Las
montañas nos impresionan por su grandeza, pero estas mismas montañas
no serían nada si no fuera por la combinación de peñas, rocas,
piedras y aún más importante, los granos de arena y hasta el polvo
de tierra que les da forma y sustancia y permiten que la flora las
adorne y las embellezca.
Es
interesante notar que las cosas grandes se componen de partes
pequeñas, todas, sin excepción. Los mares no serían mares sin las
muchísimas pequeñas gotas que los forman.
El
dicho, "Roma no se construyó en un día" nos indica esto
también. Vemos que lo grande, lo importante y lo bello es el
producto de la acción de muchos elementos pequeños. Esto es verdad
especialmente con respecto a lo espiritual.
El
amor de una mamá no se demuestra por el hecho de haber dado a luz a
su hijo. Ese amor maternal tan loable es la suma de los sacrificios
de cada día, de largos años de preocupación por el bienestar de su
hijo, lo cual llega a ser obsesión de su vida. Y todo esto, la madre
no lo considera como sacrificio, sino al contrario, gozo y deseo de
su existencia el darse de sí misma hasta el último suspiro.
Durante
la segunda guerra mundial una parte de las fuerzas aliadas,
compuestas de ingleses, franceses y norteamericanos, se encontró
atrapada en costa del norte de Francia. Los nazis iban a forzarla al
mar. ¿Cómo salvar a estos soldados de la destrucción que les
esperaba? No había barcos militares suficientes, listos para
transportarlos a estos valientes que afrontaban la muerte, a una
distancia de sólo unos treinta y cinco kilómetros.
En
Inglaterra el primer ministro, hablando por radio, explicaba la
situación al pueblo, suplicando a cada persona que tuviera un barco,
no importaba el tamaño, se lanzara al mar hacia la costa norte de
Francia para rescatar a estos soldados.
Fue
sorprendente el resultado. Millares de individuos en sus barcos,
algunos pocos de ellos yates, pero la mayoría lanchas pequeñas y
hasta había embarcaciones de remo, se dirigieron a alta mar.
Formaban una flota unida y potente porque tenían un solo fin y todos
estaban consagrados a hacer lo que pudiesen con lo que tenían. Para
muchos su única posesión era su lancha. Ponían lo único que
tenían para poder ayudar a los que necesitaban su servicio.
La
mayor parte de los soldados llegaron salvos y sanos a Inglaterra,
gracias a tantos que ofrecieron lo poco que tenían. Mucho se puede
siempre y cuando uno esté dispuesto a ofrecer lo que tiene, aunque
le parezca poco.
Cristo
también nos enseña esta lección por medio de una de sus
experiencias (Marcos 12:41..43). Estaba "sentado delante del
arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca;
y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos
blancas (moneda de poco valor), o sea un cuadrante. Entonces llamando
a sus discípulos, le dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre
echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han
echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo
que tenía, todo su sustento."
La
parte del templo judío donde la gente iba para dar su ofrenda era un
lugar amplio y las cajas en que las echaban se encontraban alrededor
del local, a plena vista. Era la costumbre ofrecer a Dios el diezmo o
sea la décima parte de las ganancias. De modo que los ricos ofrecían
mucho. El dinero que se colectaba era para los de la tribu de Leví y
también para el mantenimiento del templo. Y aquí vemos a una pobre
viuda que hizo más que todos los ricos y Cristo explica por qué:
"de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento".
Uno
preguntará, ¿Por qué lo hizo la viuda? ¿Por qué no guardó esas
dos monedas para comprar comida? No sabemos los motivos. Sólo
sabemos que con buena voluntad la viuda "echó todo lo que
tenía".
Alguien
diría, "La viuda no hizo mucho; echó sólo dos monedas de muy
poco valor". Pero, Cristo corrige este pensamiento. El nos
aclara que la viuda era pobre y que lo que ofreció a Dios era de lo
que necesitaba ella y por lo tanto era mayor que todas las ofrendas.
Esta
lección nos enseña que aunque demos poco, es de mucho valor a Dios.
Dios sabrá multiplicarlo lo suficiente. Lo importante es que todos
hagamos nuestra parte con verdadera sinceridad.
¿Qué
hubiese pasado si todos los ingleses que tuvieron lanchas pequeñas,
en el hecho antes referido, hubiesen decidido por lo pequeño de su
barca a no cooperar? Según la historia, la mayoría de los soldados
rescatados se salvaron en barcas pequeñas, indicando que si no
hubiera sido por el esfuerzo de los que tenían "sólo una
barca", muchos en aquella ocasión habrían perdido la vida.
No
sabemos quién era la viuda de que hablaba Jesús, pero sí sabemos
que el reconoció en ella una dedicación única, digna de
mencionarse en la Biblia para beneficio de todo creyente. Claro es
que Dios se interesa en los motivos del individuo y en su deseo de
cumplir voluntariamente con lo que Dios manda.
Seamos
como los de las iglesias de Macedonia quienes "a sí mismos se
dieron primeramente al Señor" (2 Corintios 8:5). Para que
tengamos la misma motivación y voluntad de la viuda pobre. El ser
pobre no te limita para dar.
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