Isaías
61:3 “a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de
ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu
angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para
gloria suya.”
Siento
la necesidad de seguir escribiendo a los cristianos en estos momentos de
angustia mundial, el mundo tiembla de miedo, en muchos lugares ya no se
alcanzan a cremar los muertos, a enterrarlos… entonces ¿Por qué un manto de
alegría en lugar del espíritu angustiado?
Creas
o no, cuando te pones el manto de alegría también la palabra te manda a que
cantes alabanza y ese espíritu de angustia tiene que irse.
En
momentos como vivimos en casi doscientos países del mundo actualmente, casi
seguro no tendrás ganas de hacerlo; no tendrás ganas de tener una buena
actitud; no tendrás ganas de estar agradecido. Por eso Dios dice que ofrezcamos
sacrificio de alabanza. Dios sabía que no siempre sería fácil.
Tendrás
que mantenerte firme y decir: “Dios, no tengo ganas de hacer esto. No parece
que vaya a funcionar. Estoy cansado, me siento solo y desalentado. Pero Dios,
sé que tú sigues estando en el trono. Sé que tú eres bueno, sé que lo eres todo
el tiempo y por eso escojo darte alabanza. Escojo darte gracias de todos
modos”.
Cuando
ofreces sacrificio de alabanza, comienzan a suceder cosas sobrenaturales. La
Escritura cuenta la historia de Pablo y su compañero Silas. Ellos estaban
encarcelados por compartir su fe y habían sido injustamente golpeados ese mismo
día. ¿Qué estaban haciendo en la medianoche en su celda de la cárcel? ¿Se
quejaban? ¿Sentían lástima de sí mismos? ¿Decían: Dios, no es justo?” …
…No,
ellos estaban cantando alabanzas y dando gracias a Dios. Posiblemente decían:
“Dios, sabemos que tú eres mayor que nuestros problemas. Sabemos que sigues
teniendo el control. Tú puedes sacarnos de aquí” …. Y en efecto, a la
medianoche hubo un gran terremoto y las puertas de la cárcel se abrieron. Las
cadenas cayeron, Pablo y Silas salieron de allí como hombres libres.
¿Qué
dio comienzo a todo? Que ellos se vistieron con el manto de alabanza.
Pero
¿cómo ponernos a cantar alabanzas cuando el nos damos cuenta lo insignificantes
que somos los seres humanos, cuando una pandemia nos ha recluido a nuestras
cuevas modernas que llamamos casas, cuando los caminos están desiertos y los
animales del campo han entrado a muchas ciudades? ¿Cómo?
Cuando
daba mis primeros pasos en el evangelio hubo una alabanza que me impresiono,
con el correr de los años la guardo en mi corazón, la tarareo, la canto y se
que muchos, la gran mayoría de una u otra denominación, la conocemos y más de
alguna ocasión la hemos entonado.
No
es nueva, por lo tanto, no es música moderna, pero si se que inmortal, que es
mundial, de su historia se sabe que existió un Reverendo Carl Boberg de
Monsteras, Suecia, tenía veinticinco años cuando la escribió como poema. La
motivación para el mismo surgió cuando Boberg caminaba hacia su casa desde la
iglesia cerca de Kronobäck, al mismo tiempo que escuchaba las campanas de esa
misma iglesia. Entonces una imprevista, pero furiosa tormenta atrapó su
atención y luego tan súbitamente como hizo su aparición; sobrevino una pacífica
calma que Boberg pudo observar desde arriba de la bahía Mönsterås. Desde el
bosque del otro lado de la bahía se comenzó a percibir el canto de los pájaros
junto al lejano sonido de las campanas. Fue esta serie de vistas, sonidos y experiencias
que le inspiraron la escritura de la canción.
El
poema fue combinado con una antigua melodía del folclore sueco y cantado en
público en la primera ocasión que se conozca, en una iglesia en la provincia
sueca de Värmland, en 1888.
A
la fecha, en sus 134 años de existencia, Cuán Grande Es Él se ha
convertido en uno de los himnos cristianos más cantados y populares de todos
los tiempos, siendo también una de las canciones que cuenta con traducciones a
cientos de lenguas y dialectos dentro de la música cristiana.
Si
bien el poema original en idioma sueco fue escrito más de 50 años atrás, la
versión que lo convirtió en popular fue la inglesa de 1949 traducida por el
misionero Stuart Hine. La fama del himno en ese idioma progresó asombrosamente
cuando fue cantado en las reuniones de evangelización del predicador Billy
Graham, de mediados de la década del 50. En castellano, fue conocido más
popularmente en el ámbito cristiano en los años 60, después de la traducción
del pastor argentino Arturo Hotton realizada en 1958.
En
la década de los 60 comenzó a ser cantado en muchas iglesias evangélicas del
mundo de habla hispana. Tiempo después, en los años 70 su fama se acrecentaría
llegando a ser el himno más famoso de los himnarios, siendo entonado por
numerosas congregaciones, coros y solistas. Décadas más tarde, su atractivo aún
no ha disminuido. Siendo que puede ser considerado un himno “moderno” en
español dado que surgió a finales de los 50, luego de su traducción;
prontamente superó en difusión a los himnos más antiguos. No hay duda alguna
que hoy en día es la canción evangélica más popular en lengua española. Y
podría ser merecidamente reconocido como el himno emblemático actual de la
iglesia protestante/evangélica mundial.
Bueno
es que poniéndonos el manto de alegría y en un sacrificio de alabanza, volvamos
a Dios nuestra vista y corazón para entonar esta canción:
Señor mi Dios
Al
contemplar los cielos
El
firmamento y las estrellas mil
Al oír
tu voz en los potentes truenos
Y ver
brillar el Sol en su cenit
Coro:
Mi corazón
entona la canción.
¡Cuán
grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Mi
corazón entona la canción.
¡Cuán
grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Al
recorrer los montes y los valles
Y ver
las bellas flores al pasar.
Al
escuchar el canto de las aves
Y el
murmurar del claro manantial.
Coro
Cuando
recuerdo del amor divino,
Que
desde el cielo al Salvador envió.
Aquel
Jesús que por salvarme vino,
Y en
una cruz sufrió y por mi murió.
Coro
Cuando
el Señor me llame a su presencia,
Al
dulce hogar, al reino de esplendor.
Le
adoraré, cantando la grandeza
De su
poder y su infinito amor.
Coro
Y
diciéndole así a la creación entera, no paremos de decirle… ¡Cuán grande es
Él!
MAR 30 DE 2020
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