Romanos
1:21 "A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni
le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se
les oscureció su insensato corazón"
Estamos
viviendo un período extraordinario, en el mundo son comunes las imágenes de
salas de emergencias saturadas, de pacientes de cuidados intensivos auxiliados
por respiradores y de familias en duelo por la pérdida de sus seres queridos.
Para
contener este virus, la mayoría de los gobiernos implementaron órdenes
estrictas de permanecer en casa, regulación necesaria porque muchos países no
estaban preparados para la rápida propagación de este virus. De no haberse
tomado tales medidas, las infecciones habrían aumentado al punto de desbordar
los sistemas de salud y el número de muertes se habría incrementado.
En
este período, las iglesias han cancelado sus servicios presenciales. Esto ha
limitado la propagación del virus; esto ha evitado muchas infecciones y muertes
entre los fieles, sus familiares y amigos.
Ahora,
estamos se están flexibilizando las órdenes de estancia en casa; otros están
planeando prolongar las restricciones por un poco más de tiempo y nuestras
iglesias se enfrentan a decisiones difíciles: cuándo reanudar las reuniones
presenciales y cómo llevar a cabo los ministerios con seguridad cuando se
reanuden.
En
este artículo, pretendo aportar un enfoque paso a paso que ayude a la iglesia a
vivir su llamamiento, a satisfacer las necesidades de sus fieles y a proteger
la salud de quienes lleguen a la iglesia, sus familias y comunidades. Pretendo
presentar un plan paso a paso, costoso ni difícil de implementar y puede ayudar
a garantizar un entorno seguro para los fieles de las iglesias.
-
Decisiones difíciles sobre cuándo y cómo
reanudar las reuniones
La
decisión de reanudar las reuniones es más difícil que la de suspenderlas.
Cuando comenzó la pandemia, la gente temía a lo desconocido y las iglesias tuvieron
que seguir las restricciones gubernamentales de evitar reuniones masivas. Pero
después de seis o más semanas de órdenes de estancia en casa, la gente se está
poniendo nerviosa en sus hogares y empiezan a demandar a sus gobiernos que
flexibilicen las restricciones.
A
pesar de que los expertos en salud pública advierten que los países aun carecen
de pruebas suficientes, de capacidad para mantener la pandemia bajo control,
algunos ya están flexibilizando sus restricciones y permitiendo que negocios "no
esenciales" vuelvan a abrir. Estas decisiones fundamentales se están
politizando.
Con
voces tan diversas, ¿cómo deben las iglesias decidir qué hacer en sus
circunstancias específicas?
Ahora
más que nunca, creo que tenemos que apagar el ruido que nos rodea y escuchar la
voz de Dios en este momento crítico.
-
Nuestras guías para la toma de decisiones
Para
discernir el llamado de Dios para las iglesias locales, he confiado en dos
guías fundamentales: verdades bíblicas y conocimiento científico. Ambas nos han
sido dadas por Dios como ayuda para estos tiempos de prueba.
El
Gran Mandamiento dice: "Ama al Señor tu Dios... y ama a tu prójimo como a
ti mismo." Durante esta pandemia, expresamos amor propio al protegernos a
nosotros mismos de la infección. Del mismo modo, una de las formas de expresar
el amor por nuestro prójimo es proteger a otros de la infección.
Aun
cuando nos concentramos en prevenir la propagación de la enfermedad, hay
necesidades espirituales, emocionales y sociales que no debemos descuidar, en
nosotros ni en los demás. Durante este período de distanciamiento social, tal
vez sea más importante que nuestras iglesias atiendan estas necesidades.
Como
discípulos de Cristo, tenemos nuestro llamado a adorar, orar, alentar,
testificar, discipular y servir; sin embargo, ahora debemos hacerlo de tal
forma que minoremos el riesgo de contagio. Por lo tanto, necesitamos utilizar
el conocimiento científico sobre este virus para prevenir su propagación en
nuestras iglesias.
-
Conocimiento científico: la enfermedad Covid-19
En
la investigación de la enfermedad, hay un constante crecimiento en el
conocimiento científico; estamos acumulando lecciones de muchos países sobre lo
que verdaderamente está funcionando para controlar la propagación de la enfermedad.
Algunas de estas ideas son relevantes para que la iglesia analice opciones
sobre cómo reanudar las reuniones presenciales.
Contrario
al inicio, hoy sabemos que el virus puede transmitirse antes de que una persona
desarrolle síntomas. Esto explica por qué el virus se propaga fácil y
sigilosamente; complicando los esfuerzos para contener su propagación. También
sabemos que no todas las personas infectadas infectarán a otra persona. Se
necesitan otros factores para facilitar la transmisión, entre ellos se
encuentran:
•
Infecciosidad de un paciente enfermo con
Covid-19
•
Acciones que aumentan la liberación de gotas
respiratorias y aerosoles en el aire circundante
•
Cercanía con una persona infectada (dentro de
una distancia igual o menor a 6 pies o 2 metros aprox.)
