Satanás, el calumniador; Job
1 y 2 da una idea de sus actividades, en ellos aprendemos que a pesar de que
Satanás perdió su posición en el cielo, no perdió su acceso al cielo. En
ciertas ocasiones, cuando Dios llama a todos los ángeles delante de él, Satanás
también aparece. En ambos capítulos, Satanás se presenta ante Dios en el cielo.
Algunos tienen problemas para aceptar que Satanás tiene
acceso al cielo ya que es un ser tan malo, pero su aspecto no contamina a Dios
ni al cielo.
Job 1:6 dice: “Un día vinieron a presentarse
delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás”, los
“hijos de Dios” en este versículo se refiere a todos los ángeles, que incluyen
ángeles tanto caídos y no caídos. Satanás está presente y el Señor inicia una
conversación con él: “Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes?” Respondiendo
Satanás a Jehová y dijo: ‘De recorrer la tierra y de andar por ella” (Job 1:7).
Esto es similar a lo que Pedro habla cuando dijo: “Vuestro adversario, el
diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro
5:8).
Dios,
dirige la atención de Satanás a Job: “Y dijo Jehová a Satanás: ¿No has
considerado a mi siervo Job? Porque no hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del “mal” (Job 1:8). Sabemos por
la respuesta de Satanás que estaba familiarizado con Job (Job 1:9…11). Él sabía
de la condición de Job y estaba consciente de lo que ocurría en la tierra.
Un
hecho similar se registra en Job 2: “Aconteció que otro día vinieron los hijos
de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos
presentándose delante de Jehová.” (Job 2:1). Al igual que en el capítulo uno,
Satanás pide permiso a Dios para infligirle desgracias a Job y poner a prueba
su confianza en Dios. Creo que estos capítulos expresan “momentos vivenciales
en el mundo de los espíritus.” Sin que sepa Job, una plática se da en el cielo
que le afecta directamente.
De
esta sección aprendemos algunas cosas del carácter de Satanás. Él es un
calumniador. El nombre de Satanás significa “calumniador.” Cuando Dios dice que
Job es un “hombre perfecto y recto,” Satanás calumnia el carácter de Job. Él le
dice a Dios que la única razón por la que Job le obedece es por lo mucho que
Dios le ha dado. También le dice a Dios que, si le permitiera llevar a la
calamidad a Job, Job le maldeciría (Job 1:11; 2:5).
Dios
permite a Satanás propiciar una gran calamidad sobre Job. Estas fueron el
resultado de las conversaciones de Dios con Satanás. Job, sin embargo, nunca
supo la razón de las pruebas. Al final del libro, cuando Dios le habla, no le
revela todos los detalles de lo que tuvo lugar en el cielo. Simplemente le
recuerda a Job que su deber es permanecer fiel.
Como
cristianos, aprendemos que no sabemos lo que está pasando en las cortes del
cielo. No sabemos lo que Satanás puede decirle a Dios sobre nosotros. No
sabemos lo que Dios puede permitir que nos suceda. Todo lo que podemos hacer es
confiar en Dios y ser fieles.
Satanás, el acusador;
Zacarías 3; este capítulo también describe una escena celestial: “Me mostró al
sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás
estaba a su mano derecha para acusarle.” (Zacarias 3:1). Satanás en este texto
se presenta como un acusador. En este caso, se acusa a Josué, el sumo
sacerdote. 1 Pedro 5:8 refiere a Satanás como un “adversario”. Este término
tiene el significado técnico de “un oponente en un traje de ley.” Apocalipsis
12:10 también llama a Satanás “el acusador de nuestros hermanos.” En el
tribunal del cielo, él se erige como nuestro oponente acusándonos.
Ante
las acusaciones de Satanás en contra del sumo sacerdote Josué, el Señor llega
en su defensa: “Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová
que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del
incendio?” (Zacarias 3:2). Y 3:3…5 revela que, en el momento de este incidente,
Josué estaba vestido con “ropas sucias”. El Señor, sin embargo, perdonó su
pecado y había limpiado sus vestiduras. Aunque Satanás acusa a Josué, el Señor
proveyó para Josué. Aquí aprendemos que las acusaciones de Satanás fracasan por
la justicia que Dios provee para su pueblo.
