El Vivir Como Cristianos: ¿Una Aventura?

Una aventura es una experiencia de naturaleza arriesgada normalmente compuesta de eventos inesperados. Una aventura puede constar de tareas arriesgadas, encuentros con personas, cosas o situaciones impactantes y lograr la realización de metas importantes en la vida de un individuo.

El cristianismo no es una apuesta al futuro, como la de quien jugara a la lotería a ver si el número le sale. No es un jugar a ver qué pasa… Hay algunas consideraciones que debemos tener en cuenta: Dios existe, nos vamos a morir, nos encontraremos con El y en su presencia entregaremos cuentas de cómo hemos usado la vida que nos ha dado…

Vivir como si Dios no existiera es fatal… sencillamente porque es una suposición falsa: no hay ninguna posibilidad de que no exista. Vivir como si no fuéramos a morirnos nunca… es muy ridículo… sencillamente porque lo único que está claro en nuestra vida es que vamos a morirnos.

Hemos sido creados para amar. El cristianismo realiza el fin de la creación del hombre: nos conduce a la plenitud para la que existimos y en la que alcanzaremos la felicidad perfecta. Ahora bien, eso no ocurrirá en esta vida: la felicidad perfecta consiste en la posesión de Dios, cosa que sucederá en la vida eterna.

Pero esto no significa que la vida presente no sirva para nada y que estemos condenados a pasar una vida cruel. consolándonos en lo bien que la pasaremos después de la muerte.

La vida eterna comienza a realizarse desde ahora. Esa vida eterna ya se vive aquí. La gracia es una participación de la vida divina. No se siente, ni se mide en términos económicos, de salud, etc. Tampoco en éxitos profesionales. Pero es más real que lo que tocamos. Y se mide en términos de amor y de talentos.

El cristianismo da sentido a la vida, le da valor y la llena de contenido. Hace que las cuestiones mundanas no sean intrascendentes, sino que se abran a la eternidad. Permite vivir esta vida abiertos a la plenitud, trascendiéndola.

Sin el cristianismo esta vida es muy pobre. Demasiado. Está encerrada en la inmanencia, en las coordenadas espacio-temporales. La vida sin perspectiva de eternidad es una película que acaba mal.

¿Cómo se presenta el futuro personal? Desde una perspectiva de culto al cuerpo, bastante mal: no importa cuanto vayas al gimnasio o la cantidad de ejercicio, o las cirugías plásticas que te hagas, con el paso de los años, cada vez mas viejos y arrugados, con menos fuerzas, más enfermos, más limitados… hasta la muerte. Las perspectivas “materiales” no son las mejores.

Pero las perspectivas sobrenaturales son inmejorables y cada vez son mejores: más cerca de obtener la vida por la que anhelamos, cada vez más maduros, más sabios, más enamorados, más llenos de obras de servicio y amor.

La virtud de la esperanza sobrenatural es más necesaria de lo que muchos imaginan. Nos abre horizontes de plenitud y amor. Llena esta vida de contenido y nos conduce a la que vale la pena, aquella para la que estamos hechos, donde se harán realidad las aspiraciones más profundas del corazón humano.

Pero la esperanza sobrenatural completa, es mucho más que una vaga aspiración o deseo: es la certeza de que Dios nos dará lo que nos promete: una vida eternamente feliz, con El, en la gloria.

Ahora, acompáñeme a leer un pasaje bíblico muy conocido que reviste un alcance enorme a través del cual su vida espiritual puede ser dinamizada.: " Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. "(Mateo 16:24, 25).

Observe cuidadosamente que el Señor Jesucristo no prometió que por seguirle, todo el mundo nos aceptaría, nos honraría y de paso, nos facilitaría las cosas. Por el contrario, dejó sentado que ser su discípulo obliga pagar un precio. Por supuesto, dicho precio muchas veces nos parece muy alto porque nos lleva a renunciar a lo que estamos apegados, aquello en lo que tenemos cifrada la esperanza.

Antes de conocer a Cristo pensábamos que era lo mejor; al conocerlo a Él aprendemos y asumimos que lo espiritual está por encima de todo lo material.

¿Cuál es la razón? Es sencillo. Es muy viable que tengamos reconocimiento social, solidez económica y planes prometedores para el futuro; sin embargo nuestra existencia es un caos. En cambio, cuando entregamos al Señor el control de nuestro presente y futuro, se produce el progresivo crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado y que no tiene precio.

Es necesario fijarnos una meta

¿Ha pensado alguna vez qué hacer con su vida? Creo que si. No creo que siempre haya volcado su interés únicamente en dar curso al ciclo natural de nacer, crecer, reproducirse y morir, sin que haya ocurrido nada trascendente en su tránsito terrenal.

 Ahora, si su devenir cotidiano no tiene un objetivo específico, ¿le gustaría fijarse metas? Sin duda que sí. Al respecto es bueno leer en las Escrituras una enseñanza que compartió el Señor Jesucristo con sus discípulos: "También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró"(Mateo 13:45. 46).

Quien no tiene un propósito claro, pasará por la vida sin pena ni gloria, será igual que la maceta que no pasa del corredor. ¿Es usted uno de ellos?

¿Está dispuesto a pagar el precio?

Alcanzar una vida con propósito implica pagar un precio. El resultado es una existencia renovada y plena. ¿Está usted dispuesto a pagar el precio?

Estamos identificados: el Señor Jesucristo no prometió un camino de rosas a sus seguidores, pero dejó claro que la plenitud se alcanzaría en el presente y la eternidad con Dios sería la consecuencia de tomar una decisión acertada  (recibir a Cristo Jesús como el Salvador) y poner por practica vivencial los principios bíblicos que pudieran parecer complicados y nada populares, pero que rinden excelentes resultados.

El maestro instó a sus seguidores: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan"( Mateo 7:13, 14).

La determinación que tomamos de seguir al Señor Jesucristo debe ir acompañada de firmeza y radicalidad. No podemos ser fluctuantes: andar con un pie en la mundanalidad y otro en las cosas de Dios. "Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios"(Lucas 9:62).

 Hay un hecho de significación que no podemos pasar por alto: Nadie está obligado a seguir a Cristo.

Tome nota del siguiente suceso que protagonizaron los seguidores del Señor Jesús al escuchar sus enseñanzas: "Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?"(Juan 6:60), y un poco más adelante leemos: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y  ya no andaban con él"(Juan 6:66).

 ¿Se da cuenta? No es algo que deba asumir por imposición, pero puedo decirle algo: Quien no acepta al Señor Jesucristo como su único y suficiente Salvador por su renuencia a pagar el precio, desecha una extraordinaria oportunidad: la de experimentar un cambio en su vida...

El vivir como cristianos es una aventura, una experiencia de naturaleza arriesgada normalmente compuesta de eventos inesperados. Una aventura que tener tareas arriesgadas, encuentros con personas, cosas o situaciones impactantes, la realización de metas importantes en la vida de un individuo, pero que al final tiene un final feliz garantizado. Amen

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