La Mezquindad

De todos los defectos que puede tener un ser humano, la mezquindad es, sin dudas, uno de los más perjudiciales, tanto para él como para su entorno inmediato y la comunidad que lo contiene.

En su forma mas general pudiéramos definir la mezquindad como la falta de sentimientos nobles.

Hay muchas formas de ser mezquino. Están los que se pasan la vida entera especulando con cobrar una herencia, con sacarle a una tía o a una abuela lo que no podrá llevarse a su tumba. Están los que no sólo tienen amigos por conveniencia, para ver lo que pueden sacarle, ya sea en contactos, a través de negocios o en favores de todo tipo y están, entre otros, los pudientes de nuestras sociedades que trazan acciones sólo para favorecer sus arcas personales, dejando atrás el compromiso con los desposeídos y por los cuales vino Jesucristo..

No sólo hay mezquindad material, también existe y parece avanzar con el individualismo que crece, una mezquindad de afectos que ya se torna preocupante. "Que me llame él", "que me llame ella", "no pienso pedir disculpas", "que venga él primero a hablar conmigo", son algunas de las expresiones o pensamientos que rotulan actitudes mezquinas que parecen de moda y que contribuyen a relaciones cada vez menos comprometidas.

Hace algunos años, en oportunidad de trabajar para los desplazados que hubo en mi país por el conflicto armado que vivimos, me toco llegar a realizar una visita a un pueblo tan empobrecido en lo económico como rico en el espíritu y la fuerza de su gente, uno de los líderes locales nos recibió en su casa con un generoso banquete de ternero y otras delicias propias de la región. Al disfrutarlo, advertí que podía haber sido lo que pensaban comer en toda una semana. Por eso y ya en confianza, le admití que me parecía una exageración ese recibimiento con lo poco que ellos tenían para subsistir. El anfitrión me miró a los ojos y me dijo: "Soy lo que doy".

Esa frase me acompaña cada vez que me asalta el virus de la mezquindad y funciona como una vacuna, un remedio natural que me hace sentir bien a la hora de bendecir a mis hermanos o de pagar a mis acreedores, tanto sea con efectivo, con afectos, con favores o con cualquier otra cosa que signifique dar.

No se trata de ser un exagerado generoso y de entregarse al derroche de lo que Dios nos provee, sino de ser, al menos, justos. Por eso, antes de quejarse por lo poco que se recibe, siempre es mejor, mucho mejor, fijarse en lo que uno da.

A lo largo de mi vida y en mis distintas experiencias laborales me he encontrado con bastante gente mezquina y pobre de espíritu. Estas personas generalmente tiene miedo a que otros puedan superarlos en conocimientos o capacidades, por lo que la táctica que suelen utilizar es privar deliberadamente a sus subordinados o compañeros, de información y conocimientos que según ellos podrían poner en peligro su puesto, pero sobre todo a aquellas personas que ellos juzgaban con capacidad intelectual suficiente como para aprender con rapidez lo que se les enseña.

Por desgracia, ahora en mi nueva vida como pastor, ya a mas de trece años, sigo topándome con este tipo de individuos y he llegado a una conclusión que deseo compartir con todo aquel que le interese el tema.

Estas personas por lo que a mi experiencia se refiere, son personas con unos conocimientos muy concretos sobre un solo tema en particular, pero que cuando los quitan de éste ámbito de conocimiento son bastante pobres.

Es decir solo tienen ese conocimiento como eje fundamental de su existencia y su profesión, pero como personas son tremendamente inseguras, e intelectualmente tremendamente cortas, porque como me dijo alguno de éstos individuos en una ocasión: "si te digo lo que sé, sabes tanto como yo".

Y los califico de intelectualmente cortos, porque el que desea saber algo en particular, se lo enseñe el que lo sabe o se lo niegue, va a buscar y encontrar ese conocimiento por medio de otras fuentes. Es mas los que ya caminos por los senderos del Señor sabemos que el que quiera sabiduría se la pida a Dios.

El que tiene deseos de aprender no se detiene por individuos que les ponen obstáculos y les niegan la información, tardarán más o menos en conseguirlo pero al final aprenden aquello que es de su interés.

Así que piensa que el conocimiento que tienes, no es el que te da valor como persona, pero sí lo que haces con esos conocimientos. Recuerda que lo que quieras de este mundo lo lograras en el Espíritu de Dios, pues es con y en su fuerza y no con la tuya como se vence a esta casta de ignorantes presos de Satanás.

El conocimiento nos enriquece y a través de la historia de la humanidad el desarrollo se ha producido por la trasmisión de conocimientos y no por esconder lo que uno aprende para sí. Este tipo de comportamientos solo denota la pobreza de espíritu del individuo.

Billy Graham dijo una vez: “La lágrimas que se derraman por uno mismo son lágrimas de debilidad, pero las lágrimas que se derraman por el amor que se tiene por los demás son una señal de fortaleza. No soy tan sensible como debiera ser hasta poder ‘llorar por el errante y levantar al caído.’ No puedo conocer la verdadera felicidad hasta que no haya aprendido el valor de compartir con los demás con compasión su tristeza, su sufrimiento o su desgracia. Lo opuesto del amor no es el odio, es el egoísmo y la mezquindad.”

Y Tu ¿como andas?

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