“Y
dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto
delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus
estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti;
porque yo soy Jehová tu sanador” Éxodo 15:26 RV
“Él
es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias” Salmos
103:3 RV
Las
Escrituras enseñan que Dios no fue el autor del mal en el mundo, sino que éste
surgió como consecuencia del orgullo, la soberbia y la desobediencia humana. Es
lo que en la Biblia se llama pecado y que tuvo consecuencias distorsionadoras
para toda la creación. De manera que los virus peligrosos como el COVID-19 y
todo aquello que produce sufrimiento, dolor y muerte, no son más que la
consecuencia de nuestro propio pecado.
Fuimos
creados en libertad, pero no supimos elegir bien y nos inclinamos por el mal,
abriendo así la caja de Pandora de dolencias tan graves como la de este virus.
Ante
esta triste realidad en la que nos encontramos hoy, tenemos que ser humildes y
responsables para adoptar aquellas medidas necesarias para mantener la salud de
la mayor parte de la población mundial.
El
pánico, la histeria colectiva, el acopio innecesario de provisiones, la
ansiedad, el egoísmo, la creación de hipótesis conspiratorias, etc., no mejoran
la situación. Más bien la empeoran. Los cristianos debemos seguir confiando en
el Creador del universo, que es también el de todos los virus, moléculas y
átomos que hay en el mismo.
Tenemos
que ser sabios, pacientes y no perder la esperanza en su inmenso amor hacia el
ser humano. Nuestra vida no depende de ningún virus maligno sino únicamente de
Dios. Tal como escribió el profeta Isaías: "No digan ustedes que es
conspiración todo lo que llama conspiración esta gente; no teman lo que ellos
temen, ni se dejen asustar. Solo al Señor Todopoderoso tendrán ustedes por
santo, solo a él deben honrarlo, solo a él han de temerlo" Isaías
8:12...13 NVI.
Al
asumir la responsabilidad personal, lo hacemos no sólo por obligación, sino por
consideración hacia los demás. Nuestro deber de autocuidado e higiene personal
se basa en los principios y la práctica de la solidaridad, la compasión y el
bien para todos.
Tanto
si es voluntario como si se impone, el confinamiento en el espacio personal y
la reducción de la interacción social y física con los demás pueden
desencadenar sentimientos psicológicos negativos, como el aburrimiento, el
aislamiento y la frustración. Como antídoto contra el estrés y la angustia
resultantes, esta pandemia mundial invita a la práctica de la solidaridad y a
una conexión más profunda.
No
podemos ver la solidaridad como un sentimiento de vaga compasión o una angustia
superficial ante las desgracias de tantas personas, tanto de cerca como de
lejos. Al contrario, es una determinación firme y perseverante de comprometerse
con el bien de todos y de cada individuo, porque en pocos momentos el mundo a
vivido tiempo como este, en el que todos somos realmente responsables de todos.
Puede
que no nos gocemos en participar como habitualmente lo hacemos de nuestras
actividades diarias y nos centremos en mantenernos seguros, pero ayuda a
mantener la vista en los cuidados que nos debemos unos a otros, especialmente a
los ancianos que son más vulnerables a COVID-19. La solidaridad nos invita a
caminar con ellos y con los demás en la compasión y el amor. Fuera del contacto
físico, los medios sociales nos permiten múltiples formas de conectarnos
significativamente a través del teléfono o Internet.
De
estos medios de comunicación social debemos ser celosos de difundir, replicar,
todo lo que proviene de una fuente seria y reconocida socialmente como una
institución formal, respetuosa, estudiosa y veraz. No sea un irresponsable más
que replica todo lo que publican, estos son tiempos en donde muchos, aun
cristianos de la denominación que sea, caen victimas de Satanás y replican pánico,
desinformación… en pocas palabras miedos y conceptos de muerte.
Además,
la responsabilidad personal y el cuidado de sí mismo no niegan el imperativo de
la compasión. En su práctica básica, la compasión es nuestra capacidad, como
discípulos de Jesús, de vivir la palabra como una experiencia compartida. La
compasión significa sufrir y sentir lo que el prójimo vive, no permanecer
indiferente ante el dolor y el sufrimiento de los demás. A medida que las tasas
de infección y muerte de COVID-19 se disparan, nuestra compasión es puesta a
prueba y convocada al frente. Este es un momento para la pasión y la compasión
global.
La
compasión no está en función de si todo está bien o no con mi persona; se trata
de lo que le está pasando al mundo y a los demás. En momentos como éste, la
compasión es una llamada a ser afectado y a resistir la tentación de la
indiferencia.
Saber
que estamos todos juntos en esto y que nuestras acciones, por muy privadas y
aisladas que sean, pueden beneficiar a otros, puede mitigar la angustia
generalizada causada por el coronavirus. Al Tomar acciones como no salir de
casa y hacernos seguros, también ayudamos a mantener a otros seguros, iniciando
con nuestro grupo familiar que nos rodeamos. Como dice otro proverbio,
"Cuando una mano lava la otra, ambas manos están limpias". Tomamos
medidas preventivas no sólo porque estamos obligados a hacerlo, sino también
porque nos preocupamos por la seguridad y el bienestar de los demás.
Escribiendo
a la comunidad cristiana de Corinto, Pablo les recordó la simple lógica de la
solidaridad y la compasión: "Si uno de los miembros sufre, los demás
comparten su sufrimiento; y, si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran
con él." 1 Corintios 12:26 RV
No
hay mejor momento para practicar esta lección que en este momento en que el
mundo se tambalea por los estragos de la pandemia del coronavirus. La
responsabilidad individual sirve al bien mayor. Además de nuestro deber de orar
por todos los infectados y afectados, así como por el personal sanitario, personal
de transporte público, recolectores de basura, etc.
COVID-19
nos enfrenta a una simple pregunta que exige una respuesta honesta: ¿Dónde está
tu hermana? ¿Dónde está tu hermano?
AHORA
ES CUANDO HAY QUE DEMOSTRAR SER CRISTIANOS
S.A.G.
15 ABR 2020
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