Aprendamos A Ser Curiosos - Por Saúl Guevara (Estudio No. 852)

 

 


Muchos estamos acostumbrados a condenar la curiosidad y creen que la Biblia se opone a la curiosidad, poniendo de ejemplo a la curiosidad de Eva; dicen: La curiosidad de Eva arruinó su relación con Dios alejándolo y es cierto. Pero ¿qué pasa con la curiosidad de Moisés al ver la zarza ardiente? Moisés se sorprendió y dijo intrigado: “Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema” (Éxodo 3:3). ¡Su curiosidad en este caso lo acercó a Dios!

 La curiosidad puede conducirnos al bien o al mal, a la vida o a la muerte.

 Einstein dijo: “No tengo talentos especiales. Sólo soy un curioso apasionado”. Y así como él, encontramos a muchos hombres destacados en la historia de la humanidad que ensalzan la cualidad de ser curiosos.

 El éxito de estas personas nos da pauta a preguntarnos: ¿Habrían ocurrido los geniales descubrimientos de la ciencia sin curiosidad? ¿Habría los grandes artistas y genios creativos alcanzado el éxito en sus campos sin la chispa de la duda y el gozo del descubrimiento?... Probablemente no. Pero si nuestro deseo explicativo va más allá de los límites del conocimiento nos conduce a la cúspide de los logros humanos, también la curiosidad obscena y morbosa a menudo recurre a lo más profundo de nuestra maldad.

 Por lo general las redes sociales, las páginas web y nuestros medios de comunicación son utilizados por los publicistas hambrientos de dinero y fama aprovechándose de nuestros deseos pecaminosos.

 La curiosidad tiene muchos sabores y todos son inspirados por diferentes cosas. A uno de ellos se le ha llamado curiosidad perceptual. Ésa es la curiosidad que sentimos cuando algo nos sorprende o no está de acuerdo con lo que sabemos o creemos saber. Es un sentimiento desagradable, una sensación de malestar. Es como una comezón que necesitamos rascar. Entonces tratamos de conocer la información para aliviar esa curiosidad.

 Por otro lado, también existe algo llamado curiosidad epistémica, que es un estado agradable asociado a la expectativa de una recompensa… Ésa es la curiosidad que inspira todas las investigaciones científicas.

 También se menciona la curiosidad específica y diversiva, que puede responderse con una búsqueda de internet. Ésa es la que lleva a los jóvenes a mirar sus celulares constantemente, buscando mensajes de texto que les quiten el aburrimiento.

 Curiosidad morbosa

La curiosidad puede ser buena o mala dependiendo de lo que nos hace pensar o hacer. La revista Psychological Science publicó un estudio donde se demuestra que “nuestra curiosidad a veces es tan poderosa que nos lleva a escoger resultados potencialmente dolorosos y desagradables que no tienen beneficios aparentes, incluso cuando tenemos la capacidad de evitar esos resultados”

 Influencias externas

Los educadores pueden encausar efectivamente el poder de la curiosidad con preguntas y pruebas de ingenio desafiantes.

 Pero los publicistas de pornografía y otras cosas viles también hacen uso del poder de la curiosidad. Obviamente, queremos ver lo que está detrás de la cortina, o la bata. Naturalmente queremos saber lo que sucede después y sentimos la comezón de saber, de entender, deseamos profundamente experimentar lo que según algunos está fuera de los límites y según otros es impresionante.

 ¿Cómo canalizar nuestra curiosidad natural en la dirección correcta y lidiar con las influencias externas?

 Domine su curiosidad carnal

Cuando su curiosidad se esté inclinando hacia un deseo incorrecto, el chisme o cualquier otro mal.

No ceda. No deje que la atrayente imagen de ese algo indecente encuentre cabida en su mente. Siga el ejemplo del justo Job, quien dijo: “Hice pacto con mis ojos” para no mirar a ninguna mujer joven (Job 31:1).

 Huya de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18). No se deje seducir y no se quede pensando en lo incorrecto ni permita que su mente se llene del deseo insaciable de experimentarlo.

 Cultive su curiosidad creativa

La Biblia está llena de preguntas y desafíos fascinantes. Tiene suficientes maravillas y misterios como para una vida entera y mucho más.

 Nunca deje de aprender. La escuela fue sólo el comienzo. Obviamente, existen algunos profesores maravillosamente creativos que encienden chispas de curiosidad en sus alumnos. Pero, dependiendo de dónde y cuándo usted asistió a la escuela, es posible que necesite desaprender algunas de las formas en que la educación formal aplastó su curiosidad y frenó su creatividad. Incluso si nunca le gustó la escuela, puede reavivar el deseo y gozo puros del descubrimiento.

 Cultivar la curiosidad también implica un esfuerzo mental. La curiosidad se puede aplicar positivamente en cualquier área de la vida. Ser curioso puede incluso fomentar nuestras relaciones. Preguntarnos cómo otras personas ven la vida, o realmente interesarnos por lo que han experimentado y lo que piensan, puede ayudarnos a hacer amigos y fortalecer relaciones. La curiosidad también puede ayudarnos a conseguir un buen empleo y mejorar nuestra situación laboral constantemente. Es un ingrediente necesario para la innovación y la creatividad.

 Siga indagando, explorando y buscando mejores y más rápidas maneras de hacer las cosas. Si la necesidad es la madre de la invención, la curiosidad sana bien podría ser el padre.

 La Biblia dice que nuestro amoroso Dios quiere que seamos sus hijos (1 Juan 3:1). Y ¿qué tiene Dios preparado para sus hijos? “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

 ¡Dios ha tenido la eternidad para prepararse! ¿Se imagina una eternidad de descubrimiento, creatividad y gozo? ¡Por ello aprenda a ser curioso!

 S.A.G. - 07 – SEP – 2025 (Estudio No. 852)

 

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