¿Es
licito cobrar intereses por préstamos otorgados?
¿Qué
dice la Palabra de Dios?
¿Puede
un cristiano tener o usar este tipo de negocio?
Por
tratarse de un tema muy sensible, iniciaremos por definir algunos términos.
El
préstamo es una operación mediante la cual una entidad financiera, banco u otra
entidad financiera, puede ser una persona, pone a disposición de una persona o
institución, una cantidad determinada de dinero mediante un contrato.
Quien
entrega el dinero se denomina prestamista; mientras que el que recibe el dinero
se llama prestatario y por lo general, este préstamo está acompañado de un
plazo, de comisiones y/o intereses.
Se
llama interés del préstamo al cargo que se le cobra al prestatario por utilizar
el dinero o capital de otra persona o entidad. Pagando dicho interés a
intervalos convenidos y que se expresa comúnmente como un porcentaje anual del
capital no pagado.
Y
se llama comisión a los cargos que se añaden por aquellos tramites que generan
un gasto adicional.
El
préstamo puede ser hipotecario, prendario o personal.
Es
hipotecario cuando el prestatario pone en garantía uno o varios inmuebles, con
esta garantía el prestamista garantiza que su dinero será recuperado en el caso
de que el deudor no pueda pagar.
Es
prendario, cuando el prestatario o deudor recibe el préstamo poniendo una
prenda (vehículo, joyas o cualquier otro bien) como garantía.
El
préstamo es personal, cuando la entidad no suele contar con una garantía
especial para el recobro de lo prestado. A veces se incluye a un fiador en la
misma condición.
Contestando
la pregunta ¿Es licito cobrar intereses por préstamos otorgados? Generada por sobre
si es pecado recibir intereses por préstamos otorgados, apuntamos lo siguiente:
La
Palabra de Dios Habla y hace referencia a la usura. Ahora bien: ¿Qué es la
usura? Se llama de esa manera, al interés desmedido o ganancia excesiva que se
percibe por un préstamo. ¿Cómo determinamos el exceso en préstamo, que lo
tipifique de usura? El exceso se determina de conformidad con dos variables
generalmente reconocidas en toda sociedad:
Ø La
tasa de interés legal establecida por el banco central.
Ø La
tasa de interés regular, establecida en las entidades informales.
La
tasa de interés legal rige para los bancos e instituciones oficiales es la
medida para determinar la tasa de interés máxima en los bancos comerciales. También,
hay una tasa de interés en las financieras o negocios de préstamos, que es más alta
que la de los bancos comerciales, por la razón de la rapidez con que otorgan el
dinero solicitado. Pero también existen los prestamistas informales, los cuales
tienen un interés muchos más alto y algunos sus intereses son tan grandes que
se les llama usureros.
La
Biblia nos habla constantemente en contra de la usura:
Éxodo
22:25 “Si uno de ustedes presta dinero a algún necesitado de mi
pueblo, no deberá tratarlo como los prestamistas ni le cobrará intereses”
Levíticos
25:35…37 “Si alguno de tus compatriotas se empobrece y no tiene
cómo sostenerse, ayúdale como lo harías con el extranjero o con el residente
transitorio; así podrá seguir viviendo entre ustedes. No le exigirás interés
cuando le prestes dinero o víveres, sino que temerás a tu Dios; así tu
compatriota podrá seguir viviendo entre ustedes. Tampoco le prestarás dinero
con intereses ni le impondrás recargo a los víveres que le fíes”
Salmo
15:1,5 “1 ¿Quién, Señor ¿Puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu
santo monte? --- 5 que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobornos
que afecten al inocente”
Proverbios
28:8
“El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece
de los pobres”
Ezequiel
18:12…13 “oprima al pobre y al indigente, robe y no devuelva la
prenda al deudor, y eleve plegarias a los ídolos e incurra en actos
repugnantes; que, además, preste dinero con usura y exija intereses. ¿Tal hijo
merece vivir? ¡Claro que no! Por haber incurrido en estos actos asquerosos, será
condenado a muerte, y de su muerte solo él será responsable”
La
biblia habla de los bancos, pero la referencia que hace de ellos no es condenatoria:
Mateo 25:27 “Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi
regreso lo hubiera recibido con intereses” Mateo 25:22 “Llegó también el que
recibió dos mil monedas. Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas.
