Violencia Domestica Una Imperceptible Realidad De La Mujer Cristiana Parte 2/2


(En complacencia y ante variadas peticiones de un estudio un poco más extenso y reflexivo por parte de muchos líderes cristianos, amigos y lectores, me permito incluir este estudio dividido en dos partes, como mi posición personal ante una realidad que no podemos tapar, a igual como no se puede tapar el sol con un dedo. No es intensión crear polémica por lo que recomiendo aplique 1 Tesalonicenses 5:21…23 RV: Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”)

La mujer debe estar sujeta a su marido, según nos enseña la Biblia, no obstante, a veces esta gran verdad suele tener una interpretación equivocada, aunque creamos que somos de juicio equilibrado, debemos reconocer que nuestras tendencias naturales tiran hacia los extremos. Para el ser humano el equilibrio no es fácil, sin embargo, debemos esforzarnos por obtenerlo y aplicarlo.

El ideal de que un matrimonio cristiano saludable es aquel en que la misión del esposo es amar a su esposa y la de la esposa es someterse al esposo, es bastante simplista, incompleta y en ciertos puntos utópica. Conceptualmente está basada en Efesios 5 y se afirma una dual distinción entre amor y sumisión. Si observamos y reflexionamos detenidamente, encontraremos que en realidad son las dos caras de una misma moneda. El principio básico del matrimonio está en Génesis 2.24: “por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.  

La unión de dos haciendo una sola unidad es el real significado del matrimonio, este concepto de unidad es restablecido en efesios 5, pero tiende a perderse en la contemplación de otros temas como sumisión, amor y la relación entre cristo y la iglesia, como también se pierde la mutualidad de la sumisión.

Si damos sentido a lo que Pablo dice a las esposas y a los esposos, nos encontramos con una exhortación a vivir una vida llena del espíritu y lo que significa, según Pablo, estar lleno del espíritu está expresado en cuatro simultaneidades:
1.    hablando uno al otro,
2.    cantando al señor uno junto al otro,
3.    dando gracias a Dios el Padre el uno y el otro, y
4.    sometiéndose uno al otro;
entonces les dice a las esposas que se sometan a sus propios maridos y a los esposos que amen a sus esposas… ¡eso es precisamente lo que las esposas y los esposos necesitan oír!


Ahora si resulta obvio, que el decirle a una esposa, que se someta a su esposo no exime al esposo de la imperiosidad en él de someterse a ella. Como también la fuerte exhortación a los esposos de amar a sus esposas implica que las esposas no deban amar a sus esposos o que el amor a sus esposos es automático.

En Tito 2, Pablo les dice a las ancianas que “enseñen a las jóvenes a amar a sus esposos”, inútil exhortación, como si el amor a los esposos fuera automático, el amor se construye día a día. Amar y someterse son obligaciones mutuas en un matrimonio cristiano. Cada uno es la imagen del otro y en 1 Corintios 13 se aclara cualquier duda sobre la responsabilidad del esposo de amar a su esposa: el amor se da solamente cuando los hombres tratan a sus esposas con un profundo respeto; el amor “no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor …todo lo soporta” (versículos 5 y 7).

Quien piense que esa clase de amor no llama a la sujeción, pues nunca lo ha vivido. Diría que nunca ha amado a su esposa de la manera en que Dios lo manifiesta.

El hacer inmediatista hace ver que es más difícil enseñar a un hombre cristiano a amar a su esposa que forzar a una mujer cristiana a someterse a la autoridad de su marido. De aquí el desequilibrio que ha causado tanto dolor a tantas mujeres.     

Se debería de hacer el esfuerzo de conocer mejor 1 Corintios 13, lo leen como si fuera una hermosa poesía, pero no como la práctica exhortación que es. Pareciera que se asume que nadie puede amar realmente a su esposa “como cristo amó a la iglesia” ... entonces, ¿por qué insistir en una aplicación literal? Acaso ¿es más difícil amar a la esposa y resulta más fácil dominarla?  

Ahora si empieza a verse el por qué es fácil que las esposas abusadas obtengan poca ayuda, aun sus padres las tratan como si los problemas de relación matrimonial fueran por su culpa, muchos de los padres unen sus manos al pastor para hacerla volver al hogar. Nadie se pregunta si ella pueda tener justas razones para no querer volver, sin embargo, es precisamente esa la pregunta que deberían hacerse.

Ciertamente Pablo entendía que algunos matrimonios eran insoportables; él mismo admitió que una mujer cristiana podía no permanecer en la misma casa que su marido pagano, en algunos casos sí, en otros no (1 corintios 7).  

Ya es hora que la iglesia cambie algunas de sus actitudes hacia las mujeres que sufren el calvario de ser golpeadas.

Me preguntaran ¿QUÉ HACER?  Y les contestare con una parte de la obra de Esly Carvalho (*), “Secretos Bien Guardados: La Violencia Doméstica” 

1)    Romper el secreto y pedir ayuda. Mientras no se rompa el secreto, no pasa nada, nada cambia. Romper el secreto trae luz a la situación, posibilita la ayuda, permite que la sanidad de Dios empiece a trabajar en la vida de cada uno.
2)    La separación terapéutica. La próxima medida general, lamentablemente, es la separación que no significa divorcio. Creo mucho en separaciones terapéuticas, donde la pareja se separa y hay una intervención y un proceso de sanidad para ambos, inicialmente cada uno por su lado, hasta que estén listos para trabajar los términos de su posible regreso a la convivencia. como la sanidad suele tener un costo emocional alto, no todos están dispuestos a pagar el precio del rescate de la relación matrimonial, por esto hay un alto índice de divorcios.

