Iglesia: Teoría Versus Practica Cristiana Parte 2 de 2 Por Saul Guevara


1.    En segundo lugar, seguir a Jesús nos lleva a vivir en humildad.

Vivir en humildad tiene que ver con un estilo de vida cristiano humilde. Sin pretender tenerlo todo o tener mucho para poder ayudar a alguien, y digo esto porque ya he escuchado de personas que esperan que Dios las bendiga (económicamente) para poder compartir con sus bendiciones y aunque creo que sea sensato ese pensamiento también nos aleja del principio fundamental de ayudar al necesitado.

La Biblia dice, "Señor, no me des tanto que me olvide de ti, ni me des tan poco que reniegue de tu existencia". Creo que Dios nos da en la justa medida.

No se necesita ser multimillonario para regalar un vaso de agua a alguien que tiene sed, aunque nunca antes en la vida hayamos visto a este alguien.

Vivir en humildad nos llevará a entender las necesidades que existen en la vida cotidiana, vivir humildemente nos hará tener un corazón sensible y compasivo para con el prójimo.

Cuando dejamos de vivir en humildad y empezamos a perseguir un estatus para poder ser aceptado por algún grupo de personas, empezamos a codearnos con personas que probablemente no tengan ninguna necesidad material y esto también nos roba la bendición de poder ejercer nuestra función como cristianos ayudando a las personas necesitadas.

Aquí hay cuatro puntos bíblicos que todo cristiano debe saber acerca de la humildad.

a)    La humildad significa subordinarse, pero no arrastrarse

La humildad y el subordinarse van de la mano. La palabra de Dios dice que nosotros como cristianos debemos subordinarnos bajo los unos a los otros en humildad. “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.” 1. Pedro 5:5.

Ser sumisos y humildes no significa, de ninguna manera que debemos ceder ante otras personas. Pablo fue muy claro cuando dijo que debemos servir a Dios y sólo a Dios. “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.” 1 Corintios 7:23. Él escribe también: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” Gálatas1:10.

b)    La humildad no significa que somos gente silenciosa o pasiva

“Vuestro atavío no sea el externo… sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” 1 Pedro 3:3…4. Dios quiere que los cristianos tengan un espíritu afable y apacible. Es de suma importancia que seamos humildes y tranquilos en nuestro hombre interior, de modo que podamos escuchar el Espíritu de Dios que habla a nuestro corazón a través del día.

c)    La humildad significa que usamos nuestros talentos y habilidades


“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3. Tener una mentalidad humilde es pensar con prudencia de uno mismo. Esto significa que no nos jactamos de nuestras habilidades y capacidades. También reconocemos que nuestra competencia proviene de Dios en todas las cosas. (2 Corintios 3:5)

Esto no quiere decir que debemos ignorar los dones y el llamamiento celestial que Dios nos ha dado. Dios lo que quiere, es que nos pueda usar para su gloria y para su propósito, y cada uno de nosotros debe estar consciente de esto. La humildad es usar nuestros talentos y habilidades bajo la dirección y la guía de Dios.

d)    La humildad es la clave para el progreso

“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros… Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” Santiago 4:6…8,10. Dios trabaja de acuerdo a leyes. Es una ley natural que, si nos humillamos bajo la poderosa mano de Dios, y sometemos nuestra propia voluntad y honor, entonces él nos dará la gracia que necesitamos para vivir una vida cristiana en verdad y nos exaltará a su debido tiempo.

Ser humilde es tener la misma forma de pensar de Jesucristo. El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa ha que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:6…8.

2.    Y, en tercer lugar, seguir a Jesús nos lleva a vivir en comunidad.

Vivir en comunidad tiene que ver con un estilo de vida cristiano comunitario. Estilo de vida que es manifestado en la iglesia primitiva.

Yo creo que la mejor manera de conocer las necesidades de los demás y entender la dimensión y la complejidad de sus problemas es conviviendo. Convivir diariamente con alguien nos lleva consecuentemente a fomentar cierta confianza, a tal grado que es casi inevitable no darse cuenta de las situaciones difíciles que nuestros amigos pasan o que ellos mismos se sientan en la confianza de expresarlo abiertamente y pedir ayuda.

Para concluir:

Seguir a Jesús según la Biblia, no es posible sin las relaciones interpersonales con los demás. En este punto quiero expresar mi total indiferencia con las mega iglesias, ahí donde nadie se conoce y se pierde el interés de convivir como hermanos en Cristo, con esto no digo que ahí no esté Dios o que no sean cristianos de manera genuina, no quiero que se me mal entienda. Yo no soy quién para emitir un juicio de este tipo, pero sí puedo decir que ahí se pierde la convivencia espontánea y natural que caracterizó a los primeros cristianos del primer siglo.
                                                                                                              
Todo esto no es un nuevo evangelio es simplemente volver a la expresión sencilla de iglesia, es un cristianismo que va de lo teórico a lo práctico. Quiero hacer un llamado a la acción a los que leen este artículo; practiquemos las buenas obras con el prójimo, con el vecino, con los demás pasajeros de transporte colectivo, con sus compañeros de trabajo y que su vida evidencie un cristianismo práctico a tal punto que su testimonio sea más evangelizador que su discurso.


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