Ante Los Fracasos De Los Demás



En variadas ocasiones y lugares he escuchado la frase popular que dice: "A nadie le gusta ver ojos bonitos en cara ajena", esta frase que no significa otra cosa que la manifestación del más vil de los sentimientos como lo es la envidia recoge en sí, el acto de repulsión más grande de algunas personas hacia las virtudes, méritos, habilidades, destrezas, belleza, simpatía o popularidad de otras personas.

Dios nos ha dado a cada uno de nosotros deseos legítimos como decíamos virtudes, méritos, habilidades, destrezas, belleza, simpatía, seguridad y propósito. Pero con demasiada frecuencia, seguimos estos deseos de manera ilegítima e impía.

Es típico escuchar frases como estas: "Se cree muy buena la estúpida esa" (cuando en realidad la persona aludida es buena); "ese tipo es marico" (cuando el varón aludido posee atributos de belleza superiores al super macho que lo critica); "es muy bueno en lo que hace pero es un creído" (cuando el criticado tiene un talento innegable que por supuesto rebasa las escasas habilidades de quien le critica) y muchas otras podría citar que me llevarían buena parte de estas líneas, pero no es la idea.

También son dignos de nombrar los casos en los que un trabajador ejecuta una tarea de manera excelente y sus compañeras y compañeros poseídos por el miedo a ser relegados o sustituidos por éste, toman la actitud despreciable y cobarde de hacerle la vida imposible a tan valioso empleado, al cual por el contrario deberían promover y aprender de él.

Generalmente la mediocridad en las personas y su falta de valentía para aceptar sus carencias y de valor para superarlas, generan una tendencia a criticar y minimizar a las personas que nos rodean para lograr esconder nuestra propia necesidad de destacar; o cuando nuestro deseo de lograr algo se convierte en una necesidad desesperada de demostrar nuestro poderío.

Cuando esto ocurre, experimentamos un fracaso. Y nuestras acciones a menudo resultan en relaciones insalubres, amistades fallidas y adicciones a vicios conductuales aborrecibles.

Esto nos lleva a que cuando fallamos en nuestras ambiciones o metas, decepcionamos e incluso lastimamos a los demás, la mayoría de las veces lo que realmente estamos buscando es algo bueno, pero de mala manera o mala forma.

Pero es necesario que aprendamos que, en uno u otro momento, todos fracasamos. Como cristianos debemos entender y comprender el hecho de que todos vivimos en un mundo caído y ninguno de nosotros está exento de algún tipo de fracaso y pecado en nuestras vidas.

A la luz de esta verdad; ya que como cristianos fuimos salvos de nuestros pecados a través del gran amor de Dios por nosotros, nuestra respuesta a los fracasos de otros debe ser también de amor.

Luego entonces, ¿cómo es exactamente este tipo de respuesta de amor?

Muchos de nosotros hemos llegado a creer erróneamente que "responder en el amor" significa excusar, soportar o aceptar el comportamiento hiriente de alguien o en caso inverso condenar o agredir a alguien por sus problemas. Pero no es ninguno.

Una respuesta amorosa al fracaso de alguien es aquella que responde con verdad y gracia.

Y en consideración a lo anterior, entendamos que toda verdad y ninguna gracia es igual a juicio, mientras que toda gracia sin verdad es sólo sentimentalismo. Ambas respuestas no ayudan a nadie. Todos necesitamos un equilibrio de ambas.

Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, nos da cuatro maneras específicas de responder a los fracasos de los demás en la verdad y en la gracia. Para ello Pablo nos dice: 1 Corintios 13:6…8 “El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá”

1. El amor siempre protege.

¿Alguna vez se percató de cómo los sitios web de entretenimiento y programas de televisión les gusta hacer trizas a los personajes que fracasan o cometen errores? Creo que parte de la razón por la que nos gusta ver a la gente fallar o hacer cosas perversas es porque nos hacen sentir un poco mejor sobre nosotros mismos.

Sin embargo, cuando fallamos, lo que realmente necesitamos es ser cubiertos y amados. Necesitamos a alguien que no va a tomar lo que hemos hecho mal y exponerlo o explotarlo. La Biblia dice: "El amor cubre una multitud de pecados". Aunque no negamos los problemas reales y las posibles consecuencias, tampoco explotamos los fracasos de otros.

2. El amor cree todas las cosas.

En el evangelio de Juan, capitulo 4, encontramos a Jesús teniendo una conversación con una mujer samaritana en un pozo. Como mujer de mala fama, tenía cinco esposos y vivía con un hombre. Como resultado, esta mujer está cubierta de vergüenza y no cree que nadie pueda creer en ella. Sin embargo, Jesús la invita a recibir Su amor. Él cree que la manera que ella está viviendo actual no tiene porque ser la última palabra del cómo ella viva para el resto de su vida.

Cuando la gente en nuestras vidas falla, necesitan que vayamos al lado de ellos y digamos, "Entiendo que has estropeado algo, pero yo estoy para ti, para en lo que creas que pueda servirte. Creo que Dios todavía puede hacer grandes cosas en tu vida ".

3. El amor espera todas las cosas.

Esto no es sólo una ilusión. Este es el tipo de esperanza que resulta en la liberación y el cambio positivo. Dios ha puesto un espíritu sobrenatural en nuestros corazones y no importa hasta qué punto hemos caído porque Jesús dice que tenemos esperanza. Esperamos no por lo que podemos hacer, sino por lo que Dios puede hacer en nuestras vidas.

4. El amor persevera en todas las cosas.

Esta palabra "perseverar" o "soportar" tiene el sentido de soportar con valentía y serenidad problemas y malos tratos y perseverar en juicio. También significa "permanecer". En otras palabras, el amor permanece. Se pega incluso cuando tiene que soportar mucho.

Esto no significa quedarse o soportar al malcriado debido a una incapacidad para salir o para establecer límites apropiados. El verdadero amor equilibra la verdad y la gracia, establece límites y trata con cosas que no deben ser toleradas. Y se niega a renunciar a alguien. Dice: "Me niego a renunciar a ti, no importa qué."

Esto es lo que Jesús hizo en la crucifixión. A través de Su amor perdurable, Él experimentó la ira de Dios y se dio a sí mismo como una ofrenda para que no tuviéramos que hacerlo.

Del mismo modo, cuando nuestro amor protege, confía, espera y persevera, estamos demostrando el tipo de amor que Jesús nos mostró

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