NOTA
DEL AUTOR: Es norma en estos estudios, el estar listo quince días
antes de su publicación, este estudio fue preparado pensando que en
el día de su publicación aun no hubiese nacido mi primer nieto,
pero Dios decidió traerlo antes de lo estipulado por los hombres y
así es que nació el viernes 10 de octubre de este año 2014...
¡Ya soy Abuelo!
Proverbios
17:6 “Corona de los viejos son los nietos, Y la honra de los hijos,
sus padres”
A
pocos días de recibir esta corona, estoy un poco preocupado acerca
de convertirme en abuelo. ¿Cómo me cambiará mi nuevo rol de mi
vida? ¿Cómo es ser un abuelo diferente a un padre?
Cuando cuento que estoy por ser abuelo, las
expresiones de ternura y simpatía brotan espontáneamente, incluso
de perfectos desconocidos. El simple gozo de saberlo es contagioso y
dibuja una sonrisa en cualquiera, por más endurecido que esté.
Más
del 90 por ciento de los padres mayores de sesenta y cinco tienen
nietos. Lo que esto significa es que, con una esperanza de vida cada
vez más larga, usted va a ser un abuelo durante mucho tiempo, un muy
largo tiempo.
Un
nieto trae consigo no solamente alegría. Su vida indefensa requiere
infinito cuidado, su dependencia exige atención permanente. Cada
niño viene con una carga de obligaciones para sus padres y para la
sociedad toda, que han sido reconocidas universalmente en la
“Declaración de los derechos del Niño”.
En
un mundo de pecado como el nuestro, cada recién nacido tiene por
encima de todo el derecho a que sus padres y abuelos contribuyan a
prepararlo para la eternidad. Es una responsabilidad de los padres
cristianos educar a sus hijos; colaborando con Dios para formar en
ellos un carácter digno del cielo
Los
que hemos educado a nuestros hijos en la fe, debemos también
colaborar con sus padres mediante nuestros actos y nuestra influencia
en el desarrollo de su carácter. Se dice en forma jocosa que “los
padres están para criar a los hijos y los abuelos para malcriarlos”;
pero este no es el ideal de Dios.
Ser
abuelo desde ya me hace sentir
importante. Tener un nieto me da la oportunidad de enseñar, dar
consejos, contar historias, ser un recurso económico y emocional, y
contribuir a sus vidas. Como resultado, me sentiré valioso de nuevo.
Esa es mi "segunda oportunidad de vida" que siempre se oye
que la gente habla.
La primera línea de defensa de los infantes son
sus padres. A ellos compete educarlos; pero a los demás nos toca
colaborar con sus esfuerzos debidamente orientados.
Por
otra parte, la Biblia registra la historia de Timoteo, quien a falta
de un padre cristiano fue educado por su madre y por su abuela.
¿Qué
le transmitieron ambas?
El registro inspirado dice: “Traigo a la memoria
tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre
Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido” 2 Timoteo
1:5 NVI
La
educación en la fe, será pues la primer tarea de los padres. El
desarrollo de una personalidad equilibrada y piadosa necesitará
también del auxilio de sus abuelos y parientes.
En el antiguo Israel, el Señor mandó por medio
de Moisés: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia,
para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se
aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las
enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”
Deuteronomio 4:9
Dar
cariño y ofrecer regalos es importante; pero los buenos consejos,
una influencia espiritual positiva, un ejemplo de fe y virtud, le
serán más útiles a nuestros nietos.
Este
niñito muy próximo a nacer no es solo un bebé más, es un alma por
la cual Cristo murió, como cualquier otro que llega al mundo.
Y
por ello tiene el derecho de que la conduzcamos a su Salvador.
Este
es, según las Escrituras, el fundamento de un hogar feliz.
“Bienaventurado
todo aquel que teme a Jehová,
Que
anda en sus caminos.
Cuando
comieres el trabajo de tus manos,
Bienaventurado serás, y te irá bien.
Tu
mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;
Tus
hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
He
aquí que así será bendecido el hombre
Que
teme a Jehová.
Bendígate
Jehová desde Sion,
Y
veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida,
Y
veas a los hijos de tus hijos.
Paz sea sobre Israel.” Salmo 128
Mi
sugerencia es que los abuelos debemos lograr que las tres
generaciones convivan en todas sus oportunidades posibles o sea,
aprovechar los días festivos y las vacaciones para tener convivios.
Para muchas familias, en estos días los hijos ya no viven cerca de
los abuelos y juntarse representa un gasto de dinero y de energía,
pero no debemos pasar largos periodos sin convivios
tri-generacionales, aunque sea por un día o un fin de semana.
Francamente,
ahora a mi edad entiendo, que los abuelos no aguantamos largos
tiempos y la mayoría prefiere tiempos cortos porque nos cansamos
fácilmente. Los abuelos jóvenes pueden diferir conmigo en este
punto de vista, pero cuando sean de mayor edad van a saber de qué
estoy hablando. Lo importante es tener y apreciar ese tiempo con las
tres generaciones juntas.
Ahora
es el momento de estar preparándonos para aquellos tiempos, anotando
historias y buscando las fotos de sus experiencias.
Que
¿qué mas tendré que decir? Tan solo puedo expresar: Alabado
sea el Señor por el privilegio de poder empezar a ver a los hijos de
mis hijos.
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