•
Ambientes cerrados con ventilación limitada al
exterior
•
Cantidad de tiempo que se pasa con una persona
infectada
•
Tipo de red social; por ejemplo, contacto
intergeneracional
Cuanto
más están presentes estos factores, mayor es el riesgo de transmisión; pero
cuando logramos reducir estos factores de manera eficaz, el riesgo de
transmisión baja considerablemente.
Inicialmente,
la mayor parte de la atención de esta enfermedad fue en los ancianos porque
tienen una tasa de mortalidad mayor. Luego aprendimos que los adultos jóvenes
con enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes también corren un riesgo
de complicaciones graves. Casi el 60% de la enfermedad en los Estados Unidos
son menores de 65 años.
Tenemos
que considerar que debido a que los asistentes a nuestras iglesias son en
promedio mayores que la población general, una proporción mayor de congregantes
de la iglesia está en riesgo de complicaciones graves la enfermedad.
La
realización de pruebas para detectar el virus, el rastreo personas con quienes
estuvieron en contacto y la cuarentena de infectados y de sus contactos, son
medidas que en sí mismas pueden abatir la epidemia. Sin embargo, estas medidas
deben tomarse de manera muy rápida y eficaz, cosa que no ha sucedido en la
mayoría de países. Corea del Sur y Taiwán han hecho esto y a funcionado porque
tienen equipos bien entrenado de rastreadores de contactos, así como un sistema
de vigilancia electrónica para localizar rápidamente a los contactos e
implementar la cuarentena.
Hay
evidencia de que el uso de mascarilla facial reduce sustancialmente la
liberación de gotas respiratorias y aerosoles en el aire circundante, incluso
cuando una persona tose o grita. El principal beneficio del uso de una
mascarilla facial es reducir la propagación del virus proveniente de la fuente
de infección, es decir, de una persona infectada. Las mascarillas también
proveen una protección limitada para evitar que una persona susceptible
contraiga la infección. Las mascarillas caseras son menos eficaces que las
mascarillas quirúrgicas, pero siguen siendo efectivas. Además, usar una
mascarilla facial evita que una persona infectada se frote la nariz y luego
deposite virus en las superficies que toca.
Varios
países han comenzado a quitar las órdenes de estancia en casa a pesar de que
las cifras de enfermos siguen siendo altas o empiezan a declinar. Es muy
probable que esto dé lugar a un incremento en la transmisión del virus. Dicho
incremento se puede mitigar mediante pruebas exhaustivas, seguimiento eficaz de
contactos y cuarentena de los mismos. Sin embargo, ningún país tiene todavía la
capacidad de prueba y el personal capacitado para llevar a cabo un rastreo y
cuarentena eficaces de las personas que estuvieron en contacto con un enfermo.
Luego
está el desafío de que se propague de un lugar a otro. Mientras una parte del
país tenga una epidemia mal controlada, los que han reducido sus casos de
pandemia seguirán siendo vulnerables a la propagación de la enfermedad al
recibir personas contagiadas de otros lugares.
-
Aplicar conocimientos científicos
recientes para desarrollar un plan
Al
considerar la decisión de reanudar las reuniones presenciales, primero debemos
reconocer que la iglesia es un entorno de alto riesgo para la transmisión de
esta enfermedad. Las actividades cotidianas de las iglesias contienen múltiples
factores que facilitan la transmisión del virus por aire y nuestros
congregantes corren un mayor riesgo de complicaciones graves de la enfermedad.
Por lo tanto, las iglesias deben tener un plan claro sobre cuándo y cómo
reanudar las reuniones presenciales. Este plan debe lograr lo siguiente:
•
Mitigar el riesgo de transmisión en el aire
durante las actividades de la iglesia.
•
Tener la capacidad de incrementar y/o reducir
las actividades de la iglesia de acuerdo a cómo la infección se incremente o se
reduzca en la comunidad.
•
Ser capaz de identificar rápidamente a las
personas que estuvieron en contacto con una persona infectada, y ayudar a
rastrearlos, de ser necesario.
•
Reanudar las actividades presenciales de la
iglesia sólo cuando haya clara evidencia de un nivel de infección decreciente y
bajo en la comunidad.
•
(*)
Traducción libre del inglés. Un experto mundial en
salud sugiere un plan en fases para las congregaciones que van a comenzar a
reunirse nuevamente en medio de esta pandemia. Daniel Chin es un médico
cristiano con 25 años de experiencia en salud pública global, especializado en
medicina pulmonar, cuidados críticos y epidemiología.
Parte ½
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