Cristiano A Todos Preocupa El Después Por Saúl Guevara


Nadie sabe, cómo ni cuándo terminarán los efectos de esta terrible pandemia. Solo Dios. Lo que si sabemos es que hay un antes y un después, que nada será igual.

 

Isaías 43:19 RV "He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad"  

 

Históricamente, las pandemias, como las guerras, como también un terremoto, un tsunami, un huracán, modificaron la forma de vida de las sociedades; preocupa la recuperación, la vuelta a la normalidad. Dolor, muerte, desolación, acaban desbaratando el modo de vida que antes se llevaba.

 

En estos días, hemos experimentado la debilidad del mundo moderno, hemos descubierto que vivimos en un mundo gigante con pies de barro, hasta hoy considerado poderoso e indestructible. Hoy muchos temen que después de esta, no se volverá atrás, a la normalidad.

 

Los médicos, enfermeros y todo el personal sanitario en general, están valientemente trabajando sin horarios y con el peligro de contagiarse. En muchas comunidades, hacia el fin del día, la gente que está en cuarentena, en sus casas, hace un "aplauso" para ellos. Qué linda actitud de agradecimiento a aquellos que están arriesgando la vida por los otros, verdaderos héroes dentro de la pandemia. Pero, lamentablemente, ya han fallecido muchos de ellos, el mortal virus los tomó desprevenidos.

 

La virulencia es violenta, se vive la incógnita de cuánto durará esta peste. Delicada situación que pone ante la alternativa de salvar vidas y al mismo tiempo evitar el colapso de la economía.

 

La sonada y vivida globalización ha sido entorpecida por el virus: fronteras terrestres, marítimas y aéreas cerradas, se acabó la comunicación entre naciones. Todo el mundo en casa, ni con los vecinos puede globalizar, a no ser, por medios digitales. Todo llegó de improviso, derrumbando la normalidad que vivíamos.

 

Pero, nos preguntamos: ¿qué era la normalidad en qué estábamos? Vean que estoy hablando en pasado, un pasado que tiene poco más de un par de meses. Pienso, como otros, que será difícil volvamos al ritmo de vida de antes, a la normalidad.

 

Hasta hace pocos días podíamos ir a la iglesia alabar, oír la predica, había bautizos, casamientos, se ministraba y recibía la unción del Espíritu Santo. Pasamos inesperadamente, por las medidas preventivas, a la terrible situación de encierro, que nos hace recordar tiempos de los primeros cristianos en las catacumbas durante las persecuciones religiosas, de las grandes guerras o catástrofes naturales. Pasamos repentinamente a estar en casa, en la primera iglesia tan poco entendida. Surgen los llantos y exclamaciones por las iglesias ahora cerradas. Maxime por aquellos que sin reunirse el domingo no podían vivir.

 

Para el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y según la entrevista de hoy cuatro de mayo de dos mil veinte, el manejo de la crisis del coronavirus a nivel global ha pecado de falta de sintonía entre los países. Cuando el mundo ya ha superado los 3.300.000 contagios confirmados y los 230.000 muertos, Guterres se confiesa impactado por el balance de la pandemia y apunta:

"Es dramático ver toda la gente que está muriendo y es dramático ver el devastador impacto en economías y sociedades, especialmente sobre la gente más vulnerable", dijo en una entrevista con el periodista de la BBC Nick Bryant. "Pero no estoy sorprendido, porque desafortunadamente lo que es cierto es que el mundo no fue capaz de unirse y enfrentar la COVID-19 de forma articulada y coordinada", agregó.

 

Pero dice Lucas 18:27 "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios, aclaró Jesús" NVI 

 

Frente a lo que está ocurriendo, parecería que Dios está indiferente, da la impresión de que la Iglesia está sepultada, está muerta. No nos dejemos engañar por las circunstancias.

 

No puede esta situación desanimarnos. Jesús, Nuestro Señor, resucitó a Lázaro, después se resucitó a sí propio. Caminemos para la alegría de la resurrección de la Iglesia, por más que en apariencia parezca muerta.

 

Juan 11:43...44 RV "Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: Lázaro, ¡ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir" 

 

Lázaro apareció más bello, más fuerte. La Iglesia aparecerá más bella, más fuerte, más militante que nunca.

 

Remarco: “…salió, atadas las manos y los pies con vendas…” la condición era diferente, porque ¿Cómo salió si estaba atado de pies y manos? Algo sucedió… Lázaro antes caminaba y ¿ahora?... ¿Cómo se movía si estaba atado? Había en Lázaro un antes y un después.

 

Al inicio apuntamos: “Lo que sí sabemos es que hay un antes y un después, que nada será igual.”

 

Estos momentos de prueba debemos aprovecharlos para aumentar nuestra fe, crecer en virtud, en santidad, Transformando nuestro entendimiento, las cosas viejas están ya pasando, he aquí a Jesús haciendo nuevas, es urgente que transformemos nuestro entendimiento preparándonos para el momento de la glorificación de la Iglesia.

 

Porque si bien la iglesia ha cerrado sus puertas, cuando se reabran, será muy distinta. La veremos como un lirio que nace en el lodo del pecado, en la noche tenebrosa de la falta de luz, en medio de la tempestad en que parece todo perdido.

 

Pero no olvidemos que ahí, en medio de aquella tempestad, en medio de aquellos vientos difíciles, vemos que el Señor está presente, vivo, que realmente está vivo y tiene de su mano el gobierno del mundo y el corazón de los hombres.

 

Las aguas volverán a sus causes, todo ira mejorando, paulatinamente, talvez unas cosas al inicio no se podrán, otras habrá que ajustarlas al momento de vida, quizás otras ya no volverán… así… así, paulatinamente una iglesia nueva fortalecida, más bella que nunca ira apareciendo.

 

Tan solo estemos prestos a transformar nuestro entendimiento.

S.A.G. 06 MAY 2020

 

 

 

 

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