Histografiando

(NOTA: El significado de la palabra Histografiando no lo encontrara en ningún lugar, pero es un buen nombre para este Estudio)

Todos conocemos los lápices, son largos y con un pequeño borrador. Esto es así, pues todos nos equivocamos, sin embargo, el borrador es mucho menor que el lápiz, indicando que a pesar de que nos equivocamos es más lo que escribimos correctamente, que los errores que cometemos.

Muchas veces creemos que nuestra vida no vale o que nacimos para tener problemas, dificultades o simplemente para ser perdedores. Las depresiones vienen cuando pensamos que es más lo malo que lo bueno en nuestras vidas, sin embargo, es más lo bueno que hay en nosotros que aquello que dice llamarse error.

Adelante, no te detengas por un pequeño error, borra tus errores, escribe encima y continúa, pues Dios te ha dado mucho lápiz, pues conoce tus habilidades y cree en las cosas buenas que puedes hacer.

Tienes muchas cosas buenas que escribir y si te detienes para pensar en lo poco que has tenido que borrar, dejarás de escribir tu parte en el libro de los Hechos en el cual Dios te ha permitido ser co-autor.

Y hablando de que escribamos el Libro delos Hechos, permíteme contarte que había una vez un hombre que quería seguir a Jesús y alcanzarlo a través de servir al Reino de los Cielos. Un día aquel hombre quiso entrevistarse con Nuestro Señor y le indicaron el camino del bosque. A poco andar encontró a Jesús y le expuso sus intenciones.

Nuestro Señor lo miró con inmensa ternura, luego desprendió del suelo un árbol joven pero alto y le dijo: "Recorre el camino de tu vida con esta cruz al hombro y así alcanzarás el Reino de los Cielos".

El hombre inició su camino con gran entusiasmo y lleno de buenas intenciones, pero rápidamente cayó en cuenta que la carga era demasiado pesada, lo obligaba a un paso lento y en momentos doloroso. Una ves en que se dispuso a descansar, se durmió y en su sueño vio que se le aparecía el mismísimo demonio, quien le regala un hacha, ofreciéndosela sin condiciones. El la aceptó, considerándola una herramienta de mucha utilidad en su difícil camino. Pasó el tiempo y el hombre mantenía su propósito, aunque cansado y angustiado por la lentitud de su marcha. Entonces, bajo otra forma, volvió a aparecer el demonio y aparentando buena disposición de ayuda, lo convence de usar el hacha para recortar un poco las ramas. ¡Que distinta se sentía la carga, que sensación tan agradable experimento el hombre al reducirla! En su sueño paso el tiempo y volvió a sufrir el peso agobiante de su cruz y pensó que si recortara otro poco la carga no cambiaría en nada su gran misión y más aún, con ello apresuraría su llegada al encuentro con Jesús; así que volvió a usar su hacha. De allí en adelante continuaron los recortes, hasta que el árbol se transformó en una hermosa cruz preciosamente tallada que colgaba de su cuello y causaba la admiración de todos. La cruz no tardó en convertirse en una moda, luego vino la fama y el reconocimiento y adicionalmente un caminar de gacela hasta el Reino de los Cielos.

Alcanzando en su sueño el final del camino el hombre muere. Ya para llegar al cielo, distingue un hermoso castillo, desde una de cuyas torres Jesús en Gloria y Majestad se dispone a recibirlo. El hombre dice: -Señor, he esperado mucho tiempo este momento. Señálame la entrada.. -Jesús le responde: "Hijo, para entrar al Reino deberás subir hasta donde estoy, usando el árbol que te entregue cuando iniciaste el camino hacia mi."

El hombre lleno de vergüenza reconoció haberlo destruido y lloro amargamente su error. Despertó entonces de su profundo sueño y agradecido con el Señor, regresó al bosque aquel para tomar su cruz y llevarla entera al Reino de los Cielos.
Que pasa con tu vida ¿no será que estas durmiendo?

Por otro lado y en otra historia, era en una reunión del domingo por la noche en una iglesia cristiana evangélica. Después de cantar los himnos, el pastor se dirigió a la congregación y presentó al orador invitado. Se trataba de un amigo de su infancia, ya entrado en años.

Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano subió al púlpito y comenzó a contar esta historia: "Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un velero a lo largo de la costa, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación y las aguas del océano arrastraron a los tres."

Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró a dos adolescentes que, por primera vez desde el inicio de la reunión, estaban mostrando interés.

Y siguió narrando: "El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga. Tuvo sólo escasos segundos para decidirse. El padre sabía que su hijo era cristiano y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía era grande. Miró a su hijo y le gritó: ¡¡Te quiero, hijo mío!! y le tiró la soga al amigo de su hijo. En el tiempo que le llevó acercar al amigo hasta el velero volcado, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche. Jamás lograron encontrar su cuerpo."

Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

"El padre" -continuó el anciano- "sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios. Por eso sacrifico a su hijo. Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros."

Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.

Pocos minutos después ya concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente: "Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta mucho creer que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo.

"Tienes toda la razón," -le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada por el uso. Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:- "Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar a Su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el amigo de ese hijo era YO.

"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento" Eclesiastés 12:1

Amados hermanos este es un buen momento para dejar ya de histografiar y nos acordemos de nuestro creador. Oremos.

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