombre
herido a quien le habían robado y se encontraba tirado a un lado de la
carretera. Ambos hombres pasaron sin ayudar. Un tercer hombre se detuvo y
ayudó, demostrando ser la persona que hizo lo correcto. Los dos hombres que no
ayudaron podrían considerarse como que cometieron un pecado de omisión.
Mateo
25:44…45 señalan: "Ellos también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en
la cárcel, y no te ayudamos?” 45 Él les responderá: “Les aseguro que todo lo
que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí”
NVI. Aquí Jesús indica claramente que nuestra falta de acción puede ser
considerado pecaminoso.
1
Juan 3:17…18 "Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano
está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el
amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios
para afuera, sino con hechos y de verdad." NVI. Juan ordenó a los que
siguen a Jesús que vivan de maneras que muestren este amor a los demás.
Mateo
5:16 ofrece otra razón importante por la cual los cristianos deben actuar de
manera que ayuden a otros y no cometan pecados de omisión: "Hagan brillar
su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes
y alaben al Padre que está en el cielo." NVI.
Pablo
dejó claro que no debemos ser conforme al mundo, sino más bien transformados a
través del poder del Espíritu Santo:
Si
los que decimos ser cristianos queremos cumplir con la misión de transformar el
mundo, tenemos que encontrar mecanismos que nos permitan levantar la voz o
testimoniar nuestra oposición a tantos crímenes y aberraciones cometidas muchas
veces por los gobiernos, grupos organizados, promotores de guerras, etc. de
diferentes países.
No
debemos permitir que la gente se esté muriendo de hambre, que existan las
guerras, los maltratos a la naturaleza, asesinatos, robos, abortos, etc. Así
mismo, resulta muy caro para una sociedad la poca formación de sus integrantes.
Como
sociedad debemos de entender que la pérdida de tiempo y la ignorancia, son
lujos que no nos podemos permitir. El precio que se paga, por esto, es muy
alto.
Cometemos,
también, pecado de omisión contra la Iglesia, a la cual pareciera que la
abandonamos cuanta veces nos dé la gana y la vamos a ver de vez en cuando, para
descargar nuestra conciencia.
Todo
lo malo que ocurre en el mundo, ocurre porque dejamos que ocurra, pero lo más
importante que debemos de concientizarnos, es que si dejamos que esto ocurra,
si dejamos que el mal actué, esto siempre nos va a alcanzar.
El
mal o el bien, se haga donde se haga, siempre acaba repercutiendo a toda la
humanidad. Debemos de ser conscientes que nuestro mundo cada día es más
pequeño, por la velocidad de las comunicaciones.
Debemos
de concientizar que, a nivel espiritual, todos estamos conectados, no somos
seres independientes, sino que pertenecemos a un todo.
El
mar es mar porque cada gota que lo forma tiene la conciencia de unidad, tiene
la conciencia de que es mar. Somos aproximadamente en la actualidad (año dos
mil veinte) seis mil millones de gotas humanas, para dos mil veinticinco se
calculan ocho mil millones, de las cuales sólo podemos formar un pequeño
charquito con las que sí tienen esa conciencia de unidad.
Pero
el resto de los demás miles de millones de gotas humanas, tienen que entender, que,
con la omisión de nuestros actos a favor del bien, se fortalece el mal, y que
no podemos pensar que no nos va a afectar en nuestras vidas cotidianas, tanto a
nosotros, como a nuestros hijos.
Debemos
de darnos cuenta de la pequeñez de nuestra conciencia, cuando pensamos que, con
que nosotros estemos bien, lo demás no importa.
Somos
tan pequeños y retrogradas, que no alcanzamos a ver que no podemos quedarnos
sentados en casa, y dejar que el mundo continúe girando sin pensar y tomar
conciencia de que, si el bien no actúa, el mal sí actúa.
Todo
el mal que permitamos que se haga, no importa en que parte del mundo, algún día
nos alcanzara.
Entonces…
¿Qué haces ahí sentado? Levántate y trabaja.
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