Hay palabras a las que
nuestra sociedad ha vuelto sagradas, aunque sea a costa de vaciarlas de su
sentido originario y fundante. Una de
ellas es “tolerancia”. Hay que tolerarlo
todo menos la intolerancia, se suele repetir…
Y suele añadirse, porque cada uno tiene su verdad… Y todas son igual de respetables.
Qué es la Tolerancia: ...
La palabra proviene del latín tolerantĭa, que significa: cualidad de quien
puede aguantar, soportar o aceptar. La tolerancia es un valor moral que implica
el respeto íntegro hacia el otro, hacia sus ideas, prácticas o creencias,
independientemente de que choquen o sean diferentes de las nuestras.
En la época de Jesús
abundaban la intolerancia y el prejuicio. Por ejemplo, los judíos y los
samaritanos se odiaban (Juan 4:9). También se consideraba que las mujeres eran
inferiores a los hombres. Y, para colmo, los líderes religiosos judíos
despreciaban a la gente común (Juan 7:49). Sin embargo, Jesucristo era un
hombre completamente diferente. De hecho, sus enemigos lo criticaban diciendo:
“Este a los pecadores recibe, y con ellos come.” (Lucas 15:2). Jesús era amable,
paciente y tolerante; no juzgaba a la gente, sino que quería ayudarla a conocer
a Dios. Todo lo que hacía, lo hacía porque amaba a las personas (Juan 3:17;
13:34).
Jesús fue el mejor
ejemplo de alguien tolerante, pues no juzgaba a las personas, sino que las
ayudaba a acercarse a Dios
El amor es la clave para
ser más tolerantes, pues abre nuestra mente y corazón para aceptar a los demás
a pesar de sus imperfecciones y diferencias. Por eso la Biblia aconseja: “soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro”
(Colosenses 3:13).
“Y ante todo, tened entre
vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” (1 Pedro
4:8)
Pero… ¿Hay que tolerar
todo?
El amor “no se porta
indecentemente” (1 Corintios 13:5). Aunque Jesús fue ejemplar en cuanto a
demostrar tolerancia, nunca aprobó la conducta obscena, deshonesta, hipócrita
ni malvada. Todo lo contrario, la condenó abiertamente (Mateo 23:13). Por eso
pudo decir: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz...” (Juan
3:20).
Pablo escribió: “...Aborreced
lo malo, seguid lo bueno.” (Romanos 12:9). Y él vivió según esas palabras. Por
ejemplo, en una ocasión vio que ciertos cristianos de origen judío evitaban a
los cristianos que no eran de su raza. Aunque él mismo era judío, los corrigió
con cariño, pero con firmeza (Gálatas 2:11…14). Además, sabía que “Dios no es
parcial” y que no tolera el prejuicio entre sus siervos (Hechos 10:34).
Los cristianos nos
guiamos por las normas de la Biblia (Isaías 33:22). Por tanto, no toleramos la
maldad entre nosotros. Para que la congregación cristiana se mantenga limpia,
no debe dejarse influir por quienes no quieren obedecer a Dios.
·
¿Tolerará
Dios siempre la maldad?
El profeta Habacuc le
preguntó a Dios por qué toleraba la maldad: “¿Por qué me haces ver iniquidad, y
haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y
contienda se levantan.” (Habacuc 1:3). Para que el profeta no siguiera
angustiado, Dios le prometió que juzgaría a los malvados, y le aseguró: “...aunque
tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” (Habacuc 2:3).
·
La
tolerancia según el mundo
La filosofía que envuelve
al mundo hoy es el libertinaje. Tiene como principal objetivo despreciar los
mandamientos morales de Dios, siendo esta la fuente de donde la mayoría están bebiendo.
Este pensamiento sostiene
que el pecado no existe, que el hombre debe de actuar de acuerdo a la atracción
natural de sus placeres físicos y materiales, respetando los diferentes gustos,
tendencias, inclinaciones y moral de los demás sin criticarlas, condenarlas o denunciarlas,
conviviendo en un ambiente de comunión y tolerancia.
Si no estás de acuerdo
con lo que ves u oyes, pues te aguantas, lo sufres en silencio, lo soportas con
paciencia y te lo comes con resignación. La idea de la tolerancia es que se
respete y se permita cosas que van contra los mandamientos de Dios.
Este tipo de creencias
son las causantes del deterioro social actual que incita al robo, al soborno, a
los vicios y a la corrupción moral. Cuando un gobierno no respeta los
mandamientos de Dios no se debe esperar que la gente respete las leyes del país,
siendo el mismo gobierno el primero en no cumplirlas y corromperse; a igual
forma sucede en toda institución como la familia, el trabajo e incluso en la
iglesia. Los intentos por acabar con
toda clase de delincuencia serán inútiles si no se cambia la moralidad libertina,
por la moralidad de Dios.
·
La
tolerancia según Dios
Mateo 10:34…36: “No
penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz,
sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos
del hombre serán los de su casa.”
Jesús no vino a predicar
un evangelio fácil y sin conflictos.
Jesús no vino para estar
callado para respetar y tolerar lo que el mundo valora; sino todo lo contrario.
Jesús vino para desacreditar todo lo que el mundo respeta, tolera, valora y va
en contra de los preceptos divinos.
Jesús vino para denunciar
el pecado duramente y sin tapujos y eso crea un gran conflicto. Un conflicto
que se libra en batallas espirituales y se combaten con la oración y la fe, no
con tanques ni misiles, ni insultos ni desprecios, solo con la palabra de Dios
que es su espada. Un conflicto que te crea muchos más enemigos que amigos,
muchos mas insultos que sonrisas amables, mucho más desprecio que aprecio.
Jesús se reunió con gente
pecadora con el motivo de predicarles el evangelio para que se arrepintieran y
se convirtieran.
Con los incrédulos se
puede y se debe tener un trato cortes, de respeto y de misericordia, como
personas que son, pero no necesariamente a sus creencias, opiniones y valores.
Por ser intolerante a Jesús lo mataron en una cruz, por ser intolerante a Juan
el Bautista lo decapitaron.
Toleramos lo que
consideramos un mal menor en nombre de un bien mayor que es la dignidad de la
persona. Y ese es, a su vez, el límite de toda tolerancia: puedo aceptar tu
opinión -o incluso manifiesto error- siempre que de éstos no se derive un
atentado para la dignidad humana, propia o ajena.
La tolerancia, por tanto,
no tiene que ver con el pensamiento débil o líquido… Sino con la seguridad y fortaleza que surgen
del Amor por la Verdad y la Dignidad Humana, que permite superar los miedos e
inseguridades propias de quien necesita tener razón porque se siente
interiormente a la deriva, ansioso de amarres que impidan que se vaya a pique.
Toleremos por Amor, no
por indiferencia u obligación. Puede
parecer lo mismo, pero, os lo aseguro, ni es igual ni se vive del mismo modo.
La amistad con Dios es
infinitamente más importante que la amistad con el mundo.
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