1. Los Hijos Son Como Los Barcos
Al mirar un barco en el puerto, imaginamos que está en el lugar más seguro, protegido por una fuerte ancla y sin embargo sabemos que está allí preparándose, abasteciéndose y alistándose para ser lanzado al mar, cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos. Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros puertos. Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas. Y habrá mucha gente esperándolo.
Así son los hijos. Tienen a sus padres o sea el puerto seguro, hasta que se tornan independientes. Por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto a sus padres, ellos nacieron para surcar los mares de la vida, correr a sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras. Cierto es que llevan consigo los ejemplos adquiridos, los conocimientos obtenidos en el colegio, pero lo más importante estará en el interior de cada uno, en eso que cada padre ponemos desde su gestación.
Muchos padres pensamos que somos el puerto seguro de los hijos, pero no podemos olvidarnos que deben de prepararse para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza que deberá ser, en otro tiempo, un puerto para otros seres (los nietos). Nadie puede trazar el destino de los hijos, lo que sí podemos hacer es tomar conciencia y procurar que lleven valores como: Amor, Humildad, Solidaridad, Honestidad, Disciplina, Gratitud y Generosidad. Los padres pueden querer que haya siempre una sonrisa en los hijos pero no pueden sonreír por ellos. Pero cuando depositas a Jesucristo desde muy pequeños en sus corazones, entonces Jesús ríe con ellos y con nosotros. ¿Has reflexionado últimamente si estas guiando a tu hijo por la senda de Jesús? Solo Jesús calmara las tempestades por donde un día nuestros hijos pasaran.
- Una Historia Árabe.
Un mercader de camellos árabe que atravesaba el desierto del Sahara, acampó para pasar la noche. Los esclavos levantaron tiendas y clavaron estacas en el suelo para atar a ellas los camellos.... -Hay sólo diecinueve estacas y tenemos veinte camellos; ¿cómo atamos el vigésimo camello? -le preguntó un empleado al patrón. -Estos camellos son animales tontos. Hagan los movimientos como para atar al camello y permanecerá quieto toda la noche.
Ésa es una imagen de la condición humana. Muchos cristianos están atados a cosas que no existen; tienen miedo de cosas que no son... a ilusiones, a falsedades, a creencias; todas ellas no realidades. Pero si tienes a Jesús en tu corazón y el Espíritu de Dios mora en ti, entonces eres libre, porque solo Jesús rompe las cadenas que atan tu corazón y tu mente... atrévete acepta a Jesús.
3. Por Nueve Vacas
Dos amigos marineros viajaban juntos en un carguero por todo el mundo, siempre juntos. Esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra y divertirse. Un día llegaron a una isla perdida en el pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las horas que permanecerían en tierra. En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada lavando ropa en un pequeño río. Uno de los marinos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo van a estar con más lindas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres... Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla. La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que manifieste la intención de casarse con ella y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo. El hombre la mira y le dice:"Esta bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo". El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma de su amigo para entablar relación con esa mujer, Y le dice: ¿Para qué tanto lío? Hay montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para que tomarse tanto trabajo?. El hombre le responde:"No es broma, me quiero casar con ella. Quiero pedir su mano". Su amigo, más sorprendido le dice:¿Tú estás loco?, ¿Qué le viste?, ¿Qué te pasó? ¿Seguro que no tomaste nada? y cosas por el estilo. Pero el hombre, sin escuchar a su amigo siguió a la mujer a la aldea y ante el patriarca el hombre le explica que ha llegado recién a la isla y quiere casarse con su hija. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que la costumbre es pagar una dote por la mujer que se elige para casarse.
Le explica que tiene varias hijas y que el valor de la dote es según las bondades de cada una de ellas: por las más hermosas y jóvenes se debía pagar nueve vacas, las no tan hermosas ni tan jóvenes, eran excelentes cuidando niños y costaban ocho vacas y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes. El marino explica que había elegido una que vio lavando ropa en el arroyo y el jefe le dice que por no ser tan agraciada, le costaría tres vacas. "Está bien".respondió el hombre "me quedo con la mujer que elegí e insisto pagar por ella nueve vacas". Ante la insistencia del hombre, el padre pensó que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos de la boda. El marinero amigo sin poder creer pensó que perdería a su amigo por una locura. Se llevo a cabo la boda y el amigo partió dejando a su amigo en aquella isla perdida. Por años navegó pensando en qué haría su amigo allí, como le iría, en fin......
Un día después de años el itinerario del barco marcó nuevamente la isla, así que el hombre bajó "¿Dónde estaría su amigo? ¿Se habría acostumbrado a esa vida?. De camino al pueblo se cruzó con un grupo de gente que llevaba en andas a una bella mujer sentada en una silla. Todos cantaban canciones y le regalaban flores y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas. El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de vista. Cuando retomó el camino encontró a su amigo, se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven hace mucho tiempo.
El marinero no paraba de preguntar ¿Y como te fue? ¿Te gusta esta vida? ¿No quieres volver? y la pregunta final... ¿Como está tu esposa?. A lo que el otro responde. "Muy bien espléndida. Es mas creo que la has visto la llevaban en andas festejaban su cumpleaños". Al escuchar esto y recordar aquella mujer le pregunta ¿Te separaste? No es la misma mujer. "Si es la misma mujer que encontramos lavando en el arroyo". "Pero esta es muy bella, muchísimo más hermosa. ¿Cómo hicistes?... Muy sencillo respondió el amigo. "Me pidieron por ella tres vacas pero yo pague Nueve vacas por ella". La amé como una mujer de nueve vacas, la traté y consideré como una mujer de nueve vacas y ella se trasformó en una mujer de nueve vacas"
Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados... Si usted ya recibió a Cristo Jesús, ¿cuánto ha cambiado? Jesús no pago con nueve vacas por Usted, pago con su vida.
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