Salmo
91:2 "Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien
confiaré"
¡Qué
emoción! ¡Pasado mañana, sábado 15 de febrero de 2025, cumplo 76 años de edad!
¡Bendigo ese aniversario como una hazaña facilitada por mi Dios Jehová!
¡Llego
a esta edad no con tristeza ni melancolía, sino con alegría y regocijo! Y
quiero, en estas líneas, gritar GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, SEÑOR. Sin Él, no
hubiese logrado llegar a esta edad, a la que muchos no han llegado y a la que
superaré con creces.
Contemplo
mi vida transcurrida hasta este momento y no puedo evitar sentir una profunda
emoción. Es increíble pensar que he logrado tanto a pesar de los errores y
fracasos que he enfrentado en el pasado. Y es aún más gratificante saber que he
podido alcanzar el éxito y los logros que he logrado.
He
intentado que mi vida sea digna de ser vivida, orgullo para mi familia, apoyo
para los desposeídos, pues Dios ha querido que desde mi primer trabajo este al
servicio y he servido al prójimo y lo he logrado.
Estoy
feliz de la vida, ¡y no podría estar más contento! Mis errores y fracasos no me
han amilanado, ¡y mis aciertos y éxitos me han gratificado más de lo que puedo
expresar! ¡La felicidad ha triunfado sobre la infelicidad!
Desde
mis días de estudiante, ya en el bachillerato, me he dedicado a divulgar
públicamente el ideal de una sociedad de seres humanos que posean la igualdad y
la mayor libertad; una sociedad en la que el límite de la libertad sería, el
respeto a la dignidad humana y una promoción de vivencia en el logro del bien
común. He vivido el exilio por luchar contra los sistemas impuestos por los
gobernantes para beneficiarse de la sumisión de un pueblo, todo por mi anhelo
de ayudar a construir una igual y mayor libertad de todos. Ahora que reviso mi
memoria, también recuerdo y honro a aquellos compañeros y amigos asesinados por
los regímenes imperantes, por el solo pecado de no pensar y quedarse callados
ante el sistema injusto operante.
Nunca
olvidaré aquellos meses asistiendo a la iglesia y criticando al pastor por sus
sermones y el clásico final del cierre del sermón con el llamado a la
aceptación del Señor... ¡y qué emocionante fue cuando una noche de miércoles el
pastor no realizó el llamado y fui a él y me acerqué a decirle que lo hiciera!
Quería recibir al Señor, y el pastor me vio, sonrió y lo hizo. Levanté mi mano
en señal que quería recibir al Señor, y la congregación se emocionó. ¡La
mayoría me hacía creyente aceptado del Señor, pero así lo quiso Dios, y aquella
noche llegué a Él!
Mi
primer pastor fue el respetado Mauricio Navas de la Iglesia del Camino, ¡y
justo cuando esta estaba empezando! seguí aprendiendo y creciendo en la Iglesia
Verbo, donde me reconocieron como anciano (para ellos, ¡una figura del
pastor!). El guatemalteco Carlos Mora, ahora suegro de mi hija mayor, era el
anciano gobernante.
Llegar
al Señor no significó para mí el abandono de mis ideales, sino todo lo
contrario, muchos los reafirmé y gran parte de ellos los afiné en la enseñanza
del evangelio. ¡Y qué experiencia la mía junto con mi familia de ser víctimas
de la envidia y la ignorancia de algunas autoridades eclesiásticas! Fue lo que
me llevó a iniciar una iglesia que ahora se llama “El Renuevo”.
Desde
antes de llegar al cristianismo, ya profesaba una doctrina del “bien
común", la divulgaba e inicié mis pasos en el escribir libros, uno de esa
época aún está en universidades y bibliotecas de varios lugares del mundo. ¡Y
al conocer, al sumergirme en las enseñanzas del Evangelio, y especialmente en
su dimensión social, sentí que mi pluma se movía con renovado entusiasmo hacia
esa dirección! ¿Acaso el Evangelio, que es vida en el cristianismo, no está ahí
para ser vivido?