-       Algunos propósitos para la separación terapéutica:

Primordialmente es para la protección física de todos y evitar que sigan relacionándose por formas violentas. Para romper el ciclo de la violencia, hay que aprender nuevas formas de relacionarse y comunicarse, si siguen juntos bajo el mismo techo, muchas veces siguen con los mismos vicios de relación para subrayar que realmente hay un problema. Al estar el esposo separado, tiene más motivación para arreglar la relación debido a la incomodidad que pase donde esté.

-       Algunas tareas para cumplir en la separación terapéutica

·         Reconocer en forma real por ambos de que hay un problema serio. No se debe permitir que minimicen la seriedad del problema: “pastor y ¿todo esto sólo porque me quejé de que ella había quemado la comida...?”, “Fueron apenas unos empujones...” personas involucradas en situaciones de violencia suelen estar en estado de negación, es decir, no reconocen la gravedad del problema. Hay que romper el estado de negación en que están viviendo. este estado les ha servido de estrategia de supervivencia.
·         Entrar en contacto con la realidad de lo que han vivido. En cierto sentido, las cosas van a empeorar antes que mejorar, el veneno de años de abuso tiene que salir y no hacia el otro, porque esto no sería constructivo. Más tarde en el proceso de la posible restauración podrán compartir y renegociar su relación, pero inicialmente, tienen que vomitar todo lo horrible que han vivido juntos y desde su infancia.

3)    Arrepentirse de su conducta. Corresponde a ambos, por la violencia y por haberlo permitido por tanto tiempo sin buscar ayuda. El agresor también es víctima de su pasado, sus huellas, sus aprendizajes; pero no hay que seguir en el papel de víctima, ni el uno ni el otro. Hay que arrepentirse y asumir la responsabilidad que le toca, en lo que pasó y referente a lo que vendrá.

4)    Sanar las heridas pasadas de cada uno. El pasado ha dejado huellas. con la ayuda de Dios, hay que sanar las heridas, aprender límites sanos y saber decir no sin violencia. Es necesario tomar medidas reales que sirvan para ayudar a discernir lo que es conducta aceptable y lo que no lo es. Tienen que descubrir experiencias dolorosas en la infancia y en la adolescencia que nunca fueron atendidas, aprender a manejar las emociones y los sentimientos de maneras sanas, expresándolas de forma apropiada.
5)    Es un tiempo en que cada uno debe crecer en su autoestima. Somos de gran valor para Dios. por esto, es importante que tengamos una mayor autoestima: debemos proteger lo que Dios hace en nuestras vidas, saber quiénes somos para el Señor y valorar a quien Dios ha valorado de esa forma.
6)    Cuidar a los hijos. Estos hijos han sufrido y han visto lo que jamás deberían haber visto, a los papás les tocará pedirles perdón y producir fruto de arrepentimiento. Deben cambiar su conducta, para corregir los patrones viciados y para que las nuevas conductas sean enseñadas por palabra y acción. Deben asegurarse de que las heridas grabadas en la vida de los hijos también reciban sanidad.
7)    Buscar ayuda con otras personas. Hay grupos de apoyo mutuo en los cuales se pueden involucrar, hay tanto para el agresor como para el agredido. Quizás la iglesia sería un buen lugar para ofrecer este espacio para que las personas puedan compartir, crecer y salir adelante, de preferencia con la ayuda del Señor.
8)    La verdad es que nadie cambia a nadie. Cada uno puede cambiarse solamente a sí mismo, a nadie más; no podré cambiar a mi esposo; no podré cambiar a mi esposa. Cuando uno de los dos no quiere cambiar no hay mucha esperanza para el matrimonio. Dios puede hacer los milagros, pero prefiero ver el fruto de milagros de hecho, y no de “milagros de fe”; el riesgo de lo que está en juego es demasiado grande.
9)    Tenemos que aprender que es mejor tener una persona divorciada que una muerta. Y el divorcio no es un pecado sin perdón. La vida no termina con el divorcio, aunque así parezca a veces. Como dice el Dr. David Hormachea, pastor chileno, el divorcio es el “privilegio” que Dios ofrece para situaciones insostenibles, es el remedio para una situación enferma; es mejor el divorcio que la violencia. Es mejor la vida, la paz, que la violencia o la muerte.

(*) Esly Regina Carvalho es psicóloga, de nacionalidad brasileña. Presidente de EMDR Ibero América y presidente y fundadora de La Plaza Del Encuentro, una asociación dedicada a ayudar a las personas a vencer los desafíos de la vida donde se ofrecen cursos de consejería cristiana, bibliodrama, etc. Obtuvo una Licenciatura como Professional Counselor en los Estados Unidos. Es TEP (Trainer, Educator, Practitioner en psicodrama por el American Board of Examiners. Terapeuta-Didacta y Profesora-Supervisora de Psicodrama (FEBRAP); Senior Trainer de EMDR® y Trainer of Trainers (Entrenadora de Entrenadores) por el EMDR® Institute.

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