Satanás
es un enemigo vil, nos acusa ante Dios y nos tienta a pecar. Debemos recordar,
que a pesar de que Satanás nos tienta a pecar, no causa nuestro pecado.
Nosotros somos responsables por nuestro propio pecado. El viejo adagio, “el
diablo me hizo hacerlo”, no es correcto.
Pablo
llama las acciones de pecado que la gente comete “obras de la carne” (Gálatas
5:19). Jesús dijo, “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los
malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios” (Marcos
7:21). Pecamos por nuestra “carne” y “corazón”. No podemos culpar de nuestros
pecados al diablo. Él puede tentar, engañar y atraer a pecar, pero cuando
pecamos, es nuestra propia culpa. Y cuando volvemos a pecar, Satanás está listo
para presentarse ante Dios y decir, “¡Mira cuan siervo infiel te es ese!”
El
pecado tiene consecuencias graves y con frecuencia afecta a los más cercanos a
nosotros. Arruina nuestro testimonio de Cristo y lo peor, es contado por
Satanás en la corte del cielo. Se ha dicho que “el pecado secreto en la tierra
es escándalo abierto en el cielo.” Cuando pecamos en secreto podemos pensar que
estamos saliéndonos con la nuestra, pero en realidad Satanás está ahí
proclamándolo en cielo, frente a todos los ángeles que están delante del trono
de Dios. Él dice: “¡Miren lo que ha hecho!” Afortunadamente, tenemos un Sumo
Sacerdote en el cielo, Cristo Jesús, que intercede por nosotros a la diestra
del Padre. Alabado sea Dios que cuando pecamos, “abogado tenemos para con el
Padre, a Jesucristo el justo” que es “la propiciación por nuestros pecados” (1
Juan 2:1, 2).
Satanás, el padre de los
incrédulos: esto queda claro en Juan 8:41…44. En este
pasaje Jesús confrontó a los líderes religiosos judíos que se creían salvos,
simplemente porque ser descendientes físicos de Abraham. Jesús, sin embargo, demuestra
que no eran hijos de Abraham, porque no hacían las obras de Abraham. Ellos
estaban tratando de matar a Jesús y este en el versículo 44, les dice quién es el
padre de ellos: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”
Satanás
se caracteriza por el asesinato y la mentira. No hay verdad en él y los que son
sus hijos no quieren la verdad tampoco.
Mucha
gente va a la iglesia y dicen que creen en Dios, pero todavía pertenecen al
diablo. Pablo declaró que “el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Por
lo tanto, no es sorprendente si también sus ministros se disfrazan como
ministros de justicia” (2 Corintios 11:14…15). Si Satanás puede disfrazarse
como un ángel de luz, no debe sorprender que sus servidores también lo hagan.
Al hacer una copia los falsificadores, ellos tratan de hacer que se vea lo más
real posible al original. Por eso, es que entre mejor es la falsificación, con más
cuidado debe ser examinada. En el reino espiritual, el plan de Satanás es hacer
que sus propósitos parezcan a los propósitos de Dios. Si una persona no sabe
cómo detectar el engaño, caerá ante los trucos de Satanás.
Satanás
engaña a los incrédulos. Les hace creer que están “bien” y que están en camino
al cielo, cuando en realidad no lo están. El los ciega a las verdades del
Evangelio. Cuando el Evangelio es presentado a los que Satanás ha segado, no
son capaces de ver la verdad.
Satanás, el promotor de la
falsa adoración; puede sorprender a algunos saber que Satanás no
es anti-religión. De hecho, él está a favor de la religión. Excepto por el
cristianismo bíblico, Satanás es el fundador de todas las religiones del mundo.
Él sabe que, si puede apartar a la gente de adorar al Dios verdadero, él será el
que reciba la adoración. Eso es lo que él desea. Satanás, entonces, hace todo
lo posible para promover la adoración falsa. Vimos en Isaías 14 y Ezequiel 28
que Satanás quería ser como Dios, no es de extrañar, entonces, que quiere que
la gente le adore.
