A Los Fieles De La Iglesia Cristiana el Renuevo En El Aniversario No. 12

"Tomo luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen y le puso por nombre Eben-ezer. Diciendo hasta aquí nos ayudo Jehová."

Amada congregación estamos celebrando el Aniversario Número 12 de nuestra Iglesia y con mucha gratitud y gozo podemos declarar como el gran profeta de la antigüedad "Hasta aquí nos ha ayudado El Señor".

A través de estos años hemos visto la fidelidad de nuestro Dios, muchas almas se han salvado y bautizado, muchos se han reconciliado, matrimonios restaurados, jóvenes liberados de los malos caminos y esto gracias a la misericordia de Dios sin compromiso ni acomodamiento a los cambios culturales, sociales y morales de una sociedad cada vez más necesitada de Dios y su mensaje de Salvación, Restauración y Esperanza en medio de un mundo cambiante que se aleja cada vez mas y más de los principios Bíblicos que tienen la solución a todos nuestros problemas y necesidades.

A través de estos años no nos ha sido todo fácil, porque lo que Dios nos ha prometido y profetizado tiene que ser conseguido a través del sacrificio, consagración y compromiso que es el precio que cada uno de nosotros tenemos que pagar porque no estamos batallando contra sangre y carne sino que nuestra guerra es espiritual, por lo tanto cada victoria que obtenemos es terreno que se está conquistando contra el diablo, sus demonios y todos aquellos que son instrumento en sus manos para oponerse a la obra de Dios que es a través de su Iglesia.

También debemos agradecer a todos aquellos hombres y mujeres que ya no están con nosotros, a los que duermen en Cristo, a los que en buena lid se retiraron, a los que están lejos geográficamente pero que siempre siguen siendo el Renuevo, a Mata de Piña, a La Pirraya, a las Iglesias Amigas, aun a los lobos con piel de ovejas les agradecemos, pues de ellos hemos aprendido y sabemos que de alguna manera pusieron una semillita para ayudar a lo que la Iglesia es hoy en día.

Gracias a Dios porque en estos 12 años a través de luchas y pruebas Dios nos ha bendecido, sin embargo pido a la congregación para que creamos a Dios por mucho más para nuestra Iglesia, que los proyectos, sueños que Él nos ha dado para el futuro puedan hacerse una realidad, porque lo mejor está por delante de nosotros.

Es un año que ha pasado rápido y ha traído muchas cosas nuevas e interesantes, buenas y malas, más buenas que malas, o por lo menos soy una persona que recuerdo más las buenas que las malas, pero espero haber aprendido de las malas.

Es el final de un año y el advenimiento de otro nos llevan necesariamente al tribunal del tiempo donde no podemos mentir y donde los mejores abogados, no nos ayudarán con nuestros alegatos sobre el uso que hicimos del mismo.

No tuvimos si no sólo 365 días, 12 meses, 8.760 horas con 525.600 minutos (los segundos los saca usted), durante todo el año. Si el ocio, el incumplimiento de nuestras obligaciones con Dios, la falta de perseverancia y otras mas se hicieron presentes, en lugar del esfuerzo laborioso, no nos quejemos si la sentencia es adversa.

Pero si la disciplina y la constancia hicieron posible el logro de nuestros caros sueños, de Dios solo vendrán mayores bendiciones, al fin cada quien en este momento esta cosechando lo que ha sembrado.

Es que del tiempo lo que aprendemos es que somos peregrinos y extranjeros cuyo destino final será la eternidad. Aprendemos que la vida es tan corta, que sin haber medido la distancia, pronto llegamos al atardecer de su ocaso.

Sobre esto se ha dicho que lo importante no es añadir años a la vida sino vida a los años.

Solo pasamos una vez por esta vida. Nadie sabe en qué momento su lámpara se apagará para entrar a un mundo hasta ahora desconocido, donde solo se nos dice que en uno hay un resplandor glorioso y en el otro oscuridad perpetua.

El sabio Salomón, de cuyo genio proviene el libro de Eclesiastés, después de decirnos sobre lo que acontece y lo que podemos hacer con el tiempo, se dispone, algo así, como a calendarizar todas las etapas de la vida, diciéndonos que hay “tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Eclesiastés 3:2..8).

De acuerdo a esta visión, la vida no tiene excusas para ser malgastada. Nos quejamos con frecuencia que no tenemos tiempo para nada. Nos admiramos de cómo se nos va el tiempo. Algunos quisieran tener un día que pasara las 24 horas; pero lo cierto es que tenemos el tiempo exacto para cada cosa. ¡Ni más ni menos!. El asunto más bien tiene que ver sobre cómo nos administramos en la economía del tiempo.

Para todo lo anterior la recomendación y aplicación de Pablo de Efesios 5:15..17 es de suma importancia: “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”

Un nuevo año es otra oportunidad para que demos frutos. Jesús hizo referencia a la higuera que no daba fruto (Lucas 13:6-9). Según el relato, el dueño vino por tres años, de una manera consecutiva, a buscar el fruto deseado, pero no lo encontró; de modo que ordenó al hortelano que la cortara para que no inutilizara la tierra. Sin embargo, este hombre le pidió misericordia al dueño para que la dejara todavía un año más. Él prometió hacer algo más (preparar mejor la tierra) para ella diera fruto. Si después de esto no pasaba nada, entonces con justificación había que cortar la higuera.

¿Qué nos muestra esto? Que el Señor (el dueño de la higuera) espera frutos en cada uno de nosotros. Cada año es una oportunidad para darlo. Jesucristo le dijo a sus discípulos: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).

Es cierto que en la vida cristiana debemos dar muchos frutos, pero el más importante es producir otra oveja. La oveja es la única que produje a otras ovejas, así como lo único que produce manzanas son las manzanas mismas. Un nuevo año es una nueva oportunidad para producir frutos. El Señor se acerca al final de este año para preguntarnos qué tipo de frutos esperamos dar el próximo año.

De acuerdo a la visión que nos ofrece Salomón en el capítulo 3 de su Eclesiastés, la vida no tiene excusas para ser malgastada.

Nos quejamos con frecuencia que no tenemos tiempo para nada. Nos admiramos de cómo se nos va el tiempo. Algunos quisieran tener un día con más de 24 horas; pero lo cierto es que tenemos el tiempo exacto para cada cosa. ¡Ni más ni menos!.

El asunto más bien tiene que ver cómo nos administramos en la economía del tiempo. Los años que pasamos no los podemos redimir, sencillamente van haciendo su trabajo de desgaste y sin que quererlo, sus huellas van surcando la vida hasta ir mostrándonos la cara del ocaso.

De allí que es tan urgente como necesario aplicar la advertencia bíblica que exhorta: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo porque los días son malos (Efesios 5:15).

Cuando a todo le damos su tiempo habrá tiempo para todo. Recordemos que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

¿Cómo redimirá usted los próximos 365 días del año venidero?

Oración.
S.A.G. DOM 05 DIC 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario