Ser Rico Delante De Dios




Bueno se habla tanto del dinero, que Dios tubo que ocuparse en ello para dejarnos sus lineamientos para una vida agradable a Él. Este día iniciaremos con pedir lea su Biblia en Lucas 12:13…21, el pasaje bíblico nos dará pie para tener una visión global del mensaje de Jesús sobre el dinero. De este pasaje ocupémonos de tres aspectos:

Primero: El texto hace un planteamiento básico, colocando el dinero en la perspectiva correcta de cualquiera de los bienes de la vida humana: de que si el dinero tiene valor de cara a la vida definitivamente, tiene valor.

Hay que destacar la radicalidad del sentido escatológico o sea de la vida después de esta, esa vida eterna que nos promete Jesús. Siendo esa la vida definitiva que marca los valores y solamente ella.

Esta doctrina es expresada en el Sermón del Monte:
·         "No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo" Mateo 6:19…20 NVI; y se radicaliza fuertemente en Mateo 5:29 NVI “Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo…

La puntualización eficaz de este pensar en Jesús, la hallamos en la parábola de los talentos. Por ella hallamos en Jesucristo el sentido del dinero, encontrando que el dinero es algo que Dios nos ha confiado; se espera de nosotros una administración correcta.

Para el segundo aspecto recurriremos a la parábola del Rico Epulón y el pobre Lázaro en Lucas 16:19…31, aquí hay una posición más exigente y fuerte. Trata sobre el que pervierte el fin del dinero, usándolo exclusivamente para su propio disfrute, produciendo con ello la desgracia de otros. Ese es el dinero pervertido en su fin junto con su falta de conmiseración, pena o lástima hacia quienes sufren penas, calamidades o desgracias.

Esta postura de Jesús no puede ser más violenta y radical; poco hallamos en los evangelios una condena tan dura; en ella se hace acopio de toda la simbología tradicional de la condenación para siempre, con sus llamas y tormentos incluidos.

El basamento de este pensar, sin duda se encuentra en la parábola del juicio final. El “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí” NVI, Mateo 25:45 viene a ser, la sentencia definitiva y su fundamento, ya que única y exclusivamente podemos servir a Dios en sus hijos, abandonar a sus hijos es rechazar a Dios. (Recomendamos leer “Las Ovejas y Las Cabras; Mateo 25:31…46)

En nuestro tercer aspecto hallamos la postura de Jesús hablando del dinero en relación con El Reino. “…―Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! —repitió Jesús—. Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios” Marcos 10:24…25 NVI   

Ahora, Jesús habla de la riqueza como peligro, como droga, el marco en que esto se da, es el del joven rico, aquella muy buena persona, cumplidor de sus obligaciones; daría sin duda abundantes limosnas, pero no va a entrar en el Reino; es demasiado apegado a las cosas. Es demasiado apegado a lo superfluo.  

Habiendo visto los tres aspectos anteriores, debemos tener presente que: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. 1 Timoteo 6.8. Uno debe tener presente qué cosas son esenciales para vivir, como la ropa, alimentos, vivienda, etc., y cuáles no, como un vehículo, la TV por cable, servicio doméstico, modas, etc.


Por demás está decir que cuando hablamos de ropa no necesita ser de una marca exclusiva, ni alimentos servidos en tenedores de plata o la vivienda con piscina. No te estreses por “necesitar” cosas que en realidad no son necesarias y creyendo lo que la publicidad te dice acerca de cosas esenciales que en realidad no lo son. La publicidad mentirosa jugará con las verdades para confundirte y que compres más y más, te dirá “sin aire acondicionado no se puede vivir”, cuando es verdad sin aire no se puede vivir… pero que este sea acondicionado no es indispensable.

No olvides que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita, por eso hay gente que logró la independencia financiera con muy poco y pueden vivir de forma tranquila y relajada.

Es bueno darse gustos en la vida, pero identificándolos como tales y no como cosas imprescindibles.

En un tiempo y sociedad en que viven creándote necesidades, ten la capacidad de discernir qué cosas son verdaderamente necesarias y cuáles son prescindibles para ti. No vaya a ser que, por lograr cosas superfluas e innecesarias, sacrifique a tus hijos, tu familia y a ti mismo.  

Esto será fundamental, primero para que puedas vivir feliz con lo que ya tienes y segundo para poder crecer al disponer de recursos que sean utilizados en función de tu proyecto personal.

La parábola del rico Epulón nos toca muy de cerca: con lo que consumimos y tiramos no solamente insensibilizamos y embrutecemos nuestro espíritu, sino que creamos mayor miseria para quienes nos rodean y estamos obligados cristianamente a socorrer. Este debe ser un tema de permanente concientización en la iglesia, en tu familia, pero sobre todo en tu conciencia y raciocinio.

Viviendo consumistamente como vivimos, ¿cómo podremos acercarnos a coexistir con Jesús, si, con ese Jesús crucificado al que nosotros crucificamos y crucificamos día a día con estas acciones?

El ser rico ante Dios nos invita sin duda a una inversión de valores en nuestra manera de considerar a las personas y a nosotros mismos. Admiramos y respetamos la salud, la juventud, la fama, el dinero, el poder, la popularidad. Las revistas y los programas de radio o tele que se dedican a la vida social se hartan de exhibir estos ídolos. El empresario triunfador, el cantante del momento, el artista de cine, el personaje popular sin más... tantos y tantos y tantos, que encarnan al "rico del mundo".

¿Con qué ojos mira Dios a todos esos "ricos del mundo"?

Sin duda con una enorme compasión, como se mira a un hijo tonto; con una enorme preocupación, como se mira al hijo atolondrado de incierto futuro; con una enorme angustia, como se mira al hijo cruel que produce daños irreparables a los demás.

Debemos pedir los ojos de Dios para valorar a las personas, a los ídolos, a los modelos.  

Yo bendigo tu vida con la capacidad de distinguir entre lo esencial y lo superfluo, para que puedas disfrutar de ambas cosas, pero dándole el lugar que le corresponde a cada una, para que así prosperes como prospera tu alma. Amen.

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