Tengo el privilegio de trabajar con las personas
más desposeídas, desde mi adolescencia incorporado a asociaciones de servicio
juvenil, posteriormente en la escuela logrando ser presidente del gobierno estudiantil,
en la universidad en las asociaciones estudiantiles y me forme sociólogo con
especialización en desarrollo comunal, antes de entrar de lleno al servicio del
Señor, serví a mi país y a otros, en el mío fui miembro de un partido político,
formado en la corriente socialcristiana y serví como director de entidades
gubernamentales dedicadas al desarrollo comunal. En el transcurso de ese tiempo
he sido testigo de cómo las buenas nuevas han ido cobrando vida dentro de
nuestros pueblos, transformando a las personas, su realidad social, económica,
educativa y, en fin, todo aquello que se traduzca en mejora a la calidad de
vida. Existen, sin embargo, espacios por conquistar en materia del alcance
integral y aun cuando parezca mentira la iglesia evangélica está bastante fuera
de estos contextos de las personas y los pueblos; me quiero referir
específicamente en este artículo a la necesidad de alinear tangiblemente a la
iglesia evangélica en un trabajo social responsable y trascendente.
El por qué trabajar en lo social y cómo hacerlo
son las cuestiones sobre las que quiero basar mi exhortación.
Isaías 1:17…18 “¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y
defiendan a la viuda! Vengan, pongamos las cosas en claro, dice el SEÑOR”
NVI
En la Biblia, la expresión por el cuidado del
socialmente más débil es una característica bien marcada y la atención dirigida
a estos grupos de personas, se vuelve un elemento primario de la manifestación
que Dios hace de sí mismo, de sus propósitos y de su voluntad para con el
hombre.
El Antiguo y el Nuevo Testamento son abundantes
en las recomendaciones para atender a la viuda, el huérfano, el extranjero, el
pobre, el esclavo… en fin todo aquel que está incapacitado para sostenerse y
defenderse.
El pentateuco, que son los primeros cinco
libros de la Biblia con los que se conforma la Ley, se contempla como un estado
escandaloso la pobreza y la esclavitud de algunos sectores de la sociedad, se plantea
como un estado que debe ser evitado por la misma sociedad aplicando las
provisiones de la misma ley (Éxodo 21:2…3; 22:21…27; Levíticos 19:19…20; 25:24…41
y otros).
La lectura de los libros de la sabiduría enfatiza
la necesidad de asistir a los pobres como un elemento para ser justo y de
agradar a Dios (Proverbios 11:25; 19:17; 21:13), y es interesante leer
el Salmo 82:2…4 que exhorta a los que están en posición de hacerlo: “«¿Hasta cuándo defenderán la injusticia y favorecerán a los impíos? Selah Defiendan la causa del huérfano y del
desvalido; al pobre y al oprimido háganles justicia. Salven al menesteroso y al
necesitado; líbrenlos de la mano de los impíos.” NVI
Están también los profetas cuando denuncian a
la riqueza mal usada, que se volvió un excelente abono para el orgullo y la
soberbia; apuntan a lo mismo, a un Israel que perdió de vista lo que era
importante para Dios propiciando que la explotación de las clases bajas tomara
formas desvergonzadas que le merecieron el juicio y condena del creador (Isaías
3:14…15; 5:8…9; 10:1…2; Ezequiel 22:12…13; Amós 5:11…12; Zacarias 7:8…11).
(Recomendamos leer “El Mundo Actual No Difiere Mucho Del De Amós” estudio de
este mismo autor)
Y luego los evangelios que nos plantean a un
Jesús compasivo, ante individuos y multitudes, sea cual sea la causa tanto como
el abandono espiritual (Marcos 6:34) o el estómago vacío (Marcos 8:2).
Existe en Mateo un pasaje que define la
identidad cristiana bajo una perspectiva poco predicada dentro del contexto
social: Es el juicio entre ovejas y cabras (25:31…46).
Este pasaje nos expone la pertenencia al Reino
no bajo el criterio de la santidad, ni de la comunión espiritual con Dios, sino
a través de la actitud y acción frente al necesitado: “Cuando
el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su
trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él
separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá
las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el Rey a
los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido;
reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del
mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y
me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité
ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y
me visitaron”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo
te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?”
El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de
mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”. Luego
dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y
ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber;
fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me
vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron”. Ellos
también le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como
forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?”
Él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí”. Aquellos irán
al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” NVI. Ésta es la personificación
de Cristo mismo; negarle la atención que se merece equivale a desconocer a
Jesús.
Pero es principalmente en Lucas, a donde Jesús se
identifica plenamente con la humanidad. En sus narraciones y parábolas
percibimos el propósito de Lucas por hacernos comprender la calidad completa de
las buenas nuevas y su extensión a los diferentes estratos sociales. Jesús
retoma de Isaías la promesa de libertad y restauración, mostrando que a partir
de su presencia en este mundo, sólo por medio de Él y del Espíritu Santo, se
alcanzará su plenitud: “Fue a Nazaret, donde se había criado,
y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer
la lectura, y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al
desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas
nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad
a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en
libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.
Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que
estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente, y él comenzó a
hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes” Lucas
4:16…21 NVI
Hechos 4:32…35 “Y la multitud de los que habían
creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo
que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los
apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante
gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado;
porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio
de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada
uno según su necesidad.” RV
Interesante relato en el nacimiento de nuestra
iglesia primitiva máxime si consideramos las influencias sociales en ese
momento: costumbres judías, expansión del sistema político grecorromano y
surgimiento del cristianismo. Ese trasfondo nos permite ver la influencia y
dirección del Espíritu Santo, que caracteriza muchos de los rasgos singulares
de las primeras comunidades cristianas. Hay algo nuevo que es el fenómeno solidario
entre los adherentes de la nueva iglesia.
La solidaridad terminó siendo un factor
decisivo para garantizar la supervivencia y expansión de los cristianos.
Comenzó con la distribución de alimentos a las viudas (Hechos 6:1…6); ofrenda
para la comunidad de Jerusalén en situación de hambre (2 Corintios 8:1…4);
apoyo a misioneros (Filipenses 4:14…15); hospitalidad (Tito 1:8). Y es por actos como estos, que los primeros
creyentes, vivieron de primera mano la “fe hecha acción” descrita por Santiago
(1:27; 2:14…18).
Esta es una manera de manifestar la presencia
de Dios en el medio nuestro; el Reino de los Cielos está en medio de nosotros
creciendo como un sistema de valores y principios diseñados por Dios para
administrar lo creado y hacer feliz al hombre.
Desde esta perspectiva la proclamación del
evangelio debe estar íntimamente ligada con la satisfacción de las necesidades
del hombre. El mismo Jesús, cuando nos enseñó la oración modelo, liga la
petición de que el reino de Dios se establezca en la tierra y haya el pan
material cotidiano. Por otra parte, la misión siempre estuvo acompañada con
actos de sanidad y liberación como muestra de que el Reino de Dios se había
acercado.
CONTINUA
Próxima Semana…
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