1
Corintios 10 nos dice acerca de la naturaleza de la adoración falsa y por qué
es peligrosa. Pablo se dirigía a los corintios, que vivían en una sociedad
saturada de idolatría pagana. La mayoría de las personas en la sociedad romana
de la época adoraban a los ídolos que ellos consideraban como dioses. Pablo les
muestra a quien realmente estaban adorando: “¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es
algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que
los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero
que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.” (1 Corintios 10:19…20).
Pablo
sabía que los ídolos no eran dioses reales. Eran solo imágenes talladas de
madera y piedra, nada más. Pero cuando la gente adoraba a los ídolos, estaban
realmente adorando a los demonios que estaban detrás de los ídolos.
Las
personas involucradas en estas actividades están realmente adorando a los
demonios. No es que los propios objetos se convierten en demonios, sino que la falsa
adoración en sí está motivada y dirigida por los demonios.
La mejor herramienta de
Satanás: la falsa enseñanza: 1 Timoteo 4:1 dice: “Pero el
Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la
fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.” La
falsa es muy grave. Según Pablo, los demonios están detrás de doctrinas que no
se alinean con la Palabra de Dios. Es uno de los grandes propósitos de Satanás
engañar a la gente y la mejor manera de hacerlo es promoviendo doctrina que no
está de acuerdo con la Escritura.
¿Cómo
promueven los demonios la falsa doctrina? Los demonios son en realidad muy
inteligentes en la manera de promover falsas doctrinas. Muy rara vez promueven
una doctrina que obviamente está mal, porque la mayoría que la gente no caería
en la trampa. Lo que mejor funciona es cuando los demonios con cuidado tejen
elementos de verdad con el error. De esta manera el error que promueven se
parece a la verdad y más gente lo aceptará.
Los
demonios saben sana teología, son capaces de utilizarla para sus fines
engañosos. En Marcos 1:24, un demonio gritó a Jesús: “Yo sé quién eres: ¡el
Santo de Dios!” En Hechos 16:17, un espíritu maligno siguiendo a Pablo dijo:
“Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de
salvación.” Estas son afirmaciones verdaderas. Santiago nos dice que los
demonios creen en Dios (Santiago 2:19).
Los
demonios, entonces, conocen la sana doctrina. Pero también son expertos en
tomar la verdad y mezclarla con error. Es esta mezcla de error y verdad la que se
vuelve peligrosa: “si alguien te diera un plato de tu sopa favorita y añadiese
una gota de veneno, la sopa se convertiría en un recipiente de veneno”; todo lo
que necesita es que esa gota con toda la sopa no se sienta, pero que, si te la
bebes que te mueres, te mueres. Lo mismo es con la doctrina. todo lo que se
necesita es un pequeño error para arruinar la verdad.
Satanás
sabe que los cristianos que no conocen la Palabra son susceptibles de mezclar
error con la verdad. Es por eso que “como niños recién nacidos”, los cristianos
deben “desear la leche pura de la palabra” para que podamos “crecer para
salvación” (1 Pedro 2:2).
Otra
táctica de Satanás es hacer que la gente deje la Palabra de Dios. El trata de
dirigir los cristianos fuera de un estudio serio de la Biblia; él les convence
de que la sana doctrina no es tan esencial para la vida cristiana. Como
resultado, la gente quiere buenas historias y mensajes de “agradables” desde el
púlpito. Este cambio de la sana doctrina ha tenido lugar en muchas iglesias.
Las Iglesias, en su conjunto, se han convertido en más y más débiles en el
conocimiento y la proclamación de la Palabra. Como resultado, la gente en las
iglesias se ha vuelto menos exigentes y más susceptible a las falsas
enseñanzas. Hoy en día, aquellos que toman en serio la doctrina y el estudio de
los detalles de la Palabra son vistos como “quisquillosos” y “faltos de amor.”
La gente empieza a pensar que luchar por cuestiones doctrinales es sólo una
lucha por nada.
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