El Valor Del Abrazo Por Saúl Guevara

 


1 Pedro 5:14 "Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén."

 ¡Qué agradables son los abrazos! Y más si estamos pasando por un momento difícil. Hay situaciones difíciles en la vida, en las que no encontramos palabras que puedan tranquilizarnos, brindarnos calma y serenidad. Es cuando en esos momentos, solo un acto sincero de cariño puede llenarnos de paz. Cuando atravesamos un problema, un verdadero y puro abrazo, sirve como medicina que reaviva nuestro ánimo y recarga nuestro espíritu. Nos hace reparar en que no estamos solos, que hay gente sincera que camina con nosotros en medio de la adversidad.

 Actualmente en momentos de una anormalidad en las relaciones afectuosas humanas, los abrazos se han visto muy disminuidos por la norma del distanciamiento social, como parte de la prevención contra el Covid-19, pero habrá notado, que cuando menos sentimos (y quizás a todos nos ha pasado), estamos próximos a abrazar o abrazando a alguien.

 Y es que un abrazo, es una muestra de afecto, cariño y amor que resucita la esperanza y le recuerda al que enfrenta una tormenta de la vida, que hay que seguir luchando con la fe y la esperanza de que hay luz al final del camino. Final, que en el caso del Covid-19, se ve muy cerca.

 En fin, un abrazo tiene la capacidad de hacer la diferencia entre el espíritu angustiado y uno de paz; entre el corazón desesperanzado y uno lleno de aliento y energía, entre una vida que ha perdido la esperanza y otra que continúa luchando con coraje y determinación.

 Hay momentos en la vida que mejoran con un abrazo. Estoy convencido de que un abrazo tiene el poder de sanar en dos vías, a quien lo da y a quien lo recibe, especialmente si son esos abrazos prolongados llenos de cariño.

 Este simple acto de extender los brazos y rodear con ellos a una persona es una de las principales demostraciones de afecto que puede otorgar el ser humano. Incluso hay estudios que afirman que tiene propiedades terapéuticas y fisiológicas.

 Dios se especializa en abrazos. La Biblia dice que Él nos cubre con sus plumas para que allí encontremos refugio y protección. Salmos 91:4 “Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad." El Creador de los cielos y la tierra nos ama, nos muestra su gran amor por medio de su calor, su cariño, su presencia y su protección. Él nos abraza para que nos sintamos seguros y confiados en medio de las complejidades de nuestra existencia.

 Sabemos que con un abrazo se liberan endorfinas que alivian el dolor y se reduce la presión arterial. Como también ayuda a disminuir el dolor de cabeza, alivia la ansiedad, reduce el estrés y la depresión. Pero el poder de los abrazos va más allá: estimulan los sentidos, provocan alegría y tranquilizan el alma. Nada mal para un acto que además se concede de manera gratuita o acaso usted cobra o paga por un abrazo.

 En la actualidad hasta existe el abrazo-terapia. Se usa y recomienda para ayudar en enfermedades depresivas y de otros tipos, todo porque se ha comprobado que liberan otras hormonas como la serotonina y dopamina, que tienen un efecto sedante. Por eso producen sensación de tranquilidad, bienestar y calma. Lo más interesante es que su efecto no solo dura mientras se abraza, sino que sus beneficios se prolongan por mucho tiempo.

 Como cristiano, si pasas por una adversidad recuerda que siempre contarás con el calor y el cuidado divino, pero si eres tú quien encuentra alguna persona que lucha con el dolor, la enfermedad o la necesidad…abrázala.  Porque, así como Dios te levanta con su abrazo tú tienes la capacidad de hacer lo mismo por otro ser humano. Hay momentos que las palabras no hacen ningún efecto, pero un fuerte abrazo puede hacer la diferencia.

 Todo esto nos demuestra y enseña que los seres humanos estamos hechos y preparados para abrazar y ser abrazados.

 Todos, en el fondo, somos frágiles sin importar la máscara o coraza que aparentamos a veces andar llevando, el trabajo o puesto que desempeñemos, las cosas que poseamos o el título que ostentemos.

 Todos necesitamos de otras personas para experimentar esas propiedades que llegan después de un acto tan sencillo como lo es un abrazo. Digo que necesitamos de otros porque no podemos auto-abrazarnos, por mucho que lo intentemos o como a veces creemos hacerlo.

 Dios se especializa en abrazos, ya vimos como la Biblia nos dice que Él nos cubre con sus plumas para que ahí encontremos protección y refugio (Salmos 91:4). Yo me imagino esas enormes “alas” llenas de plumas suaves, rodeándome con mucha delicadeza. ¿Acaso no es maravilloso pensar que Dios nos abraza, para hacernos sentir protegidos, acurrucados, consentidos?

 En la parábola del hijo pródigo en Lucas 15:1…21, se describe cómo el padre corre a abrazar a su hijo, sin interrogarlo, sin cuestionarlo ni mucho menos reprenderlo, simplemente corre a su encuentro y lo abraza. Ponte ahora mismo a pensar e imaginar lo que ese abrazo propició en el corazón del hijo, seguramente sanó sus heridas emocionales, le quitó la culpa y lo hizo libre para disfrutar de su regreso a casa. Un abrazo en silencio, pero con amor libera de opresiones.

¿Cuándo fue la última vez que diste un abrazo? ¿Cuándo fue la última vez que te dejaste abrazar? Yo descubrí esas propiedades del abrazo, por eso ahora abrazo más a mi mamá, a mis hijos y a mi esposa. Abrazo a los que amo, a mis hermanos de la iglesia y otros lugares.

 ¡No desaproveches los beneficios de abrazar!

 No sé si estás pasando por una buena o mala temporada, pero sé que todo se siente mejor cuando te atreves a abrazar a alguien que amas o te dejas a abrazar por un amigo, esposa, madre o un hijo. Deja el miedo, la pena, y busca a alguien a quien abrazar con todo el corazón.

 De mí, recibe un fuerte y prolongado abrazo.

S.A.G. 18 – ENE - 2021

 

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