"Amor
no quita conocimiento" es un adagio dominicano bastante popular
para ilustrar que el hecho de estar enamorado no impide que estemos
conscientes de los defectos de nuestra pareja. Si nuestra media
naranja es un poco desordenado o desordenada en algunas fases de su
vida, es necesario que empiecen a hacer planes que les permita sentar
las bases de su realidad.
.
Con
esa sencilla frase, la gente del común explica por qué algo que se
quiere mucho o se aprecia puede ser motivo de cuestionamiento en
determinados aspectos.
Como
humanos somos muy dados a no ver ese "pequeño detalle" en
la personas que amamos (hijo, esposo, novio, padres, etc.) y que
mucho nos puede afectar y/o dañar. Con ese hecho de no ver, dañamos
nuestras relaciones, nuestra imagen, la imagen de los demás, etc.
Pero
hoy quiero enfocarme en dos puntos, PRIMERO en lo que desde mi punto
de vista, es lo más importante y sobre toda cosa: Nuestra relación
con Dios. Y SEGUNDO, en cómo esta actitud afecta a los demás y a
uno mismo.
- Nuestra relación con Dios puede verse muy afectada por nuestra percepción de lo que son sus caminos, constantemente estamos expuestos a enseñanzas diversas (por TV, Internet, radio, etc.) por lo que, se hace necesario discernir lo que es de Dios, ya que debido a una percepción ciega (como ciega el amor mal aplicado) puede formar en nosotros "juicios incorrectos", sobre lo que es correcto o no, a la hora de seguir a Dios.
Porque
por fe andamos, no por vista (2 Corintios 5:7). Cuando la Biblia dice
que andemos por Fe y no por vista habla de que andemos conforme a
sus enseñanzas. Esto es difícil porque nuestros ojos nos guían y
si no vemos tropezamos; y si no estamos atentos muchos nos engañan.
Puede que este preguntándose: ¿Y entonces que haré? . ¿Cómo he
de andar confiado, limitando lo que nuestros ojos ven?. Mi respuesta
es: Para andar por la fe y no por lo que nuestros ojos ven, tenemos
que saber cómo obtenemos fe y esto es sencillo: Le recuerdo que la
fe viene por el oír de La Palabra de Dios. Así que la fe es por el
oír, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10; 17).
La
falta de conocimiento es muerte:
La Biblia dice que el pueblo de Dios pereció porque le faltó
conocimiento, aunque la oración, el ayuno, la comunión con los
hermanos, el congregarnos en la iglesia, etc. son elementos de
nuestra vida cristiana, ninguno de ellos tiene sentido sin una vida
nutrida por La Palabra de Dios.
El
modelo de Dios implica tener conocimiento.
Jesús dijo: “Cuando oren, háganlo así", y nos dejo como
modelo la oración del Padre Nuestro y en este modelo una de las
afirmaciones principales es cuando se nos exhorta a decir: "Hágase
tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo" , es una
exhortación que implica que debemos conocer a Dios, porque no
hay forma de conocer la voluntad de Dios si no es a través de su
palabra. Por mi parte, soy como los de Berea quienes escudriñaban
las Escrituras para confirmar lo dicho por aquellos que estaban
trastornando al mundo. Y deseo que ustedes también sean como ellos.
Es lo que he estado sembrando en ustedes y es esa razón les entrego
el material cada semana para que confirmen con Las Escrituras lo que
aquí se enseña. Esto me apoya para evitar que no sean desviados por
falsos maestros(con apariencia de piedad) pero buscadores de
ganancias o por legalistas que sin malas intenciones les harán
esclavos de doctrinas que están lejos de la gracia de Jesucristo o
por personas que andan extraviadas de la verdad por el envanecimiento
de su corazón.
No me
extraña ver personas que nunca salen de sus problemas y de sus
pecados ya que oyen o tienen en sus pensamientos "falsos
maestros", La Biblia deja claro lo que pasará: 2 Timoteo
4:3..4 “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina,
sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme
a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y
se volverán a las fábulas”
En
estos tiempos “hay apetito de oír”. Pero lastimosamente no de la
voluntad de Dios, la que agrada a nuestros oídos y oímos falsos
maestros que hablan lo que queremos oír. Entonces mi amado y amada,
ocúpate en la sana doctrina para que puedas ver bien a la hora de
juzgar lo que proviene de Dios.
Andar
por FE y NO por vista es un ejercicio es muy difícil, se trata de
vivir en obediencia a lo que establece Dios y no por lo que tus
ojos ven.
La
Biblia dice que el amor todo
lo cree (1 Corintios 13) y que el amor cubrirá multitud de faltas.
Por Cristo hemos sido enseñadas ante todas las cosas que andemos en
amor.
Sin
embargo, es "gracioso" lo rápido que olvidamos estas
enseñanzas.
- Pedro nos advierte en 1 Pedro 4:3-11 que no nos comportemos como en el pasado, buscando ser como los demás aunque a éstos les parezca cosa rara. No importa lo que ellos piensen de que tú no andes haciendo, debes abstenerte de hacerlo porque Dios es el que juzga a los vivos y a los muertos (como dicen estos versos) y nosotros solo estamos llamados a vivir en amor, sin murmuraciones, sin quejas más bien ministrando en el amor que nos cubre: EL amor de Dios.
OJO
el amor NO quita el conocimiento, puedes que sepas que lo que tu
hermano ha hecho NO es bueno, pero el amor pone ante todo la
misericordia sobre el que ha fallado.
Hemos estado hablando del amor de Dios, pero el
amor humano es ciego, porque es apasionado, pero el trato amoroso,
basado en la confianza, el respeto y el dialogo es el mejor camino
para corregir esos defectos.
En
nuestras relaciones humanas amorosas en cualesquiera de sus ámbitos,
tenemos no
sólo el deber de corregir, sino también el deber de dejarnos
corregir. Más aún: aquí es donde se ve si uno ha madurado lo
bastante como para corregir a los demás. Quien
quiera corregir a otro debe estar dispuesto también a dejarse
corregir.
Cuando alguien que recibe una observación y le oigas que responde
con sencillez: “Tienes razón, gracias por habérmelo dicho”,
como se dice quítate el sombrero: estas ante un auténtico hombre o
ante una auténtica mujer de madures.
Sólo
hay que evitar que la corrección misma se transforme en un acto de
acusación o en una crítica. Al corregir más bien hay que
circunscribir la reprobación al error cometido, no generalizarla
rechazando en bloque a toda la persona y su conducta. Más aún:
aprovechar la corrección para poner en primer plano todo el bien que
se reconoce en la otra persona existe y lo mucho que se espera de
ella, de manera que la corrección se presente más como un aliento
que como una descalificación.
No
es fácil, en casos individuales, comprender si es mejor corregir o
dejar pasar, hablar o callar. Por eso es importante tener en cuenta
la regla de oro, válida para todos los casos: “Con
nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor… El amor no hace
mal al prójimo”.
Hay que asegurarse ante todo de que haya en el corazón una
disposición fundamental de acogida hacia la persona. Después, lo
que se decida hacer, sea corregir o callar, estará bien, porque el
amor “jamás hace daño a nadie”.
Pero
sobre todas las cosas estará siempre el tratar con la verdad
aplicada delicadamente en forma y momento oportuno, para no llegar a
ser engañados o vivir simplemente como objetos de otros después de
todo “conoceréis la verdad y esta os hará libres”.
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