La Iglesia Después De La Pandemia Por Saúl Guevara


Genesis 8:14...17 NVI "Para el día veintisiete del segundo mes, la tierra estaba ya completamente seca. Entonces Dios le dijo a Noé: Sal del arca junto con tus hijos, tu esposa y tus nueras. Saca también a todos los seres vivientes que están contigo: las aves, el ganado y todos los animales que se arrastran por el suelo. ¡Que sean fecundos! ¡Que se multipliquen y llenen la tierra!"

Es indudable que para entonces la tierra ya no era la misma, Noe y compañía se estaban ante una nueva tierra, que significaba nuevas oportunidades, nuevas formas, nuevos retos, etc.

La pandemia del Covid-19 y la cuarentena han impactado a la sociedad sustancialmente. Una vez que los países reactiven sus economías y levanten las órdenes de quedarse en casa, la vida cotidiana indudablemente no será la misma. Debemos darnos cuenta desde ya que el coronavirus vino a remover algunos cimientos tradicionales de nuestras iglesias.

Me refiero a nuestros métodos ministeriales y congregacionales, debemos alistarnos a afrontar nuevas formas una de ellas es el distanciamiento social y otras consecuencias de esta pandemia: modificación de cultos, fomento de reuniones familiares, grupos congregacionales pequeños, etc. Esta realidad genera dudas sobre cómo obedecer a Dios, el tomar las medidas necesarias para no propagar el coronavirus y como reaccionara el creyente máxime aquellos más tradicionalistas.

Los líderes, pastores y creyentes tienen que evaluar sus formas ministeriales frente a esto. Han de buscar soluciones innovadoras en medio de la pandemia. Todo esto va requerir inevitablemente echar mano del instrumento heredado por el Creador: Su Palabra y principalmente de nuestra transformación del entendimiento.

Si no fuese por esta crisis, pensaríamos que el concepto “distanciamiento social” resulta egocéntrico y antibíblico. Sin embargo, en estos momentos “distanciarme” es el mayor acto de amor que podría hacer por mi prójimo y no olvidar que el distanciamiento existe para aislar al virus, no a las personas.

Aunque han surgido muchas versiones de “iglesia en línea”, la naturaleza de la iglesia demanda el contacto social, ya que es difícil cumplir con los mandatos “los unos a los otros” por medio de una pantalla. Por tanto, es imperativo que abordemos clara y creativamente nuestras responsabilidades. Pensemos:

1. ¿Cómo nos congregaremos?: La Biblia nos llama a no dejar de congregarnos (Hebreos 10:24…25). Sin embargo, nos encontramos en un momento donde es prohibida toda reunión pública. ¿Cómo podemos proceder? Todavía tenemos varias opciones.

·         Transmisión en vivo
La tecnología nos brinda la oportunidad de transmitir en vivo la predicación y llenar los hogares de la Palabra. Cualquiera con un teléfono inteligente y una conexión a Internet puede hacer una transmisión por medio de las redes sociales, yo lo hago escrito por este medio.

·         Iglesia familiar
Esta crisis enfatiza el rol que tenemos en la formación espiritual de nuestra familia. Es buen momento para que los padres asuman el rol de formadores espirituales para cultivar las devociones familiares.

·         Videollamadas
Se podrían aprovechar plataformas digitales para hacer videollamadas y estudios bíblicos desde casa. Para grupos menores de 10 personas con cuentas en Google, se podría usar Google Hangouts. Si tienen una cuenta corporativa, pueden usar Google Meet, que permite hasta 25 personas. Considera también la opción que presenta Google Classroom. Estas son solo algunas de las herramientas que podemos usar.

2. ¿Cómo nos cuidaremos entre nosotros?: En días como estos, cuando estamos distanciados por la cuarentena, debemos pensar cómo nos cuidaremos mutuamente, tanto en lo espiritual como en lo material. Habrá retos en el caminar de la gente con Dios. En casa muchos serán propensos a la haraganería o quedarán más expuestos a la tentación. ¿Cómo deben actuar en esta situación?

·         La labor del pastor
La obligación del pastor no es tan solo enseñar públicamente a la gente que está bajo su cargo, sino también privadamente amonestar, exhortar, reprender, y consolarlos, en toda ocasión apropiada, según su tiempo, fuerza y seguridad personal se lo permita. Estas palabras nos recuerdan que nuestro deber pastoral sigue durante la pandemia.

Este es un excelente momento, pastor, para habilitar su Wassap a cada familia miembro de su iglesia. Podría tomar nota de qué peticiones tienen, si están en una situación vulnerable, cuáles son sus necesidades materiales o cómo está su relación con Dios. No podemos encerrarnos en nuestra burbuja evangélica y dejar de preocuparnos por nuestro prójimo.

·         Labor de los miembros de la iglesia
Es una oportunidad para que todos los creyentes ejerzan sus dones. Efesios 4:16 nos recuerda que la iglesia crece “conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro”. La tarea del cuidado pastoral no es solo de los pastores, sino de todos los miembros. Todos nos cuidamos, nos animamos, nos exhortamos. De eso se tratan los versículos del Nuevo Testamento que nos llaman a servirnos “los unos a los otros”. Nuevamente hacer un grupo de Wassap y utilizarlos es bueno a todos.

Es posible que esta crisis ayude a la iglesia a derribar el clericalismo, donde solo dependemos de los pastores; toda la iglesia es responsable de toda la iglesia y ahora tenemos una oportunidad clara de practicarlo.

·         El cuidado material del templo
Este momento será difícil económicamente para el mantenimiento y pagos de impuestos del templo, pero debemos ayudar. ¿El como ayudar para saldar estas deudas? Es un buen ejercicio para cada creyente, de sus ideas y cumpla sus obligaciones económicas con su iglesia.

3. ¿Cómo mantener el enfoque en la misión?: No podemos encerrarnos en nuestra burbuja evangélica y dejar de preocuparnos por nuestro prójimo. Esta es una oportunidad para que nuestra luz brille por medio de buenas obras como una ciudad situada sobre un monte (Mateo 5:16). El hecho de que no podamos reunirnos los domingos no significa que la actividad de la iglesia está en pausa; tenemos que ser creativos y ver cómo seguir haciendo discípulos en una situación de distanciamiento social.

El coronavirus también vino para exponer nuestro egocentrismo. Muchos de nosotros vivimos con más de lo que necesitamos. Tener en abundancia no es malo en sí mismo, pero para el cristiano es una oportunidad para compartir también en abundancia. Quizá tendremos que ver cómo compartir con otros de lo que hemos comprado o ayudar a otros a hacer sus compras en el mercado.

El hecho de que no podamos reunirnos los domingos no significa que la actividad de la iglesia está en pausa. Al contrario, la historia de la iglesia demuestra cómo ella siempre asume retos grandes en días de crisis. Recordemos: “Un mundo lleno de temor necesita una iglesia valiente. Iglesias, el mundo está observando. ¿Qué haremos?”.
S.A.G. 04 MAY 2020



No hay comentarios:

Publicar un comentario