“Dad,
pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”
Esta
frase de Jesús, en Mateo 22:21, indica la existencia de dos planos: el de la
sujeción a las leyes civiles en el ámbito estatal y el de la obediencia a la
autoridad de Dios desde la fe religiosa. No son planos necesariamente opuestos,
pero sí distintos y no deben confundirse, como ha ocurrido y sigue sucediendo
en los alegatos fundamentalistas, tanto políticos como religiosos, cuando no se
respetan las competencias correspondientes.
Pero
esto no quiere decir que la religión no tenga nada que ver con la política. Sí,
y mucho, por cuanto reconocer a Dios como el único Señor implica llevar a la
práctica la justicia social que la fe exige.
La
frase de Jesús ha dejado una marca profunda en la historia y en el lenguaje
humano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No más:
o César o Dios, sino: uno y otro, cada uno en su lugar.
Es
el comienzo de la separación entre religión y política, hasta entonces
inseparables. Los hebreos concebían el futuro reino de Dios instaurado por el
Mesías como una “teocracia”, es decir, como un gobierno dirigido por Dios en
toda la tierra a través de su pueblo. Ahora en cambio, la palabra de Cristo
revela un reino de Dios que “está” en el mundo, pero que no “es” de este mundo
y que, por ello, coexiste con cualquier otro régimen, sea de tipo sacro o
“laico”.
César
y Dios, sin embargo, no están al mismo nivel, porque también César depende de
Dios y debe rendirle cuentas. “Dad a César lo que es de César” significa, por
tanto: “Dad a César lo que 'Dios mismo quiere' que le sea dado a César”. Dios
es el soberano de todos, César incluido.
No
estamos divididos entre dos pertenencias, no estamos obligados a servir “a dos
señores”. El cristiano es libre de obedecer al Estado, pero también de resistir
al Estado cuando éste se pone contra Dios y su ley. Antes que a los hombres,
hay que obedecer a Dios y a la propia conciencia. No se puede dar a César el
alma que es de Dios.
Pablo.
Escribió: “Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay
autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron
establecidas por él. Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se
rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo.”
Romanos 13:1...2 NVI
La
colaboración de los cristianos en la construcción de una sociedad justa y
pacífica no se agota con pagar los impuestos; debe extenderse también a la
promoción de valores comunes, como la familia, la defensa de la vida, la solidaridad
con los más pobres, la paz.
Los
cristianos y nuestras iglesias, estamos llamados a diseminar la levadura y la
sal del Evangelio, y, por lo tanto, el amor y la misericordia de Dios que llega
a todos los hombres, mientras que a la sociedad civil y política le toca la
tarea de articular y encarnar en la justicia y en la solidaridad, en el derecho
y en la paz, una vida cada vez más humana.
Estamos
viviendo una pandemia, el mundo entero tiembla, la salud tiembla, las economías
tiemblan, los hogares tiemblan, la educación se detiene, el mundo manifiesta en
sus habitantes desconcierto, temor, irresponsabilidad, egoísmo, en fin las
virtudes y los males relumbran.
Nos
toca a todos niños, adultos y ancianos, hombres o mujeres, laicos o
eclesiásticos, creyentes y no creyentes… vivir estos momentos en un mundo
altamente comunicativo, la tecnología en la rama de la comunicación social se
ha desarrollado de forma acelerada, la internet, el teléfono celular, la
televisión, la radio, las redes sociales, etc., son ahora determinantes en la
guía correcta de una sociedad, pero el ser humano es el responsable de su uso
correcto.
Los
gobernantes de la mayoría de los países en el mundo han tomado sus medidas, el
virus es altamente contagioso, nos tomo de sorpresa, las medidas estatales se
revisten del carácter de urgentes muchas no son para hoy, debieron darse ayer,
pero lo importante es que se van dando.
El
mundo entero tiene ante si y lucha en todos los países contra un solo enemigo
que se llama COVID19, nosotros los cristianos nos ponemos en manos de JESUS DE
NAZARETH pero damos la batalla terrenal siguiendo y cumpliendo las indicaciones
emanadas por nuestros gobernantes, no nos agregamos al juego del enemigo de
difundir noticias falsas en redes sociales, ni memes denigrantes y burlescos,
sabemos como personas sensatas dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que
es de Dios, por eso oramos, bendecimos, hacemos el bien hasta la saciedad,
perdonamos a nuestros enemigos y sobre todo protegemos a nuestros niños y
viejos.
Sabemos
que en esta selva humana camina, ronda y nos guarda el León de Juda y juntos
decimos:
Salmos 23 “Jehová Es Mi Pastor” RV
1
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En
lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto
a aguas de reposo me pastoreará.
3
Confortará mi alma;
Me
guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No
temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu
vara y tu cayado me infundirán aliento.
5
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges
mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en
la casa de Jehová moraré por largos días.
Estudio Extraordinario Mar-18-2020
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