Mire, he ganado otras dos mil”). No solo hace mención de los bancos, sino
también de los intereses; otorgándole normalidad a este tipo de negocio.
Con
lo anterior deducimos que el negocio de los bancos o financieras, de por si no
es pecado y lo que a Dios le desagrada es lo siguiente:
- Intereses
desmedidos. Por encima de lo normal, que provoque dificultad para pagar.
- Abusos
a la hora de cobrar, si el mismo es hipotecario o prendario.
Algunos
cuestionan el cargo de cualquier interés sobre préstamos, pero muchas veces en
la Biblia leemos que es de esperarse el recibir una tarifa justa de interés
sobre el dinero prestado (Proverbios 28:8, Mateo 25:27); esto es así porque por
ser un negocio legal, tienen que cargar intereses; a razón de que hay varios
gastos que estas deben incurrir, como: los costos de operaciones del negocio,
el pago de impuestos derivados del negocio, el riesgo de inversión de ese
capital y lo que dejaría de percibir el prestatario prestando ese dinero.
Ahora
bien, el interés que recibe debe ser justo, suficiente para cubrir sus costos y
para ganancia honestas del negocio; sin embargo, hay quienes cobran más de lo
justo y vienen a usura. Se dice que el interés justo de una financiera o
negocio de préstamos es de aproximadamente 4:5 o 5 % mensual. Con un gasto de
cierre de 3% para gastos legales. Toda suma que ascienda a esos porcentajes, entra
en la categoría de usura.
Por
ejemplo, los prestamistas, no pagan impuestos, tienen muy bajo costo de
operaciones, pero llegan a cobrar hasta 10% semanal. Ciertamente, estos
sobrepasan la usura; a pesar de que tienen mayor riesgo, por ser prestamos
informales; no obstante, perciben cerca de un 40% mensual o sea 480 % anual. Lo
cual es excesivamente abusivo y aplastante.
En
el antiguo Israel, la ley prohibía cargar intereses en una categoría de
préstamos, aquellos hechos a los pobres según Levítico 25:35…38. Esta ley tenía
muchas implicaciones sociales, financieras y espirituales, pero hay dos en
especial que vale la pena mencionar:
Primero, esta
ley ayudaba genuinamente a los pobres al no empeorar su situación. Era ya
bastante malo el haber caído en la pobreza y si adicionalmente al pago del
préstamo, una persona pobre tenía que ser aplastada por el pago de intereses,
la obligación resultaría más perjudicial que benéfica.
De
conformidad a lo que hemos estudiado, un cristiano puede tener un banco o
negocio de préstamos (financiera), siempre que éste sea justo con los intereses
que percibe de los préstamos que otorga; pues es su trabajo y/o sustento
personal. Por supuesto que debe ser una persona de fe y de búsqueda espiritual
para no verse tentado a mentir, ni a querer ganar más dinero de lo que debe,
que muchas veces implica despojar a alguien de lo único que tiene.
Segundo, el cristiano
prestamista (que hace prestamos informales) que reciba un interés por encima de
un 5% mensual está en falta delante de Dios, pues está practicando la usura.
Por
otro lado, y en cuanto al cristiano que solicita los préstamos, la sabiduría de
la Biblia nos enseña que por lo general no es buena idea endeudarse. Las deudas
nos hacen esencialmente esclavos de aquel a quien debemos. Al mismo tiempo, en
algunas situaciones, el endeudarse es un “mal necesario”. En tanto que el dinero
sea manejado de una manera sabia y los pagos de la deuda sean manejables, un
cristiano puede tener la carga de una deuda financiera si resulta necesario.
Puede
endeudarse, pero con cuidado y planificación. También recomendamos orar
eficazmente delante de Dios para que lo dirija en ese préstamo.
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