Los pecados contra la verdad y la buena fama del prójimo destruyen la
convivencia pacífica entre las personas y son una grave injusticia.
La murmuración es un pecado contra el octavo mandamiento: “No des falso
testimonio en contra de tu prójimo” NVI. Este mandamiento protege la buena fama
del prójimo y su derecho a no ser engañado.
Definición: Comentario que se hace de una persona que no está presente,
tratando de que esta no se entere y con la finalidad de hacerle daño o de
molestarla.
Consecuencias de la
murmuración:
Los pecados contra la verdad y la buena fama del prójimo destruyen la
convivencia pacífica entre las personas, y son una grave injusticia. Como dice
la Escritura: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la
buena fama más que la plata y el oro”. Proverbios 22:1 RV
Dios es la verdad y el demonio es, como dice Jesús, el “padre de la
mentira”. Por eso debemos amar la verdad. Cuando no podamos decir la verdad,
debemos callarnos, pero nunca decir mentiras: “Los
labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su
contentamiento”. Proverbios 12:22 RV.
Se dice que la murmuración es espada de tres filos porque de un solo
golpe causa 3 heridas:
- Se hiere quien murmura, pues comete pecado.
- Hiere al difamado, pues le quita la honra.
- Hiere al que escucha la murmuración, porque oyéndola demuestra complacencia, y esto es pecado también.
Otra consecuencia negativa es que no se puede restituir bien la fama que
se ha quitado. Pasa como cuando se derrama un cubo de agua, que nunca se puede
recoger de nuevo toda el agua.
Cuentan que una vez una mujer confesaba su pecado, acusándose de haber
hablado mal de algunas personas. El Pastor que la escuchaba le dijo que fuera a
casa, tomara una gallina y volviera donde él, desplumándola poco a poco a lo
largo del camino. Cuando estuvo de nuevo
ante él, le dijo:
- Ahora
vuelve a casa y recoge una por una las plumas que has dejado caer cuando venías
hacia aquí.
La mujer le mostró la imposibilidad: el viento las había dispersado. Y
el Pastor le dijo: -Ya ves que es imposible recoger las plumas una vez que se
las ha llevado el viento, igual que es imposible retirar murmuraciones y
calumnias una vez que han salido de la boca.
El Señor nos manda que seamos justos en los juicios que hacemos, aunque
sea interiormente, es decir, que prohíbe también el juicio temerario del
prójimo, que condena sin suficientes motivos para hacerlo.
El murmurador no es sólo el que inventa la falsa acusación, sino también
el que la hace circular. En la iglesia me he encontrado con una forma
coercitiva de murmurar y presionar a callar con el estribillo “y ya lo va a
saber el pastor”. Todos están obligados a hacer reparación por el mal causado.
La justicia y la veracidad nos obligan, además, a guardar secreto de
aquellas cosas que sabemos por nuestra amistad, o por nuestra profesión acerca
del prójimo y que, de darse a conocer, podrían hacerle un daño a su reputación
o a sus bienes.
En el Antiguo Testamento, en el libro del Éxodo el Pueblo de Israel
murmuraba contra Moisés mientras iban por el desierto y Murmuraban diciendo: “¡Cómo
quisiéramos que el Señor nos hubiera quitado la vida en Egipto! Allá nos
sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos.
¡Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda la
comunidad!”. Y “Moisés y Aarón les dijeron a todos los israelitas: Esta tarde
sabrán que fue el Señor quien los sacó de Egipto, y mañana por la mañana verán
la gloria del Señor. Ya él sabe que ustedes andan murmurando contra él.
Nosotros no somos nadie, para que ustedes murmuren contra nosotros.”.
En el Nuevo Testamento encontramos que murmuran contra Cristo:
Lucas 15:2 “de modo que los fariseos y los
maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores
y come con ellos»”. NVI.
Lucas 19:7 (Zaqueo) “Al ver esto, todos
empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador»”.
NVI.
Juan 6:41…42 “Entonces los judíos comenzaron a
murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó
del cielo». Y se decían: «¿Acaso no es
este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es
que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?»” NVI.
1 Corintios 10:10, 12 “Ni
murmuren contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor.
- Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”
NVI.
A manera de conclusión podríamos apuntar:
1.
La calumnia destruye la reputación
y el honor del prójimo. Ahora bien, el honor es el testimonio social dado a la
dignidad humana y cada uno posee un derecho natural al honor de su nombre, a su
reputación y a su respeto.
2.
Virtudes a practicar para no
murmurar:
a. Sinceridad.
b. Caridad.
c. Claridad.
3.
¿Qué induce a la murmuración?
d. La
envidia.
e. El
orgullo.
f. La
soberbia.
g. La
hipocresía.
h. La
ironía.
i. La
falsa humildad.
4.
Dios te ha dado la lengua para que
le bendigas; no la emplees para hablar mal del prójimo, hecho a semejanza de
Dios. Sé comprensivo con sus miserias, ayúdale, con la oración y con la acción,
a salir de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario