Vivimos momentos en este mundo sumamente preocupantes, la
decadencia cultural parece ser el sello característico de la época.
Lo peor es que los buenos ejemplos pasan inadvertidos. Lo
correcto es sinónimo de aburrimiento, porque ahora la moda es las imágenes
estáticas o en movimiento de las redes sociales y los medios de documentación
de expresión amarillista que inundan nuestras sociedades y por ende los
aparatos tecnológicos por donde se difunden.
En la actualidad las buenas costumbren fastidian y máxime
si son escritos, fotos o videos de expresión cultural educativa, porque eso no
genera el morbo de estarlos viendo y viendo repetidamente, deteniendo las
escenas morbosas, provocativas y fuera de lo común.
Los falsos ídolos existen desde siempre y son toda una
tentación. En los relatos bíblicos, por ejemplo, están representados por el
becerro de oro. De aquellos tiempos al actual, las sociedades han evolucionado
e incorporado al uso público, todas esas evoluciones, sean el tipo que sea.
En estos tiempos podemos hablar de los falsos ídolos
modernos, que son de carne y hueso y pueden hacer entrarnos en un conflicto
interno con suma facilidad.
Aunque parezca una contradicción, son aquellos personajes
que más adora la gente, los que más brillan, los que hacen cosas fuera de lo
común. Pero, vale aclarar, destacan más por lo escandaloso que por lo
filantrópico. Con o sin talento, brillan por ser diferentes y por representar
el lado más oscuro de nuestras fantasías. Ahora incluso a la pornografía ya se
le esta llamando arte.
Es evidente que como humanos necesitamos adorar y aclamar a
alguien o algo, y estos falsos ídolos se aprovechan de nuestra condición. Puede
ser un músico, un político, un deportista, un actor, un modelo, o un
“influencer”, término muy de moda por estos días… Generan cada vez más morbo y
apetencia por ver hasta dónde llegan rompiendo límites y siendo hasta
perversos… Parece que lo bueno no es “cool”, aburre y es trillado.
Lo peor es que los buenos ejemplos pasan inadvertidos. Como
se dijo antes, lo correcto es sinónimo de aburrimiento, porque eso no genera el
morbo de estarlos viendo y viendo repetidamente, deteniendo las escenas más
provocativas y fuera de lo común.
Lo bueno no vende. Los medios de comunicación tienen
bastante que ver en esto y sacan partido de esa situación creando en personas
maléficas, falsos ídolos. Un interesante ejemplo es lo que sucedió en Nueva
Zelanda, donde por orden del primer ministro se decidió omitir el nombre del
responsable de la reciente matanza en Christchurch a dos mezquitas. La idea no
es invisibilizar el hecho sino su perpetrador, ya que lo último que se quiere
es que alguien con ansias de fama pretenda inmortalizarse repitiendo dichas
acciones.
¿Que si esperábamos estas cosas?
Si sabíamos de estos tiempos y si no recuerde: 1 Timoteo
4:1...2: “El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos
abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas.
Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia
encallecida”; como también podemos recordar 2 Timoteo 3:1…5: “Ahora bien, ten
en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará
llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables,
calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno,
traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios.
Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad.”
Es importante detectar una característica que hace especial
a los falsos ídolos: el afán de sorprender, teniendo para eso que transgredir
cada vez más límites, porque cada vez cuesta más ser diferente.
Otra es el amor desmedido por el lujo, el dinero y la fama
eterna, detrás de lo cual la mayoría esconde la tristeza de la soledad, la poca
relación familiar, los pocos amigos verdaderos, el hastío, la tristeza de pasar
de moda y la presión de sus excesos que lleva también al abuso de alcohol,
drogas y relaciones desechables.
Las consecuencias de rendirle culto a estos falsos ídolos
pueden ser, literalmente, letales.
Vemos cada día más muertes por hacerse los selfies más
diferentes, tristeza por no poder ser esos ídolos, inventos de retos virales
peligrosos y hasta estúpidos, baja autoestima, depresión, suicidios y
adicciones.
Para contrarrestar todo eso, hay un aspecto que es clave:
la familia. Solo sembrando el amor y valores auténticos, con un núcleo familiar
fuerte, se podrá evitar esa “devoción” hacia esos falsos ídolos modernos.
Basta con cosas sencillas, como disfrutar de la naturaleza,
de los atardeceres, las sobremesas interminables. Todo lo bello y lo sencillo
que llena el alma en un segundo. En esa lista no pueden faltar los grandes
abrazos a nuestros seres queridos, las mascotas inocentes que son felices con
poco. Aprendiendo que ser feliz no es transgrediendo, sino viviendo una
libertad ordenada y simple.
Ídolos no son aquellos que marcan moda y tendencias desde
las redes sociales con sus millones de seguidores.
No, definitivamente, NO.
Ídolos son aquellos que nos dan el ejemplo, como el señor
de ochenta y dos años que cuenta cuentos a niños de su comunidad o el
socorrista que arriesga la vida para salvar un niño… Sin ir más lejos, todo
aquel que se levanta temprano a trabajar de forma honrada o el que dedica parte
de su fortuna a ayudar a mejorar el mundo.
En fin, cada uno de nosotros cuando actuamos bien sin
creernos tontos por eso, entonces vemos que para los que creen en Cristo, ese
en un auténtico ídolo: dio su vida por nosotros sin pedir nada a cambio.
Todo lo que estamos viviendo nos señala que el día del Señor
y su venida están cerca, cada día más y más cerca. Y recordemos: Isaías
13:9…11: “¡Miren! ¡Ya viene el día del Señor —día cruel, de furor y ardiente
ira—; convertirá en desolación la tierra y exterminará de ella a los
pecadores! Las estrellas y las
constelaciones del cielo dejarán de irradiar su luz; se oscurecerá el sol al
salir y no brillará más la luna. Castigaré por su maldad al mundo, y por su
iniquidad a los malvados. Pondré fin a la soberbia de los arrogantes y
humillaré el orgullo de los violentos.”
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