1
Pedro 2:15: "Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis
enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos"
Alguien
dijo: "El que lee, piensa. El que piensa, pregunta. El que pregunta,
aprende. El que aprende, enseña. El que enseña, enseña a otros. Y los que
enseñan a otros, educan… Pero, … El que no lee, no piensa. El que no piensa, no
pregunta. El que no pregunta, no aprende. El que no aprende, no tiene nada que
enseñar y luego es ignorante"
Si
usted es de aquellos que lleva años en el cristianismo, tenga cuidado y no sea
de esos que llevan la Biblia debajo del brazo y se aprenden versículos que ni
siquiera existen.
Mientras
algunos consideran la Biblia como un libro para superarse con mensajes
motivacionales, otros, la ven como algo que se puede leer y que revela el
futuro como si se tratara de una bola de adivinador… Hasta cuándo van a
entender que no es así. Las sagradas Escrituras hay que respetarlas y
conocerlas a fondo para que no venga alguna supuesta autoridad de una iglesia a
modificar a su modo lo que está escrito y caigamos en la trampa de creer en
algo que no existe o que no es verídico.
Ahora
tenemos más acceso a la Biblia que cualquier otra generación anterior a la
nuestra y gran parte de los cristianos todavía no la han leído en su totalidad.
La abundancia de acceso bíblico, desde teléfonos inteligentes y librerías,
generalmente no ha dado como resultado un aumento del conocimiento personal de
la Palabra. Y sin embargo, nuestra generación presume de ser autoridad al hablar
sobre Dios y la Biblia.
La
tecnología es un escudo que da la oportunidad de decir con confianza lo que
rara vez diríamos en presencia de otros. Fácilmente nos escondemos detrás de
pantallas y seudónimos opinando e indignándonos con una confianza cobarde.
Da
grima leer sus decires como que Jesús pecó cuando estuvo en la tierra, aunque
la Biblia dice claramente que en Cristo jamás hubo pecado o hablan de “versos
bíblicos” que ¡no existen! Suena raro, pero ¡todos alguna vez hemos citado
alguno!
Según una
encuesta, el 80% de los entrevistados, cree que en la Biblia existe el dicho
falso “Ayúdate que Dios te ayudará”. Otros citaron versículos fantasmas como:
“Al que madruga Dios le ayuda”. “Dios aprieta, pero no ahorca”. “No cae una
hoja de árbol si no es la voluntad de Dios” o decir que “todos somos hijos de
Dios” ¡Ninguno existe! Además de los dichos, hay otras imprecisiones a las que
estamos acostumbrados. Como afirmar que al arca de Noé entraron dos animales de
cada especie, (Lea: Génesis 7:2…3). Decir que a Jonás se lo tragó una ballena,
(Lea: Jonás 1:7). Creer que Adán y Eva comieron una manzana, (Lea: Génesis
3:6). Asegurar que la Biblia habla de los tres reyes magos, (Lea: Mateo 2:1). Lo
cierto es que la mayoría de la gente que le profesa un amor profundo a la
Biblia, nunca ha leído el libro y mucho menos lo ha escudriñado.
La
ignorancia es atrevida y Satanás la utiliza como un arma en contra de los
creyentes… ¿dónde inicio esto? Inicio en el momento que Satanás le dijo a la
mujer: "¿Conque Dios les ha dicho…?"
Dios
dijo: “del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente morirás” Genesis 2:17. Pero la mujer le respondió a
la serpiente: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del
fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni
le tocaréis, para que no muráis” Genesis 3:2…3
En su
respuesta, Eva cita mal y distorsiona sutilmente el claro mandamiento de Dios.
Ella amplía la prohibición de Dios (“ni lo tocarán”) y aminora el castigo de
Dios (“para que no muráis”, a diferencia de “ciertamente morirás”).
Y la
serpiente dijo a la mujer: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que
comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal” (Genesis 3:4…5).
Con la
incertidumbre cada vez mayor sobre Dios y su Palabra, la explicación de la
serpiente respecto a cómo son las cosas se torna atractiva. Esa primera mordida
del fruto prohibido fue posible por la falta de conocimiento que Eva tenía en
la Palabra de Dios.
Lo
mismo sucede hoy, Satanás siempre está en guerra, su arma “Conque Dios les ha
dicho” aparece en los estantes de las librerías cristianas, en las palabras de
blogueros populares y en declaraciones de documentales seudocientíficos.
Alguien en Facebook comparte, para causar la duda, el “verdadero” significado
en griego o hebreo de algo, aunque contradiga el significado lo obvio y
evidente de las palabras que pueden entenderse fácilmente. Leo u oigo
expresiones como: “¿Acaso Dios realmente diría eso si escribiera la Biblia en
la actualidad?”. Jesús contestaria lo mismo que ya contesto en el desierto:
“Escrito Esta”. Y punto.
Hay
una Palabra hablada en la creación, pero hay, también, la Palabra escrita en la
Biblia. Por ello Pedro, precisa y aclara en 2 Pedro 1:20…21: “entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
Sorprende
escuchar a autoridades, evangélicas o católicas, afirmar que la Biblia es
Palabra de Dios parcialmente, y parcialmente no lo es. Lo que aquí aclara Pedro
es que los escritores bíblicos solo se sentaron al computador a teclear lo que
el Espíritu Santo les dictaba. Todo lo que ha llegado hasta nosotros es lo que
ellos redactaron bajo la inspiración de Dios.
La
lección, tanto para ustedes como para mí, es simple. Dios usa nuestras
capacidades intelectuales y conocimiento, sin importar cuánto sea. Él no nos
pide que nos volvamos gigantes retóricos ni eruditos. Sólo nos pide que
explotemos nuestro potencial individual y lo usemos. El único verdadero
requisito es estar dispuestos, disciplinarnos en el estudio e instruirnos (1
Pedro 3:15).
Pero,
a decir verdad, la realidad es que a veces preferimos ser ingenuos e ignorar la
verdad. Preferimos vivir en nuestra burbuja cristiana y movernos en nuestro
mercado espiritual. Permitimos que la cultura nos distraiga con sus demandas.
Nos rendimos ante lo trivial y negativo. Pero las cosas no deberían ser así.
Debemos darle más importancia a lo que pensamos y a las razones de nuestras
creencias. Debemos preocuparnos por lo que los incrédulos piensan y por qué.
Debemos amar a Dios con nuestra mente. No debemos ser ignorantes. Por el
contrario, debemos ser como los hijos de Isacar, que “eran hombres expertos en
el conocimiento de los tiempos, que sabían lo que Israel tenía que hacer” (1
Crónicas 12:32).
S.A.G.
– 10 – MAR – 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario