Existen
un numero grande de personas que no les gusta ir al médico por temor a escuchar
malas noticias acerca de su salud, tienen miedo porque piensan que
probablemente recibirán un diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, no hay
otra manera de saber si hay algo malo en nuestro cuerpo, necesitamos saberlo y
para eso necesitamos el diagnóstico y las palabras del doctor para poder tratar
cualquier enfermedad y curarla.
Necesito
esas palabras que pueden resultar duras del médico diciéndonos la clase de
enfermedad que tenemos y el tratamiento a seguir. Después de recibimos una
receta, con ella, debemos comprar los medicamentos y seguir las instrucciones
para poder encontrar la sanidad.
Un
buen médico no va a ocultar la realidad de nuestra condición o guardar silencio
solo porque no quiera herirnos con esas palabras duras que necesita escuchar.
Un
buen doctor no le oculta a su paciente si encontró algún tipo de cáncer en su
cuerpo. Se lo dirá y luego le dará las instrucciones del tratamiento a seguir
para que pueda ser curado de esa grave enfermedad. Le dirá qué medicamentos se
le aplicarán, si será necesario un procedimiento de quimioterapia o una posible
operación. Todo eso es doloroso, pero todo es necesario.
Lo
anterior es un ejemplo de los muchos existentes en torno de esta realidad que lamentablemente,
es un problema generalizado. Le huimos a las palabras que son duras pero que
son necesarias. A veces, tenemos miedo de ser confrontados. Cuando escuchamos
palabras así, nos ofendemos.
No
podemos negar esta gran realidad: La verdad duele y ofende. Ofende porque
nuestra naturaleza es la mentira.
El
orgullo en una vida poco o nada afectada por el evangelio es la pared contra la
verdad que tanto necesitamos. El orgullo no cede ante la verdad porque ceder
significa humillación y abandono de la mentira. Es común que nuestra reacción
ante la verdad sea de enojo. Es común que cuando alguien nos habla la verdad nuestra
primera reacción sea ofendernos.
¿Es
esto nuevo? No, la verdad es que es parte de la naturaleza pecaminosa del ser
humano. Algo así ocurrió muchas veces en los tiempos de Jesús.
La
Biblia registra un suceso donde Jesús ofendió a muchos de sus propios
discípulos. El hombre más amoroso que ha existido sobre la faz de la tierra
ofendió a un buen grupo de personas. Y es que el amor no precisamente implica
palabras suaves y tiernas.
Veamos lo que Juan nos narra
en Juan 6.60–68 RV: ¨Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta
palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos
murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo
del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne
para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el
principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo:
Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del
Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban
con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna¨
Jesús
estaba enseñando en la sinagoga de la ciudad de Cafarnaúm. La audiencia de
Jesús estaba compuesta por: No creyentes, sus discípulos o seguidores (miles de
ellos) y sus apóstoles. Había estado enseñando sobre que Él es El pan de vida.
Cuando aquí se les llama discípulos a las personas, no significa que todos son
verdaderos seguidores de Jesús. Había muchos seguidores de Cristo que lo
seguían por: Sus señales y milagros, por la curación de enfermedades, por la
comida que les dio y por la esperanza que tenían de que los liberara de los
romanos.
Muchos
de ellos aún no habían decidido abandonarlo y lo seguían por todos lados. Pero,
eso estaba a punto de cambiar. Jesús les enseñó que seguirlo significa más que
solamente beneficiarse de su amor y su poder, que seguirlo significa un
compromiso completo con Él: “… muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta
palabra; ¿quién puede escucharla?” (v. 60)
Dura
quiere decir literalmente “áspera”, “marchita” o “fuerte”. Es como describir
algo severo, desagradable o difícil de aceptar.
“¿quién
puede escucharla?” Esto no significa que la palabra de Jesús no sea clara, sino
inaceptable. Ellos rechazaron sus palabras, no porque no las comprendieran,
sino porque eran ofensivas.
Hay
tres tipos de cristianos con tres tipos de respuestas: A) Los que rechazan
abiertamente a Cristo. B) Los que responden con fe pasajera o superficial. C) Los
que responden con fe verdadera.
En
estos versículos existen seis cosas importantes a considerar: Las palabras, la
ofensa, la murmuración, el abandono o deserción, la confrontación y la
respuesta esperada.
·
La Ofensa
Si
Jesús ofendió a muchas personas con sus palabras, no sé cómo yo puedo evitar no
hacerlo, no soy ni seré jamás mejor que Jesús. Hoy seguramente ofenderé a
muchos. Hay dos cosas que no puedo evitar: Decir palabras duras y ofender con
estas palabras.
Hay
dos cosas que deseo que no ocurran después de este mensaje: La murmuración, el
abandono o deserción o ambas cosas.
Hay
una cosa necesaria para todos nosotros: La confrontación.
Y,
hay una cosa esperada: La respuesta de los verdaderos seguidores.
·
Las Palabras Duras
Hay
iglesias locales con algunos síntomas de enfermedad. Síntoma significa: medicamente
u fenómeno que revela la existencia de una enfermedad o puede significar una
señal, indicio de una cosa que está sucediendo o va a suceder.
La
enfermedad que existe en la iglesia es a causa del pecado. Una iglesia enferma,
no es necesariamente una iglesia con falsa enseñanza. Una iglesia enferma puede
tener la enseñanza más bíblica del mundo. Pero, si las personas son indiferentes
a la enseñanza y la predicación de la Palabra de Dios y no viven lo que
escuchan, la iglesia está enferma.
Hay
alteraciones en el Cuerpo y si no veamos:
·
¿Cómo podemos decir que somos discípulos de
Cristo si no amamos todo lo que está relacionado con Él?
·
¿A caso no se espera que un discípulo ame a su
maestro y le siga a donde quiera que va?
·
¿A caso no se espera que un esclavo por amor
obedezca a su amo?
·
¿A caso no se espera que un hijo honre a quien
es su padre?
·
¿A caso no se espera que un súbdito obedezca en
todo a su rey?
·
¿A caso no se espera que un pecador que no
merece salvación, sea salvo por pura gracia y ahora ame y adore a su Salvador?
Jesús
es el evangelio. Jesús el todo de la vida cristiana.
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