El Cristiano Ante La Sociedad De Consumo

Indudablemente que en estos tiempos, la sociedad de consumo es como un monstruo de sin fin de tentáculos al acecho del cristiano. El consumo implica relaciones de posesión y de imitación, convirtiéndonos inconscientemente en seguidores de unos patrones tan impuestos ahora como necesarios para mantener, aparentar o imitar un status de vida. 

Para todo evento de tu vida, ahora la sociedad de consumo ya impone una celebración que solo te lleva a gastar, no has nacido y ya tu madre te anda en los famosos Baby Shower y no te has muerto pero ya debes, en vida, tener tu ceremonia y ataúd fúnebre escogido dentro de los mejores estilos, como si ya muerto lo gozaras, ah... pero dará status a los vivos que se quedan.

¿Por que poner ejemplos antes de nacimiento y después de la muerte? Para que reflexionemos como esta sociedad consumista nos espera, nos acoge y nos despide, dentro de su mundo superfluo, en otras palabras vanidad de vanidades y después dicen los que en ella caminan que no son vanidosos.

Bueno seria que cada uno tratara de saber si le es posible vivir sin tanto materialismo. Cuando cada persona descubre el sentido último que las cosas materiales tienen para ella, cuando ejerce autoridad sobre la materia y no se convierte en esclavo de ella, es cuando trasciende la dimensión de ser superfluo y se solidariza con las bellezas generadas por Dios en su creación.

Este despertar es propio del cristiano y puede darse en las sociedades de consumo, lleva a conductas como la devolución a la naturaleza de la materia extraída reciclando o comprando objetos de segunda mano en anuncios; o como la toma de decisiones que lo llevan a vivir de acuerdo a las convicciones personales, flexibles pero firmes. En definitiva, cuando esta inmerso en una sociedad consumista, pero no vive manipulado por ella ni la convierte en una nueva religión, entonces y solo entonces, el cristiano hace prevalecer a Dios sobre las cosas mundanas.

La fiebre de nuestro tiempo se llama "consumismo". Atraviesa la lógica íntima de la producción, nos hace guiños desde la publicidad que nos espía por doquier y acaba anidando como un culto de salvación en el fondo del corazón.

El consumismo, que para algunos autores es el modo como el sistema compra la lealtad de los ciudadanos y la pacificación del mundo del trabajo, termina siendo, en su versión hedonista, la justificación del capitalismo. Un fenómeno de este calibre no deja de incidir sobre los sentidos, la mente y el corazón de los individuos. Tampoco deja indiferente a un hecho tan pegado a la realidad humana, interna y externa, como es la religión.

El cambio introducido por el consumo masivo no sólo incide sobre el mundo económico, sino sobre el cultural y por tanto, alcanza a la configuración de un estilo de hombre, de vida y de relaciones sociales. La fe cristiana, en cuanto estilo de relacionarse con Dios y los hombres, de ver la realidad y de posicionarse ante ella, queda profundamente afectada por la revolución consumista.

¿Cuáles son las características de ser humano que promueve la sociedad de consumo?
  • Es el homo consumens (no sapiens), imagen de felicidad: el hombre ideal y exitoso.
  • Es el ser humano reducido a un pretexto, a un objeto manipulable, usuario y consumidor del mundo, que es quien toma sus decisiones.
  • Es el hombre unidimensional en quien tiene preponderancia el aspecto material, pragmático y utilitarista; el que manipula cosas y personas, la técnica desprovista de valores.
  • Es la persona pasiva, bloqueada en su libertad y creatividad, persuadida en el orden inconsciente y afectivo más que racional. 
  • Es el hombre con identidad y autoestima prestadas: le dicen quién es, generan sus ambiciones y expectativas, le informan sobre el modo de alcanzarlas y cómo sentir que las alcanzó. Y si no lo logra, le facilitan una evasión para paliar la frustración.
  • Es la persona con una escala de valores subvertida, la persona que compra, que distingue a los demás por rasgos puramente externos y accesorios.
  • Es el hombre manipulado en sus motivaciones y auto-engañado cuando su falsa abundancia no se relaciona con la capacidad adquisitiva real del sujeto. 
  • Es la persona con capacidad crítica reducida, que no sabe distinguir necesidades reales de las suscitadas artificialmente por productos que aluden a cosas que nada tiene que ver con ella, tales como el poder, la belleza y la felicidad.


¿Cómo puede la familia cristiana sustraerse del condicionamiento de la sociedad de consumo?

Algunas sugerencias para lograr este fin son las siguientes:

1. Practicar la gratitud como forma de vida: 
Existe un sentido de descontento generalizado que hace que nos centremos muchas veces en aquellas cosas que no tenemos o nos hacen falta, desarrollando actitudes de queja y disconformidad. Es bueno dar gracias a Dios cada día por las cosas que sí tenemos, valorizarlas cuidarlas. El contentamiento es una actitud interior que no se relaciona con la falta de superación o con la ambición sino con el conocimiento de que Dios hará que contemos con lo necesario para seguirnos gozando en Él. La sociedad de consumo se encarga de determinar lo que nos falta y generarnos quejas. Dios se encarga de recordarme que teniendo sustento y abrigo puedo tener gratitud.

2. Hacer una lista de cosas: 
a) indispensables, 
b) posibles, 
c) innecesarias. 
Procurar ante la decisión de comprar algo, preguntarnos ¿qué nos motiva hacer esa compra?. Por ejemplo, si compro esta ropa sólo porque es cómoda y me gusta; si hago una dieta con determinados productos alimenticios por cuidar mi salud o meramente por obtener una imagen corporal impuesta; si compro algún artículo personal o voy a algún lugar porque me da status o por otra necesidad; si me siento disminuido por tener productos de marcas no muy conocidas; si cuando miro a los demás estoy condicionada en lo que pienso de ellos por su aspecto exterior y lo que usan, etc. de acuerdo con su valor nutritivo o calidad más que por el modo en que están publicitados. 

3. Fomentar el ahorro: 
Una de las premisas de la sociedad de consumo es la de "gastar","ahora y hoy es la oportunidad". No todo dinero tiene que ser gastado compulsiva o inmediatamente. Para los niños especialmente a veces resulta buena la postergación de la satisfacción inmediata de sus deseos y ver que su dinero puede ser ahorrado e invertido mejor posteriormente. Todo lo que se vive en casa primero ayuda a crear hábitos para enfrentar la manera de organizarse en el futuro.

4. Proponerse desarrollar una mentalidad más crítica: 
Analizar las propagandas y hacer preguntas pertinentes sobre lo que se propone consumir, ya sea moda, música, novedades, etc. Evaluar, como hicimos en esta unidad, los valores que subyacen detrás de las prácticas de vida que nos son impuestos desde la sociedad de consumo. Conversar en casa.

5. Aprender a compartir: 
El poseer y el acaparar son lo opuesto a lo que Jesús enseñó: si se tienen dos capas, tal vez es para poder compartir una. Tenemos muchas veces productos repetidos que no necesitamos, mientras algunas personas, incluso familiares o hermanos cristianos, no tienen ni uno de ellos. Dar con sabiduría y de acuerdo al sentir de Dios nos libera del egoísmo y el individualismo que reinan en el mundo hoy, nos ayuda a no aferrarnos desmesuradamente a las cosas y nos permite experimentar la gracia y el gozo de Servir.

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