El tema está hoy en boca de todos. Diariamente su enfoque, análisis o crítica aparece en todos los diarios y revistas que se proponen concientizar y actualizar sobre dicho asunto. Sea por la contaminación ambiental, por la destrucción de los lugares verdes o por desperdicios nucleares, pero la ecología está de moda. Hoy día, todas las instituciones importantes de la sociedad tienen áreas dedicadas específicamente al medio ambiente. Los Gobiernos tienen ministerios del ramo, las Comunidades Autónomas consejerías, las alcaldías concejalías, las empresas, inclusive partidos políticos destinan departamentos dedicados al medio ambiente.
Poco a poco, hemos tomado conciencia del peligroso impacto de los procesos industriales sobre el ambiente por la proliferación de los grandes centros industriales, por la intensa utilización del motor Diesel, por las guerras, por el creciente uso de la energía nuclear. Por todo eso, se hace difícil mantener un equilibrio en la Creación y sobrevivir en medio de tanto deterioro. Podemos apuntar que Moisés abordó este tema en los cinco primeros libros de la Biblia y probablemente surja la pregunta: ¿por qué lo hizo?. La respuesta inmediata es que el problema ecológico es ciertamente un problema religioso. Si Dios colocó en la tierra al hombre hecho a Su imagen y semejanza, y si lo hizo responsable de Su creación, ¿cuál debe ser la relación del hombre con la naturaleza? ¿tiene derecho a poner en peligro la vida humana con la contaminación y sus "basureros" nucleares?. Deberíamos preguntarnos cada día: "¿Qué mundo, qué país estoy dando a mis hijos? ¿Qué estamos haciendo en la tierra de Dios?". ¿Qué dice nuestra fe? ¿Cuál es su posición ante la destrucción de la naturaleza por el hombre?
"Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" [Génesis.1:28]. Para muchos este versículo permite el uso y abuso del mundo natural, sin restricciones. Existe, sin embargo, una limitación sobre este dominio. Siglos atrás, el judaísmo enfrentó el problema de la relación del hombre con el mundo y su responsabilidad para con la naturaleza. Dos principios éticos se enuncian en forma objetiva y profunda. El primero orienta la relación entre hombre y animal, el segundo, la actitud del hombre con la naturaleza. Tomados en conjunto, estos dos principios dirigen y confirman la acción del hombre, su pensamiento y su perspectiva con relación a los seres vivientes y su ambiente, disponiendo así su papel en la tierra.
La relación entre hombre y animal; es el primer principio y para ejemplificarlo puedo mencionar que ya el cuarto mandamiento ordena que en el Shabat (día de reposo) descansen el buey, el burro y cualquier otro animal. La Toráh (ley) misma prohíbe al agricultor colocar juntos a un buey y a un caballo, porque esto implicaría un trabajo más difícil para el más débil. Otro ejemplo son los versículos: "Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días" Deuteronomio 22:6..7
Es importante mencionar que las leyes de matanza de acuerdo a la Ley se proponen para mantener el sentido de respeto y santidad por la vida: prohíben la ingestión de sangre, minimizan el sufrimiento del animal cuando muere. Pero tal vez el ejemplo clásico de la preocupación judía por el bienestar de los seres vivos esté en el libro de Jonás 4:9..11, cuando éste muestra su inconformidad por la muerte de la calabacera, y el Señor le responde: " Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales? ". Notemos en este pasaje cómo el amor y compasión por criaturas inocentes es comparado con la misericordia hacia los animales.
Posteriormente, los rabinos ampliaron estas leyes contra cualquier forma de destrucción, incluida la prohibición de "cambiar el curso de un río, para evitar que los árboles se sequen" y la de dar a los animales posiblemente aguas dañinas para beber. Y así surge el principio general: está prohibido destruir o perjudicar cualquier cosa que sea útil al hombre. La prohibición se refiere no sólo a destruir la propiedad ajena, sino la propia. Muchos países ha diferentes niveles han lanzado una campaña por muchos conocida: "Adopta un árbol" y ahora te pregunto... ¿Por qué no adoptar una actitud bíblica como verdaderos creyentes, verdaderas familias de fe, que están conscientes de que la tierra, la creación de Dios, es nuestra herencia, y conservarla evitando contaminar, tirar basura o ser indiferentes?. Ya que la misma creación gime con verdaderos gemidos, por que muy pronto sea juntamente redimida a la segunda llegada del Mesías, muy pronto, a en nuestros días.
Creo que en muchos aspectos la mayoría de los cristianos buscamos desligarnos de nuestras responsabilidades como administradores de la creación y siendo más específico, en asumir nuestra responsabilidad al tratar el tema ecológico. Para un rápido cuestionamiento, planteamos: ¿Existe en alguna de sus iglesias una comisión encargada de por lo menos informarse de lo que esta pasando en el mundo con respecto a los diversos temas relacionados con la realidad medio-ambiental?, ¿Hay algún plan de reciclaje, de ahorro energético, de recuperación de especies nativas o aunque sea de jardinería?.
Por ningún motivo quiero dar a entender que la iglesia debe desviar sus fuerzas y objetivos de llevar las buenas nuevas de salvación a toda criatura, pero ¿no es acaso el cuidado del medio ambiente parte importante del testimonio cristiano a la sociedad y a los no creyentes? Y sobre todo, el traer la realidad del Reino de Dios a la tierra, ¿no tiene que ver acaso con ser buenos administradores, amantes de lo que Dios ama, admiradores de la belleza de la creación?.
En muchos sermones se da un fuerte énfasis a que debemos cuidar el Templo del Espíritu Santo que es nuestro cuerpo, sin embargo, como cristianos ¿estamos cuidando la creación de Dios? Me impresiona ver como el Salmista relaciona a Dios con la naturaleza: Salmo 29:3..10: “3 Voz de Jehová sobre las aguas; Truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas. 4 Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria. 5 Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano. 6 Los hizo saltar como becerros; Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos. 7 Voz de Jehová que derrama llamas de fuego; 8 Voz de Jehová que hace temblar el desierto; Hace temblar Jehová el desierto de Cades. 9 Voz de Jehová que desgaja las encinas, Y desnuda los bosques; En su templo todo proclama su gloria. 10 Jehová preside en el diluvio, Y se sienta Jehová como rey para siempre”
Estoy convencido de que la Biblia nos habla acerca de la segunda venida de Cristo y de cómo el vendrá en poder y majestad, sé también que esta es una de las doctrinas básicas de la Fe cristiana Evangélica, sin embargo, también creo que muchas veces postergamos los desafíos actuales esperando aquel suceso y en nuestros corazones o tal vez en nuestras bocas están las palabras “para que hacer cambios si el mundo irá de mal en peor” creo que a eso se le podría llamar conformismo escatológico algo que le ha hecho muy mal a nuestro medio. Creo que nuestro desafío como creyentes es manifestar el Reino de Dios en cada lugar, en cada espacio y en cada área. ¿No será la ecología o el cuidado del medio ambiente una de las tantas áreas que estamos dejando de lado? ¿Qué podemos hacer para crear alternativas claras y eficaces de buena administración del medio ambiente como seres creados por Dios? ¿Qué le diremos al Señor de las minas cuando pregunte por su creación?
El problema también es nuestro.
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