Zapatero A Tu Zapato

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” 1 Pedro 4:10.

Era una persona que vivía como si no necesitase de nadie. En cierta ocasión, mientras un incendio destruía la casa de un vecino y todos corrían de un lado para otro tratando de ayudar, él miraba de brazos cruzados. Entonces, alguien le preguntó:
- ¿No vas a hacer nada? ¿Te vas a quedar mirando, solamente? -Cada uno cuida de su vida -respondió, levantando los hombros. Y se alejó como si nada estuviese sucediendo.

La indiferencia parece ser el mal de nuestro siglo. Las personas están tan ocupadas en resolver sus propios problemas que llegan al punto de pensar que son las únicas que existen y que solo ellas necesitan ayuda. Pero, el consejo de Pedro es que, si queremos ser gente realizada y feliz, debemos vivir al servicio de los demás.

Igualmente, me llama la atención como hay profesionales que desde que empiezan a trabajar tienen muy claro cuál es su trabajo y como pueden evolucionar y otros en cambio se pasan la vida dando tumbos y esclavizados a un patrón, lo cual a priori supone un no pasar de maceta como dice el dicho, cosa que no debe ser muy productiva.

Si uno estudia una carrera es porque quiere adquirir los conocimientos suficientes para ejercer una profesión de nivel medio-alto que le gusta. Se supone que antes de realizar el enorme esfuerzo de estudiar una carrera uno debe tener claro en que quiere trabajar. Pero a diario me encuentro con gente que ha estudiado una carrera universitaria por tener carrera, sin más objetivos ni vocación alguna. Por ejemplo, he conocido a ingenieros informáticos que apenas sabían programar. Esto es absurdo y una gran pérdida de tiempo y dinero. Ahora bien, los que estudian una carrera, ejercen su profesión y se convierten en buenos profesores, médicos, abogados, odontólogos o ingenieros que todo país necesita.

El don dado por Dios a igual que una carrera universitaria es para ejercerlo libremente, podríamos decir que una carrera, profesión u oficio estudiado, es en el mundo, lo que en lo espiritual es el don de Dios.

Es interesante el modo en que Pedro empieza el versículo de hoy: "Cada uno", dice. La responsabilidad de ministrar los dones del Espíritu, como el titulo logrado con tus estudios, no es colectiva; empieza con el individuo. Nadie puede esconderse detrás de los otros, bajo pena de caer en la arena movediza de la indiferencia y mediocridad.

Cada uno, "según el don que ha recibido". Nadie vino al mundo sin algún don y todos somos responsables por administrar ese don en favor del ser humano. De igual forma, nadie vino al mundo con profesión bajo el brazo, estos se logran con vehemencia y sacrificio a través del estudio y cada uno es responsable por administrar esa profesión en favor del ser humano. El ejercicio del don y la profesión para ayudar al semejante hace de una persona un ser altruista y victorioso.

La palabra "ministrar", en griego, es diakoneo, que significa "servir". El secreto de una vida realizada es el servicio. Vivir solo en función de las propias necesidades, sin prestar importancia a las necesidades ajenas, convierte al corazón en un pozo de egoísmo.

La diferencia entre un manantial y un pozo es que el manantial deja correr sus aguas y por eso permanece limpio y transparente. El pozo no; el pozo guarda, retiene y esconde. Con el tiempo, sus aguas se corrompen y solo sirven para provocar la muerte.

Como un don a igual que una profesión son personales e intransferibles, es que hemos querido usar para este estudio el refrán popular de “Zapatero a tu Zapato”. El origen de este dicho, que se utiliza para aconsejar a alguien que no opine o juzgue más que de aquello que entiende, es recogido por Plinio el Viejo en su tratado Historia Natural, que fue escrito en el siglo I. Según cuenta este historiador latino, Apeles, el más ilustre de los pintores griegos, era extremadamente exigente y crítico con su obra. Prueba de ello es que solía exhibir sus cuadros en la plaza pública y se escondía con disimulo detrás de ellos, para escuchar los comentarios y críticas de los transeúntes cuando se detenían ante sus obras.

En cierta ocasión, un zapatero fijó su mirada en uno de los lienzos y censuró con mofa la gran anchura de una sandalia en un retrato de cuerpo entero. Apeles aceptó el comentario y corrigió el defecto. Pero al día siguiente, el zapatero volvió a pasar y al percatarse de la corrección, empezó a criticar otras partes del retrato. El pintor, indignado, salió de su escondite y exclamó: Ne sutor ultra crepidam, el equivalente en latín de Zapatero a tu Zapato.

Con toda esta reflexión donde quiero llegar a parar, es que se estudie lo que se estudie y se trabaje donde se trabaje hay una cosa fundamental y es la motivación. Es una pérdida de tiempo dedicar años y años a estudiar una carrera si no te va a gustar desarrollarte en ella. Y no vale la pena ejercer una profesión que no te gusta, se puede hacer por necesidad en un momento dado, pero uno debe intentar estar motivado en lo que hace. Orientar tu carrera profesional es básico para lograr tu propia empresa que se supone es una de las metas por las que estudiaste. Si eres fotógrafo y amas tu profesión mejorarás día a día, te formarás e intentarás ofrecer mejores servicios y hacer mejores fotos. Esto es productividad y mejora continua. Si eres un buen mecánico o jardinero también será debido a que has mejorado a lo largo del tiempo. Y si eres un buen médico, abogado, arquitecto, odontólogo, o de cualquier profesión de las llamadas liberales, tú y tu empresa creceréis de la mano si te dedicas a ella.

Si te gusta tu trabajo intentarás evolucionar, formarte, ser tu propio jefe, ser mejor y esto te llevará a ser mejor valorado. A partir de ahí uno debe orientar su carrera profesional intentando no dar tumbos y giros a cada momento, por ello lo de Zapatero a tu Zapato.

Otra cosa es que decidas iniciar un nuevo andar en algo completamente diferente a lo que estabas haciendo antes de establecerte como profesional. Es igual que un don, ambos son dados para servir y servirlos bien.

Dios dice: “No descuides el don que hay en ti”

Una de las formas para no descuidar ese don o profesión es ejercitándote en él. Lo que Dios te ha dado, úsalo para el propósito por el cual te los dio. Dios quiere que cuides lo que Él te ha dado y es casi seguro que ese medio dado por Dios será el triunfo y bienestar de tu vida terrenal y en el más allá.

Toparás con muchos bomberos, que querrán apagar el fuego que hay en ti, a veces tus padres, tus hermanos, tu cónyuge e hijos, personas que, en lugar de darte una motivación, dejan de creer en ti, que aun estando a tu lado, no te motivan o te distraen, a veces hasta adulatoriamente, de la realización y razón de tu Don o profesión, es tiempo de que Dios avive el fuego que hay en ti.

Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti… ¡Dios quiere avivar ese fuego que un día puso en tu vida!!!

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