Muchos
estamos acostumbrados a condenar la curiosidad y creen que la Biblia se opone a
la curiosidad, poniendo de ejemplo a la curiosidad de Eva; dicen: La curiosidad
de Eva arruinó su relación con Dios alejándolo y es cierto. Pero ¿qué pasa con
la curiosidad de Moisés al ver la zarza ardiente? Moisés se sorprendió y dijo
intrigado: “Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no
se quema” (Éxodo 3:3). ¡Su curiosidad en este caso lo acercó a Dios!
La
curiosidad puede conducirnos al bien o al mal, a la vida o a la muerte.
Einstein
dijo: “No tengo talentos especiales. Sólo soy un curioso apasionado”. Y así
como él, encontramos a muchos hombres destacados en la historia de la humanidad
que ensalzan la cualidad de ser curiosos.
El
éxito de estas personas nos da pauta a preguntarnos: ¿Habrían ocurrido los geniales
descubrimientos de la ciencia sin curiosidad? ¿Habría los grandes artistas y
genios creativos alcanzado el éxito en sus campos sin la chispa de la duda y el
gozo del descubrimiento?... Probablemente no. Pero si nuestro deseo explicativo
va más allá de los límites del conocimiento nos conduce a la cúspide de los
logros humanos, también la curiosidad obscena y morbosa a menudo recurre a lo
más profundo de nuestra maldad.
Por lo
general las redes sociales, las páginas web y nuestros medios de comunicación
son utilizados por los publicistas hambrientos de dinero y fama aprovechándose
de nuestros deseos pecaminosos.
La
curiosidad tiene muchos sabores y todos son inspirados por diferentes cosas. A
uno de ellos se le ha llamado curiosidad perceptual. Ésa es la curiosidad que
sentimos cuando algo nos sorprende o no está de acuerdo con lo que sabemos o
creemos saber. Es un sentimiento desagradable, una sensación de malestar. Es
como una comezón que necesitamos rascar. Entonces tratamos de conocer la
información para aliviar esa curiosidad.
Por
otro lado, también existe algo llamado curiosidad epistémica, que es un estado
agradable asociado a la expectativa de una recompensa… Ésa es la curiosidad que
inspira todas las investigaciones científicas.
También
se menciona la curiosidad específica y diversiva, que puede responderse con una
búsqueda de internet. Ésa es la que lleva a los jóvenes a mirar sus celulares
constantemente, buscando mensajes de texto que les quiten el aburrimiento.
Curiosidad
morbosa
La
curiosidad puede ser buena o mala dependiendo de lo que nos hace pensar o
hacer. La revista Psychological Science publicó un estudio donde se demuestra
que “nuestra curiosidad a veces es tan poderosa que nos lleva a escoger
resultados potencialmente dolorosos y desagradables que no tienen beneficios
aparentes, incluso cuando tenemos la capacidad de evitar esos resultados”
Influencias
externas
Los
educadores pueden encausar efectivamente el poder de la curiosidad con
preguntas y pruebas de ingenio desafiantes.
Pero
los publicistas de pornografía y otras cosas viles también hacen uso del poder
de la curiosidad. Obviamente, queremos ver lo que está detrás de la cortina, o
la bata. Naturalmente queremos saber lo que sucede después y sentimos la
comezón de saber, de entender, deseamos profundamente experimentar lo que según
algunos está fuera de los límites y según otros es impresionante.
¿Cómo
canalizar nuestra curiosidad natural en la dirección correcta y lidiar con las influencias
externas?
Domine
su curiosidad carnal
Cuando
su curiosidad se esté inclinando hacia un deseo incorrecto, el chisme o
cualquier otro mal.
No
ceda. No deje que la atrayente imagen de ese algo indecente encuentre cabida en
su mente. Siga el ejemplo del justo Job, quien dijo: “Hice pacto con mis ojos”
para no mirar a ninguna mujer joven (Job 31:1).
Huya
de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18). No se deje seducir y no se quede
pensando en lo incorrecto ni permita que su mente se llene del deseo insaciable
de experimentarlo.
Cultive
su curiosidad creativa
La
Biblia está llena de preguntas y desafíos fascinantes. Tiene suficientes
maravillas y misterios como para una vida entera y mucho más.
Nunca
deje de aprender. La escuela fue sólo el comienzo. Obviamente, existen algunos
profesores maravillosamente creativos que encienden chispas de curiosidad en
sus alumnos. Pero, dependiendo de dónde y cuándo usted asistió a la escuela, es
posible que necesite desaprender algunas de las formas en que la educación
formal aplastó su curiosidad y frenó su creatividad. Incluso si nunca le gustó
la escuela, puede reavivar el deseo y gozo puros del descubrimiento.
Cultivar
la curiosidad también implica un esfuerzo mental. La curiosidad se puede
aplicar positivamente en cualquier área de la vida. Ser curioso puede incluso
fomentar nuestras relaciones. Preguntarnos cómo otras personas ven la vida, o
realmente interesarnos por lo que han experimentado y lo que piensan, puede
ayudarnos a hacer amigos y fortalecer relaciones. La curiosidad también puede
ayudarnos a conseguir un buen empleo y mejorar nuestra situación laboral
constantemente. Es un ingrediente necesario para la innovación y la
creatividad.
Siga
indagando, explorando y buscando mejores y más rápidas maneras de hacer las
cosas. Si la necesidad es la madre de la invención, la curiosidad sana bien
podría ser el padre.
La
Biblia dice que nuestro amoroso Dios quiere que seamos sus hijos (1 Juan 3:1).
Y ¿qué tiene Dios preparado para sus hijos? “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que
le aman” (1 Corintios 2:9).
¡Dios
ha tenido la eternidad para prepararse! ¿Se imagina una eternidad de
descubrimiento, creatividad y gozo? ¡Por ello aprenda a ser curioso!
S.A.G. - 07 – SEP – 2025 (Estudio
No. 852)
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