Hagamos Un Pacto Afectuoso Con Nuestros Ancianos Y Ancianas



Salmo 90:12 “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría”

Cuando pensamos en la vida, podemos pensarla como un camino por andar y pensar en sus dos extremos: la niñez y la vejez.

En nuestras sociedades vemos que precisamente son nuestros infantes y viejos los que por su fragilidad están más expuestos física, emocional, económica, cultural y socialmente.

Creo que como cristianos de una iglesia o de nuestras familias, debemos hacer un pacto afectuoso con ellos.

Pensemos y demos oportunidad a nuestros viejos. Ellos son olvidados, maltratados, relegados, descartados. En esta sociedad materialista con su dios del consumo y producción, ya no sirven, ya no producen, son un gasto y lo peor es que les hacemos creer y nos creemos esta mentira cruel. Borrando en nosotros nuestra memoria cercana y valiosa, dando como resultado no tenerlos en cuenta.

Siendo en esa forma anterior como el enemigo logra minar nuestros sentimientos y valores como la alegría, el júbilo, la veneración, la sabiduría, el honor y más virtudes que debería de brillar en los ancianos, pero que realmente pasan a ser condena de un final triste para aquellos que nos legaron un mundo.  

En ese segmento de vida en la que dejamos la niñez y aun no llegamos a la vejez, no somos conscientes de nuestra propia mortalidad, de nuestro propio tiempo cronológico olvidamos que fuimos niños y seremos ancianos.

En esa posición de “adulto”, maltratamos de diversas maneras a niños y a ancianos. Sabes bien a qué me refiero: el desamor, la subestimación, el desvalor, el olvido, la indiferencia, la ausencia en una mesa familiar, la soledad que también son formas de maltrato, además de las que socialmente son frecuentes como el maltrato físico y económico, la falta de medicinas o alimentos básicos.

En muchas partes del mundo el maltrato hacia los ancianos pasa casi inadvertido; aun hoy en día, el maltrato a los ancianos sigue siendo un tema tabú; de eso no se habla, no han surgido los que darán la batalla por los subestimados y desatendidos por las sociedades de todo el mundo.

Cada día hay más indicios del maltrato de toda índole hacia el sector vejez es un importante problema de la sociedad y como iglesia cristiana no debemos cerrar los ojos, porque es un problema de ética y cumplimiento en y a, Cristo Jesús.

Desde el Antiguo Testamento, la sabiduría de Dios nos ubica en qué posición pararnos hacia los más vulnerables, viudas, huérfanos, ancianos, extranjeros…  entonces: ¿cómo puede ser que sigamos desatendiendo un mandato de oro como este?

Dios es escrupuloso, claro, puntual, preciso, diligente. Él sabe y nos lo dice en Job 12:12, “En los ancianos está la sabiduría, y largura de días el entendimiento”. También en Levítico 19:32, "Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor".

Nuestros ancianos y ancianas, son dignos de respeto y de cuidado, son referentes sociales y culturales de nuestra historia, son personas a las que debemos reconocerles autoridad, responderles con cariño… esto lo dice Dios.

Según la Organización Mundial de la Salud, hay poca información sobre el alcance del maltrato en la población de edad avanzada, sólo en los países en desarrollo, se calcula que 1 de cada 10 personas mayores ha sufrido malos tratos en el último mes, pero esto teniendo en cuenta que se notifica 1 de cada 24 casos de maltrato a personas mayores, porque los afectados suelen tener miedo o vergüenza de informar a sus familiares y amigos o a las autoridades. En consecuencia, es probable que todas las tasas de declaradas estén por debajo del número real.

Los datos sobre el alcance del problema en establecimientos institucionales como hospitales, hogares de ancianos y otros centros asistenciales de largo plazo son escasos. Pero se estima también por encuestas y estudios, que un 36% había presenciado al menos un incidente de maltrato físico contra un paciente de edad avanzada; un 10% había cometido al menos un acto de maltrato físico contra un paciente de edad avanzada; un 40% admitió haber maltratado psicológicamente a pacientes.   

Más escasos todavía son los datos sobre el maltrato de las personas mayores en establecimientos institucionales de los países en desarrollo, sabiendo por datos informales, que hay un alto índice de decesos en los primeros meses de internación en “casas de mayores” como dijo una vecina usuaria de un Asilo de Ancianos “murió de pena… no lo visitaban, se olvidaron de él después de dejarlo ahí…”

Sabemos que no se puede cambiar de un día para otro, sabemos que tal vez sea imposible…pero en lo cotidiano, lo cercano, lo que nos toca poder hacer la diferencia, podemos ser luz para nuestros viejos: cuidarlos, abrazarlos, visitarlos, escucharlos, estar para ellos y con ellos…que no se nos mueran de tristeza, que siempre tengan un plato de comida en una mesa compartida…que puedan disfrutar de los nietos propios y ajenos…somos familia de sangre y familia en Cristo ¿o no?.

Nuestras iglesias cristianas deben adquirir un compromiso de mas acercamiento a nuestros necesitados, no es posible pasar cantando que “hombre de valor necesita Dios” y que del canto no se pase a la acción… no… nuestras iglesias no son escenarios de cantantes, son cuarteles de Dios para ir por el mundo haciendo su voluntad.

¿Me amáis?... Si me amáis apacienta, atiende, dales de comer, dales abrigo, etc. a mis ovejas. Y que conste habla de todas las ovejas y ahí están las ancianas.  

Hagamos Un Pacto Afectuoso Con Nuestros Ancianos Y Ancianas, podemos iniciar en nuestras casas con nuestros padres, nuestros abuelos, olvidemos ese mal gesto, ese estribillo del “huch”, etc. pero sobre todo los cristianos empecemos en nuestras casas sin dejar de presionar esa atención en nuestras iglesias, los pastores y autoridades de la iglesia están para atender las ovejas del Señor y nuestras ovejas viejas de las iglesias deben ser las mas venerables. No olvidemos: ¿Me amáis?... Si me amáis apacienta, atiende, dales de comer, dales abrigo, etc. a mis ovejas. Y que conste habla de todas las ovejas y ahí están las ancianas.  

Podemos hacer la diferencia en uno, dos…y más solo con la decisión de tener un Pacto afectuoso con ellos.  

No menospreciemos a nuestros ancianos, recordemos que tarde o temprano si se tiene la benevolencia de Dios cada uno seremos ancianos y quiera Dios que de nosotros se pueda decir lo que de Moisés se dijo: “Aunque Moisés tenía ciento veinte años cuando murió, no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su vigor” Deuteronomio 34:7


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