El presente artículo, fue publicado por “Gospel Music” el 13 de junio de 2008, su antigüedad no significa en ningún momento que sea desechable, por el contrario, es tan actual, como en el momento que se publicó y trata de una plaga que se sufre en muchas iglesias, lo invitamos a leerlo. Saúl Guevara
Quiero expresar, a través de esta nota publicada en "Apuntes Pastorales", que se debe tener muy en cuenta lo que dice este autor; Y decirles a los que manejan sonido en las iglesias o por lo menos lo intentan, que se preparen para tal tarea, no es algo así nomás, no solo está "en juego" la adoración, la alabanza que se da al Señor sino también está expuesta la salud y los oídos de las personas que presencian dichas reuniones. Me ha tocado, en lo personal, colaborar en esta área en varias iglesias... y la verdad no se le da importancia al volumen, a la masterización, amplificación, el retorno, a los agudos y graves, que por supuesto alguien que conoce sobre el tema entiende, y esto perjudica que podamos rendir a Dios una mejor calidad de nuestra alabanza en las iglesias. Otra cosa a destacar que, aunque en las reuniones hay personas que no entienden ni tienen conocimientos de música, en la diferencia de notas, retorno y sonido, les aseguro que si saben cuándo el sonido es malo, demasiado excesivo y está haciendo daño a sus oídos. Si somos adoradores o músicos que hemos decidido dedicar nuestros talentos para Dios, debemos tener muy en cuenta este concepto de sonido, recordemos que el "Espíritu Santo se mueve en el silbo apacible" y además el Señor se manifiesta en la alabanza de su pueblo; no en medio de ruidos molestos y bullicios que alteran nuestros oídos causando daños irreversibles. Cuando el mover es del Espíritu Santo se nota, no dejemos entonces, que se manifieste la carne en nuestras reuniones y si no se mueve el Espíritu Santo a través de las alabanzas ¿qué espíritu lo hace? Adorar y alabar a Dios es un mandato puesto por Dios porque es su designio, debemos hacerlo con entendimiento, pero en cada cosa que hacemos aun manejando el audio y el sonido en nuestro lugar de reunión. -
Desde hace varios años preocupa el disparatado nivel con que se maneja el sonido en la gran mayoría de las iglesias y lugares donde se realizan celebraciones evangélicas, dado que cuando la presión sonora excede los límites de seguridad establecidos para el oído humano, este sufre daños irreversibles.
El sonido excesivamente alto, además de resultar molesto y de dañar el oído, muchas veces da lugar a una fuerte reverberación, lo cual le resta claridad a la locución, haciendo difícil y estresante la captación del mensaje.
En su artículo Volumen Excesivo...daño al oído (Revista Unión 1998), Rafael Hiatt denuncia el problema con acierto y valentía. Advierte que ya hay miles de personas afectadas, entre ellas, él mismo.
Como el problema es mucho más serio de lo que parece, lo trataremos señalando principalmente los daños que el alto volumen provoca en los oídos, sus causas y consecuencias, a la vez sugerir un principio de solución.
Daños que Provoca el Excesivo Volumen:
Malas relaciones con la comunidad: El bullicio y el ruido molestan a los vecinos. Para tratar este problema hay dos opciones: a. Tratamiento acústico (aislamiento) de paredes, pisos y techos. Esto resulta altamente costoso, y en muchos casos imposible. b. Realizar las reuniones con sobriedad y orden - lo cual es un mandato bíblico los creyentes y a la iglesia (1 Pedro 5:8; 1 Corintios 14:40) Esta opción es mucho más fácil de encarar y no tiene costo monetario. La sobriedad y el orden en las reuniones, de ninguna manera estorban el gozo y la alegría en las alabanzas, al menos cuando se trata de alegría y gozo espirituales.
Destrucción Gradual de los Oídos: El excesivo volumen con que generalmente se manejan los equipos de audio tiene consecuencias muchísimo más graves, pues si bien los problemas con los vecinos podrían tener solución, la excesiva amplificación del sonido tiene consecuencias irreversibles, como lo es la destrucción gradual de los órganos auditivos.
Si a usted le molesta el alto volumen del sonido en las reuniones, es afortunado. Ello significa que aún no ha perdido la sensibilidad auditiva típica del oído sano. Pero tiene que tomar medidas urgentes, no sólo para conservar su oído sino también para proteger los oídos de sus hermanos. En cambio, si usted no le molesta el sonido muy alto, es posible que esté sufriendo de perdida de sensibilidad auditiva, sus oídos pueden estar parcialmente dañados, y no sólo los suyos, sino que también los de toda su congregación sino toma medidas a tiempo.
Causas del Excesivo Volumen:
El volumen excesivo no depende simplemente de cómo se manipulan los equipos de audio, sino que es algo más complicado, porque gira alrededor de tres causas principales:
a. El concepto erróneo de que potencia equivale a buen sonido: La primera es que la mayoría de quienes "hacen sonido" y manejan equipos de audio creen que para obtener buen sonido hay que disponer de mucha potencia. Absolutamente erróneo. El buen sonido depende de una buena distribución de la mínima potencia requerida en cada caso. Cabe acotar que; Las autoridades que velan por la salud de los jóvenes y adolescentes en los EE.UU, desde hace más de una década están muy preocupadas por la alarmante cantidad de adolescentes que padecen de severos daños a sus oídos (más de 50% con un grado de deficiencia auditiva de entre un 30% y 70%) lo que es irreversible, debido exclusivamente al excesivo volumen con que escuchan música. Es por ello que, desde hace tiempo, las autoridades obligan a los fabricantes de walkman y discman y actualmente en todos los dispositivos donde se pueda escuchar música, a colocar tanto en los manuales como en las aplicaciones de audio la siguiente advertencia: "Escuchar música a alto volumen es perjudicial para los oídos".
Ahora bien, si el excesivo volumen causa daños a los oídos de jóvenes y adultos ¿Se imagina cuánto más daño irreparable sufren en sus tiernos oídos los bebés y niños pequeños? Como ellos no pueden decidir, usted tiene la responsabilidad de velar por ellos.
b. Los que Controlan el Sonido No Son Profesionales: La mayoría de quienes manejan equipos de audio no tienen conocimientos básicos sobre sonido, ni son conscientes del daño que se le causa a los oídos cuando no se manejan los niveles con prudencia. Esto se debe a que el manejar sonido parece tarea fácil, al alcance de cualquiera, y que todo consiste en tener un poderoso amplificador, apilar robustos bafles y mover perillas, cuando en realidad no es así.
c. Sordera parcial de quienes manejan el Sonido: Inevitable es que muchos de quienes manejan audio padecen algún grado de sordera, en muchos casos muy severa, lo cual es consecuencia lógica del continuo mal uso y abuso de la potencia, por lo cual ellos amplifican la música a niveles absurdos de hasta 120 decibeles y a veces más. Téngase en cuenta que el umbral en los oídos está en los 130 decibeles y que 140 db equivale a una explosión justo junto a uno.
El departamento de trabajo de los EE.UU reglamenta el tiempo máximo que las personas pueden estar expuestas al sonido o ruido ambiental, siendo de un máximo de dos horas para 100 db y atn sólo 15 minutos o menos para 115 db (un "db" es la unidad de medición de presión sonora).
En los medios evangélicos, lo más común es que durante las alabanzas, la presión sonora se mantenga en los 110-120 db, lo cual es realmente un disparate total. En un concierto de "música cristiana", la presión sonora se mantuvo en los 110-120 db; francamente una aberración brutal, pues el sonido a esos niveles es un atentado a uno de los sentidos más preciados del ser humano, como lo es el auditivo. Y esto no es imaginario, en estos casos antes mencionados está comprobado a través de un audiómetro.
Es imperiosamente necesario que nuestros pastores tomen en cuenta esta realidad y además observen que quienes manejan el sonido en las iglesias y otros recintos donde se realizan eventos son en su mayoría adolescentes y/o personas muy jóvenes, muchos de ellos fanáticos admiradores de grupos que se deleitan con la super potencia de sus equipos de audio, sin importarles si con ellos revientan los oídos de la gente.
Un elemento para corregir es la costumbre de amplificar lo que un recinto cerrado jamás debe ser amplificado, como "las baterías" con sus instrumentos de percusión, los que precisamente por su naturaleza generan sonidos de niveles tan altos y penetrantes que no requieren amplificación alguna.
Consecuencias que deja el Excesivo Volumen
Resumiendo, todos los disloques mencionados hacen que el nivel del sonido que se maneja en las iglesias y otros lugares de reunión sea excesivamente alto, con las siguientes consecuencias:
1. Daño irreversible a los órganos auditivos de jóvenes y adultos, con severa gravedad en los bebés y niños pequeños, y daños neurológicos en los bebés de gestación.
2. Serias molestas a los oyentes, bloqueo de la capacidad de pensar y meditar, estrés, nerviosismo, etc.
3. Molestia a los vecinos.
4. Acciones judiciales de los vecinos y padres de jóvenes cuyos oídos fueron dañados por asistir a las reuniones.
5. Excesiva distorsión y reverberación, pérdida de claridad sonora, lo cual dificulta la comprensión de las palabras y por ende, la captación del mensaje, que es lo que el diablo quiere.
Finalmente, recordemos que el oído es parte de nuestro cuerpo y que él cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo, por lo tanto, debemos cuidar todo el cuerpo. Recordemos también que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. (Romanos 10:17)
"El que todavía tiene oído, oiga" (Apocalipsis 3:22)
TodoGospel by Rachel
S.A.G. – 08 – FEB – 2021
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