¡No
puedo esperar para ver el efecto que tendrá divulgar públicamente el ideal de
esa sociedad! Estoy en paz con mi esencia moral y me siento motivado y lleno de
energía para divulgarlo. Divulgar ese ideal ha requerido denunciar y atacar la
pretensión derechista de instituir en mi patria una sociedad de la servidumbre,
de la opresión, de la destrucción de la individualidad humana y del mayor
despotismo de los gobernantes y de la menor libertad de los gobernados. ¡Y eso
me hace sentir vivo! Y qué decir de la sociedad socialista y su pretensión
izquierdista de suma degeneración: la sociedad comunista, en la que la vieja
esclavitud resurge con nuevas cadenas.
¡Y
pensar que ya he cumplido 76 años de edad! Esto me brinda la increíble
oportunidad de confesar mi arrepentimiento por si mis actos podrían haber
provocado un daño a mi prójimo, aunque no hubiera habido intención de
provocarlo, porque, como decía Pablo: "a veces hacemos el mal que no
queremos". ¡Y eso es tan cierto! Sé que el arrepentimiento no revierte la
acción dañina, ni lo repara, pero reduce la vileza en el mundo. Y también me
brinda la oportunidad de expresar mi petición de ser perdonado. ¡Es preferible
que quien causa un mal se arrepienta y pida perdón, en lugar de jactarse de
cometerlo y pedir glorificación!
!Reitero
el saludo para mis 76 años, ¡y me siento más feliz que nunca!
¡Qué
emocionante es ver que en estos setenta y seis años hemos experimentado tantas
cosas! Hay momentos de alegría y tristeza, esperanza y decepción, recuerdos y
olvidos, aventuras emocionantes y momentos de salvación, encuentros y
despedidas, y pasiones turbulentas y momentos de calma. ¡Y eso no es todo!
También hemos visto la vida que se va y la vida que llega, ¡qué aventura tan
increíble! ¡Y qué mejor manera de expresar todo lo que hemos aprendido y
experimentado que con una vida plena y llena de bendiciones para compartir con
el mundo!

¡No
puedo creer que ya hayan pasado setenta y seis años! Lo mejor de todo es haber
encontrado y llegado a los pies de Jesús crucificado. También es increíble
haber tenido en José y María Guevara dos padres responsables, quienes, junto
con Salvador, mi único hermano mayor trece años que yo, me han enseñado todo lo
que sé, me enseñaron lo mejor de lo mejor: a ser buena persona, a hacer el
bien, a ser correcto. Y en mi vida ya independiente, lo mejor de lo mejor ha
sido encontrar y formar una familia con mi adorada Silvia, mi esposa, junto con
ella a mi suegra Leonor, quien prácticamente fue mi segunda madre. Con Silvia
hemos criado tres bellas hijas: Silvia María, ahora ortodoncista, Tanya
Alejandrina, psicóloga, y Nadia Sahilly, también psicóloga. Y como si esto
fuera poco, Dios nos ha regalado ya dos yernos, Juan Carlos y Esteban, ¡a
quienes hemos recibido como hijos! Y hay por ahora dos nietos Xavier y Mía.
¡El
primer año de mi vida en la última cuarta parte de un siglo ha llegado a su
fin! Y aunque probablemente no llegue a ver el final de esa parte, ¡no puedo
esperar para vivir los años que tengo por delante! Sé que para Dios nada es
imposible y que es un ser muy generoso, ¡así que me siento emocionado por lo
que el futuro me depara! Aunque claro, no tengo ni idea de cuánto tiempo
tendré, ¡pero eso no me impide celebrar el aniversario número 76 de mi vida de
una manera eufórica! Ese aniversario es una certeza del presente, y desde él me
dirijo, lleno de ilusión, a la incertidumbre del futuro.
Por
todo ello solo puedo decir: ¡GRACIAS SEÑOR!
S.A.G.
– 16 – FEB – 2025
(Estudio
No. 824)
Si
deseas escribirnos, puedes hacerlo a:
igelrenuevo@gmail.com
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