Para Enseñar, Para Reprender, Para Corregir Y Para Instruir



2 Timoteo 3:16…17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios este enteramente capacitado para toda buena obra”. NVI   

Enseñar: Hacer que alguien aprenda algo. Ejemplo: enseñar a leer.

A pesar de los maravillosos actos de curación que ejecuto durante su ministerio en la Tierra, Jesús no era conocido principalmente como un realizador de milagros o curaciones, sino como maestro (Marcos 12:19; 13:1). Para El, lo más importante era declarar las buenas nuevas del Reino de Dios, y lo mismo se puede decir de sus seguidores de hoy día. Los cristianos hemos recibido la comisión de seguir haciendo discípulos, y para ello les enseñamos a observar todas las cosas que Jesús mandó (Mateo 28:19…20).

Pablo subrayo la importancia de ser un buen maestro cuando escribió lo siguiente a Timoteo, uno de sus compañeros de predicación: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan (1 Timoteo 4:16). Al hablar de enseñanza, Pablo no se refería al simple hecho de llenar la mente del estudiante de información. El cristiano competente logra llegar al corazón de las personas y motivarlas a hacer cambios en su vida y eso es todo un arte. En vista de lo anterior, ¿cómo podemos cultivar el arte de enseñar al difundir las buenas nuevas del Reino de Dios? (lee 2 Timoteo 4:2)

Reprender: Corregir, amonestar a alguien vituperando o desaprobando lo que ha dicho o hecho. Ejemplo: su madre la ha reprendido por estropear la muñeca.

Esta es una palabra fuerte. Denota una expresión de una fuerte desaprobación, una denuncia o incluso una censura formal. Pablo considera como un deber ineludible de Timoteo no solo exponer y refutar el error, el pecado y la falsa enseñanza, sino también denunciar cada aspecto de las cosas con claridad, que lo identifica como el mal que realmente es.

Francamente me sorprendo y consterno por cuantos pastores de hoy deliberadamente eluden este deber diciendo: “No me corresponde a mí criticar lo que otras personas están enseñando. Yo solo quiero ser siempre positivo y vamos a dejar que la verdad y el error se las arreglen por si mismas”

Pero si trata de hacer eso, usted no está cumpliendo con la responsabilidad que Pablo positivamente, asigna a cada fiel ministro, tanto aquí, como en Tito 1:9, donde se hace énfasis a esta misma obligación de la responsabilidad de cada anciano en la iglesia: reteniendo la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen.  

Tito 1:13 dice que “algunas personas necesitan ser reprendidas duramente, para que sean sanos en la fe.” De hecho, cuando Pablo le da este mismo encargo a Tito, él le habla tan fuertemente como le es posible: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.”

Corregir: Enmendar lo errado. Rectificar, enmendar los errores o defectos de alguien o algo. Ejemplo: se ha corregido en su forma de hablar.

Es imperativo recuperar y restaurar la actividad correctiva en la Iglesia. La santidad de la misma lo requiere. La gloria de Dios lo demanda. No es una opción. No es un elemento adicional. Es un factor indispensable. Cristo reprendió a Pedro; Pablo también lo hizo (Gálatas 2:11…14), y mandó a Tito que reprendiera severamente a los cretenses: “...repréndelos duramente para que sean sanos en la fe” (Tito 1:13).

La disciplina muestra el trato amoroso del Padre hacia sus hijos, con el propósito de que produzcan fruto(s) apacible(s) de justicia a los que en ella han sido ejercitado (Hebreos 12:7…11). La reprensión y la corrección eran práctica habitual en la Iglesia primitiva.

Pero la corrección no se puede aplicar de cualquier manera. Ante todo, ha de estar proporcionada a la seriedad del error o pecado en cuestión. No debemos pasarnos la vida colando mosquitos, entre otras cosas porque podemos estar tragando camellos en el proceso. Si nos dedicamos a inventar “shibolets” (leer Jueces 12:6), no nos extrañe que luego nos lo apliquen a nosotros mismos.  

Es cierto que, aun así, hay quienes no soportan la corrección. Carecen de la humildad de David cuando, al ser reprendido por Natán, reconoció: ”He pecado contra el Señor” (2 Samuel 12:13); no admiten que “fieles son las heridas del amigo” (Proverbios 27:6); no consideran como “aceite sobre la cabeza es el hecho de que el justo les hiera con bondad y les reprenda” (Salmo 141:5), sino como un jarro de agua fría; rehúsan humillarse bajo la poderosa mano del Señor cuando esta mano blande instrumentos humanos; o, simplemente, rechazan la reprensión porque, como dicen: ”nos sabe mal que nos digan otros lo que ya sabemos de nosotros mismos”.    

Instruir: Enseñar, doctrinar. Ejemplo: se desvive por instruir a sus alumnos.

El libro de Proverbios está lleno de las instrucciones dadas por Salomón a sus hijos. El hijo es exhortado a aprender de esta instrucción y el resultado de la aplicación del conocimiento aprendido se llama sabiduría. La Escritura dice mucho sobre el proceso del instruir (educar) y comienza con los padres y el niño. El mandato a los padres es criar a sus hijos en el Señor (Efesios 6:4)

En Romanos, Pablo utiliza la palabra "saber" o "sabiendo" once veces. ¿Qué debemos saber?

Debemos educarnos a nosotros mismos en la palabra de Dios, para que cuando adquirimos conocimiento espiritual, podremos entonces aplicar ese conocimiento a nuestras vidas en maneras prácticas, sometiéndonos a Él y utilizando este conocimiento piadoso para servir al Señor en espíritu y en verdad (Romanos 6:11…13). Un viejo refrán dice: "No podemos usar lo que no sabemos". Este principio es doblemente cierto cuando se trata de la educación bíblica. ¿Cómo nos educamos en el sentido bíblico?  Leyendo, estudiando, memorizando y meditando en la palabra de Dios.  

Pablo amonestó a Timoteo que deberíamos "procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados" (2 Timoteo 2:15). La palabra griega traducida "procurar" significa dar diligencia, ejercer uno mismo o darse prisa para aplicar uno mismo. Por lo tanto, para poder aprender o educarnos a nosotros mismos, nos dicen que nos apliquemos a estudiar con diligencia la palabra de Dios.

La educación bíblica nos transforma por la renovación de nuestras mentes (Romanos 12:2), el proceso en curso de aplicar el conocimiento con la mente de Jesucristo

Para concluir diremos: Un carpintero usa clavos o tornillos para fijar en la pared un mueble una vez que lo ha puesto en la posición que debe estar. Cuando colocamos nuestro corazón en la posición correcta delante de Dios, necesitamos algo para asegurarlo en tal lugar con el fin de que no se mueva, para evitar como les sucede a algunos inconformes el andar de iglesia en iglesia (leer 2 Pedro 2:15…21).  

Después de todo lo importante no es decir amén, lo importante es aplicar y aplicarnos la palabra de Dios.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario